Thanos es un gran personaje, eso nadie lo duda. Desde su creación, llevada a cabo por Jim Starlin en 1973, ha tenido apariciones recurrentes siempre como uno de los villanos más poderosos y temidos de todo el Universo Marvel. Todo esto se muliplica aún más en estos tiempos que corren, gracias a esos pocos segundos en los que Joss Whedon nos regaló su presencia al final de la película Los Vengadores, dejando entrever que se trata de la gran amenaza que se esconde tras todo el Universo Cinematográfico de Marvel.
Pero como suele ocurrir en la mayoría de casos, los orígenes de los grandes siempre son un tanto imprecisos, y eso da lugar a que, décadas después, editores y creativos puedan dar forma a esos inicios con nuevas historias que agraden a los amantes del completismo cronológico. Y con Thanos, qué mejor momento que este, cuando el personaje es una estrella de cine y uno de los ejes centrales del evento actual Infinito.
De hecho, aunque la miniserie de cinco números original se titula Thanos Rising, Panini Comics ha decidido lanzar un tomo con todo el material bajo el título Thanos: Infinito, aprovechando el comienzo de la publicación del citado evento en nuestro país, y con vistas a darle un empujón de ventas.
La miniserie está escrita por Jason Aaron, un guionista ya de renombre y de garantía, pero poco familiarizado con el lado cósmico de Marvel, que ha abordado la narración de los orígenes de Thanos desde su mismísimo nacimiento hasta hoy en día. Tal y como se comprueba página tras página, la serie tiene como objetivo contarnos por qué Thanos es quién es, y por qué es como es, un auténtico asesino de masas que disfruta segando la vida de los demás.
Desde muy pequeño, Thanos ha destacado entre sus iguales Eternos en la luna Titán de Saturno, ya fuera por su aspecto diferente debido a su mutación, que incluso provocó que su madre quisiera asesinarle nada más nacer, o por su inteligencia superior a la del resto de sus compañeros de estudios. Curiosamente, Aaron no nos explica de dónde puede venir esa mutación, ni las habilidades o rasgos que vienen asociados, un hecho que nos aleja de llegar a conocer realmente el origen del personaje.
Desde el comienzo, vemos como Thanos va creciendo rodeado de todos los síntomas típicos de un enfermo mental psicópata que se convierte en asesino en serie. Una infancia difícil sumada a antecedentes familiares, falta de sentimientos y alucinaciones, junto a una personalidad antisocial, plagada de egocentrismo, superioridad y desdén hacia los demás, convierten a Thanos en un ser despreciable que a su vez desprecia a todo lo que le rodea.
A pesar de que en su infancia consigue pasar unos años como un niño “normal”, un hecho desencadena el mal que siempre ha habido dentro de él, esperando salir, yendo de menos a más en cantidad y monstruosidad. Obviamente, que un día dejase de dormir para evitar pesadillas sobre el intento de asesinato sufrido por parte de su madre, no ayuda demasiado. Eso sí, hay que dejar claro que, como todo psicópata de manual, Thanos siempre hace las cosas a caballo entre el disfrute y la búsqueda de una respuesta que le lleve a saciar su sed y así poder dejar de matar. Porque si algo nos quiere dejar claro Aaron, del que no queda ninguna duda que estudió un poquito de psicología para este trabajo, es que Thanos sufre en sus inicios una lucha contra su monstruo interno, sabedor de que lo que hace no está bien, pero que es lo único que le sacia.
Tal es así que, después de culminar una extensa ola de asesinatos y experimentos con la ejecución de su propia madre, esa búsqueda le lleva a dejar un día su planeta natal, y a viajar por la galaxia reprimiendo sus ansias de matar y buscando las respuestas en el conocimiento, las mujeres, la paternidad y otras cosas. Pero no nos engañemos, la oscuridad ya la lleva dentro, y el día que finalmente se desata ya no hay quién le pare, dando el paso definitivo al asesinato de masas en planetas enteros.
Como he dicho antes, el objetivo de Aaron es contarnos cómo y por qué, pero no solo eso, sino hacerlo de forma que el aura de Thanos se vuelva aún más oscura y malvada, y que el villano se vuelva aún más temible y demente, mostrando todo el río de sangre que ha dejado a su paso desde sus primeros años de vida. Quiere que el lector se lleve una impresión de que Thanos es un sanguinario, un ser temible, y que no hay nada que le de miedo o que le pueda frenar. Además de esta misión nada fácil, está la más complicada aún de hacer encajar la historia dentro de la cronología y el material ya publicado del personaje, trabajo que Aaron ha llevado a cabo de forma totalmente satisfactoria, más que nada porque ha decidido prescindir de la gran mayoría de elementos secundarios (personajes incluidos) de su historia original.
Complicado, pero también muy bien llevado a cabo, es el relato del conocido amor de Thanos por la Muerte, que va mucho más allá de un simple placer por matar, convirtiéndose en una verdadera motivación para satisfacer al verdadero amor de su vida personificado, sea real o no. Y aunque comience como un actor secundario, veremos como poco a poco se va convirtiendo en algo tan importante que incluso acaba siendo el eje central de la historia.
Llegados a este punto, quizás haya gente que pueda hablar de falta de originalidad que provoque cierta indiferencia. Sin embargo, pese a ser algo típico ya muy manido en miles de libros, series o películas, el hecho de verlo asociado en un cómic a un villano aporta un ligero toque de originalidad. Eso y que Aaron nos lo cuenta muy bien, de una forma muy entretenida y sin agujeros, resultando en una lectura muy agradable para el lector.
El caso es que siempre hemos visto cómo los guionistas buscan motivaciones para los villanos, cómo estos tienen sus propios ideales y cómo, en el fondo, hacen lo que hacen porque creen en algo. Sin embargo, con Thanos, lo que tenemos es a un ser enfermo, desviado, psicópata que mata por matar, porque le gusta y porque el cuerpo se lo pide. Esto, amigos, no es algo que podamos leer todos los días en el Universo Marvel.
Sin embargo, lo que por un lado es una virtud también es una pega. Es cierto que Aaron nos presenta a un psicópata asesino que encaja perfectamente en lo que cabría de esperar de un villano tan despiadado como Thanos. Sin embargo, el Titán Loco es mucho más, es casi una entidad universal, un asesino de masas a nivel galáctico y un villano de tamaño mastodóndico y proporciones casi inabarcables. Y esto, lamentándolo mucho, se diluye en el intento del guionista de narrar el trasfondo psicótico de Thanos. De hecho, nos deja el villano a la altura de cualquier asesino en serie, de un Dexter de la vida, desapareciendo esa superioridad que él se merece y que nosotros tenemos en mente.
Afortunadamente, porque no siempre es así, el apartado gráfico es de una calidad destacable. Su dibujante, Simone Bianchi, aporta un gran realismo dentro de lo que la ambientación se lo permite, siempre con una oscuridad inherente dada la temática que nos ocupa, y con un trabajo de acuarela digital magistral. Estamos ante uno de los clásicos ejemplos de dibujo que engrandece el apartado narrativo, haciéndolo fácil de seguir y llenándolo de espectacularidad.
Siendo sinceros, y pese a su enorme calidad gráfica y lo entretenido de su lectura, el material sobra completamente en lo a que a historia de Thanos se refiere. Si esto es lo que nos iban a contar, hay que decir que no era necesario, porque lejos de engrandecer y dar forma a la enorme amenaza que supone este villano cada vez que asoma el hocico, lo que han hecho es humanizarlo a la baja en su constante intento de siempre explicar todas las cosas, aunque a veces estén mejor sin explicar.
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