Destrucción de un ecosistema vírgen
También en la Antártida, en el lado opuesto del planeta, Rusia es enormemente activa: en un paso histórico, investigadores rusos perforaron el año pasado casi cuatro kilómetros de hielo para descubrir el lago Wostok, de millones de años de antigüedad.Los críticos advierten de la destrucción de un ecosistema prácticamente virgen, mientras científicos de todo el mundo tienen la esperanza puesta en estos proyectos para avanzar en el conocimiento del cambio climático.Pero el interés de Rusia en el hielo y la nieve ártica y antártica es todo menos desinteresado: están en juego millones de euros por las gigantes reservas de petróleo y gas en los polos.En una acción espectacular en 2007, Rusia clavó en el suelo marino bajo una capa de hielo a 4.261 metros de profundidad en el Polo Norte su bandera tricolor hecha de titanio inoxidable. Al igual que hiciera Estados Unidos con la Luna en 1969, los rusos pusieron también su bandera en un acto que aunque carezca de consecuencias legales, supone una forma simbólica de hacer valer sus aspiraciones sobre el terreno."El Ártico nos pertenece", destacó el encargado del Kremlin para esa región, Artur Chilingarov. Y Rusia quiere reclamar pronto ante la ONU lo que considera su derecho a la plataforma continental de Lomonossov, en el suelo marino y rica en materias primas.Al mismo tiempo, otros países polares como Canadá, Noruega o Estados Unidos han puesto también el ojo en el lecho ártico. Y es que tanto el cambio climático, que provoca un deshielo, como otras técnicas modernas, hacen cada vez más realista la explotación de las materias primas hasta ahora prácticamente inaccesibles.Pero no se trata sólo de recursos. Rusia espera también que el cambio climático permita mejores posibilidades de navegación. Y es que un pasaje ártico libre de hielo permitiría acortar la ruta marina entre Europa y Asia a unos 14.000 kilómetros, cuando actualmente los barcos que hacen ese recorrido a través del canal de Suez recorren unos 21.000.Fuente: elmundo