Reseña 09: AUMBA BULUBA, BALAM BAMBÚ! “The very best of Little Richard” (Specialty). Little Richard.

Publicado el 17 junio 2010 por Alejandro Caja

La compilación definitiva.

Richard Wayne Penniman (Macon, Georgia 1935), más conocido como Little Richard, es por derecho propio uno de los padres de eso que se llama Rock & Roll. Compositor e intérprete de algunos de los himnos primerizos que arrasaron Estados Unidos a mediados de los 50, nunca pudo ceñirse, sin embargo, la corona de Rey del Rock, adjudicada a su contemporáneo Elvis. Según el propio Richard, él era demasiado estrafalario, demasiado locaza y demasiado negro para que los medios lo escogieran como icono de la nueva cultura juvenil de la América de posguerra.

Richard empezó, como tantos otros, cantando en grupos de gospel en su vecindario. Siendo ya un preadolescente, comenzó a despuntar tanto por su prodigiosa voz –con ese característico aullido en falsete– como por su desbordante personalidad; desde muy joven gustó de travestirse, maquillarse y pisotear los tabúes de la puritana sociedad de la época, hasta que a los 13 años, cansado de sus excentricidades, su padre lo echó de casa y Richard comenzó a girar enrolado en espectáculos itinerantes que combinaban música rythm’n’blues, bailes picantes y números humorísticos. Su explosivo directo y su incendiario estilo al piano le permitieron hacerse poco a poco un nombre, y a principios de la década consiguió un contrato con RCA. Estas grabaciones no tuvieron éxito alguno, y Richard tuvo que volver temporalmente a lavar platos en el bar de la estación de autobuses de su Macon natal.

Pero en el año 55 iba a llegar su oportunidad. Richard envió una maqueta al sello Specialty, una de las discográficas de música racial más importantes del momento. En un principio, la cinta no llamó la atención del propietario de la compañía, Art Rupe, pero al cabo de unos meses, y falto de artistas de éxito en su catálogo, Rupe decidió probar suerte con Richard y programó una sesión en Nueva Orleans, ciudad en la que residían los músicos con los que habitualmente trabajaba el sello. La dirección de la grabación corrió a cargo de Bumps Blackwell –productor artístico de Specialty–, y la misma tuvo lugar en una habitación de hotel. Cuenta Blackwell que durante la mañana probaron varios temas, algunos aportados por Richard y otros propuestos por el sello, pero la cosa no acabó de funcionar. La música no despegaba, los resultados eran desilusionantes, así que Blackwell decidió interrumpir la sesión para seguir intentándolo por la tarde. Durante el receso, el equipo acudió a reponer fuerzas a un restaurante cercano y allí fue donde saltó la chispa: Richard, estimulado por la presencia de numerosos clientes, se acercó al piano que había en el local y escupió una explosiva versión del TUTTI FRUTTI, que Blackwell reconoció de inmediato como el “hit” que andaban buscando. El equipo al completo volvió al hotel y se puso a trabajar, mientras una conocida de Blackwell suavizaba la letra original, cuyo contenido sexual era excesivamente explícito para la época. Tres tomas, quince minutos, bastaron para registrar la que es una de las pirmeras grandes canciones de la historia del Rock and Roll. Nada más publicarse el sencillo, se convirtió en un éxito a nivel nacional, alcanzando ventas millonarias y elevando a Richard a la categoría de superestrella. Después de “Tutti Frutti” vendrían “Long Tall Sally”, “Good Golly Miss Molly”, “Slippin’ and slidin’”, “Rip it up”, “Lucille”…

La biografía.

Los interesados en profundizar en la vida y la obra de Richard, pueden acudir a dos referencias imprescindibles, una sonora y otra editorial. Por un lado, “The very best of Little Richard” (SPECIALTY), recopilación que repasa los primeros años de la trayectoria de Richard e incluye la totalidad de sus hits, los cuales pueden volver a difrutarse en todo su esplendor gracias a una remasterización magnífica. Y por el otro, la excelente y amena biografía autorizada “Ooh, my soul”, escrita por el británico Charles White y recientemente publicada en castellano por Penniman Books. Ambos documentos arrojan luz sobre la ya de por sí rutilante figura de Richard, cuya música, medio siglo después, sigue conservando intacta su frescura original. ¿Auamba buluba, balam bambú? ¿En pleno siglo XXI? Proceda el lector a la escucha y saldrá de dudas.