Reseña #117: Los buenos
¡Hola, hola, hola!
VIERNES. VIERNES. VIERNES. ¡Qué levanten la mano todas las personas que han tenido una semana de mierda! ¿Nadie? ¿Nada? ¿Seguras y seguros? Bueno, pues ya la levanto yo. De verdad, qué ganas de que acabe mayo, por favor. Pero no estamos aquí para leer mis quejas de mierda, esas que no le interesan a nadie. Estamos aquí para hablar de cositas maravillosas. Y esta vez le toca a una joya con la que tengo una relación de amor odio bastante importante. ¿Vamos a ello? ¿Sí? ¡Dentro reseña!
¡Un último apunte! ¡No leáis la sinopsis! Si queréis leer el libro, NO la leáis. Hacedme caso, cuenta demasiadas cosas.
Ficha técnica
Título:Los buenos Autora:Hannah Kent Editorial:Alba Editorial Número de páginas: 434 ISBN:9788490653531 Preció libro físico: 19,90€ Precio versión digital: 9,99€
Sinopsis
Inspirada en un caso real de infanticidio, Los Buenos se sitúa en el año 1825 en un remoto valle de Irlanda. Allí viven tres mujeres a las que unirán una serie de acontecimientos extraños y trágicos. Nóra Leahy ha perdido a su hija y a su marido el mismo año: solo le queda su pequeño nieto Michael, que no sabe andar ni hablar, y al que tiene oculto para que los vecinos no crean que ha sido víctima de una maldición sobrenatural. Mary Clifford es la joven contratada para cuidarlo y Nance Roche es la vieja curandera que alivia con hierbas y consejos los males inexplicables. La vida de estas tres mujeres se complicará con la llegada al pueblo de un nuevo sacerdote empeñado en limpiar el valle de supersticiones.Mi opinión
Hay historias que, una vez acabas, se quedan contigo. Esto es una realidad. Una aplastante, más si tenemos en cuenta que todo el mundo puede pensar en montones de títulos para dar respuesta a “¿qué libro te ha cabreado más hasta la fecha?”. Yo ahora mismo os doy dos:
El informe Brodeck – libro del que podéis leer la reseña haciendo clic aquí – y Los buenos. Una historia oscura, Los buenos. Una historia que tiene de base un caso real. Sí, un caso real y documentado del año 1826. El telón de fondo, Irlanda; las protagonistas, tres mujeres que nada tienen que ver entre ellas, al menos en apariencia; y una de las mejores prosas que he tenido el honor de leer hasta la fecha. Creo que habemos montones de personas que decimos eso de “me encantan los libros ambientados en Irlanda”. Esto está muy bien pero, ¿y la Irlanda del siglo XIX, en la que se tenían en cuenta a los duendes y las hadas? Criaturas del folclore que, sin embargo, en algunas zonas rurales de la época eran ley. Una ley que a mí me ha puesto los pelos de punta a lo largo de la historia, pero de eso hablaremos luego.Nóra Leahy acaba de perder a su marido, Martin Leahy. Un hombre que aparece fulminado en una encrucijada de caminos, un hombre al que llevan a cuestas hasta casa para que puedan empezar los ritos fúnebres – unos que, sinceramente, me parecieron horriblemente largos y un poquito bastante gores -. El caso es que Nóra no está sola, y es que con ella vive Micheál, su nieto. Un niño huérfano de madre y con un padre que decidió no hacerse cargo de él porque no podía mantenerlo. Un niño que no puede hablar, no puede mover las piernas y parece tener la mirada perdida. Como no puede ser de otro modo, la muerte de Martin comporta que Nóra contrate a una criada en el mercado. La chica, Mary Clifford, acepta el trabajo sin saber la clase de niño que es Micheál; y se lo toma mucho mejor de lo que cabría esperar, dejando de lado la mala leche que se gasta la mujer a la que llaman viuda Leahy. Hacía mucho tiempo que no me cabreaba tanto. Os lo digo (
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la
Zona SpoilerMe cago en todo. Así de claro. Me cago en todo porque no se puede ser más idiota ni entrenándose cada día. Nóra Leahy, la mujer ejemplar que sermonea a su criada. Nóra Leahy, la abuela despechada que no soporta que su nieto tenga un problema. Un problema que nada tiene que ver con hadas, duendes y demás ideas mágicas. No, joder, no. Ese niño, ese pobre niño, no tenía que haber caído nunca en manos de semejante monstruo. Esto lo digo sin respeto ninguno porque, sintiéndolo mucho, la viuda no es más que una mujer que no sabe gestionar los cuidados que necesita ese niño pequeño.
Una aldea de supersticiones. Qué bonito, ¿eh? Un lugar precioso, con esos amuletos a base de madera, rocas e incluso carbones. Plantas medicinales que pueden hacerte sangrar, que pueden curar heridas y que, bien tratadas, ayudan, según la propia Nance Roche, a curar cualquier mal. Anda que no lo tendríamos fácil si eso fuera verdad. Ojo, que yo respetaba todo lo que se decía. Al principio. Cuando aún estaban dentro de los límites de la moralidad, cuando el mayor mal que hacían a Micháel era ponerle menta en las orejas.Porque sí, amigas y amigos, Nóra y Nance hacen todo tipo de cosas odiosas a un niño que, en el fondo, sólo está paralítico. Sí, ya sé, ya sé, “Carme, no digas que sóloestá paralítico”. Esas mujeres creían que tenía un jodido demonio dentro, así que no creo que me haya pasado. Un problema médico. Un problema que no tiene cura, pero que no hace que una persona sea un monstruo. Sin movilidad. Vale, ¿y qué? ¿Era necesario darle una planta venenosa, una que le hace pasar días y días enfermo? ¡Venga ya!
Lo triste es que lo peor que hay en el libro no lo encarnan sólo Nance y Nóra. Saco del tema a Mary porque ella era la única que temía que lo mataran. Y la saco, además, porque no era más que una cría de catorce años. Mi hermano tiene esa edad y, sinceramente, no lo veo capaz de hacer nada de lo que esa pobre niña tuvo que hacer. Es triste que la hicieran pasar por eso.Pero no estamos hablando de eso, no ahora. Os decía (
El libro acaba demasiado bien, para todas las barbaridades que se hacen. Acaba bien, os cuento, porque Kate Lynch, la mujer de Seán Lynch– el cabrón apalizador – se larga del valle. Claro, después de toda la mierda que le salió por la boca a la mujer, que no hacía más que despotricar sobre todo el mundo, tuvo que irse. Para eso y para que se asqueroso marido no la matara.Yo me planteo, entonces, cómo es posible que el cura, que se mete en casas ajenas, no cogiera al jodido Seán de las narices y lo echara del valle. Pero nada, apreciaciones mías. Preguntas que me llevan, irremediablemente, a Nóra y Nance. Me parece horrible que salgan bien paradas después de lo que hacen. Lo que hacen, oídme(
Nota: 5/5