Reseña #121: ¡Guardias! ¡Guardias!

Publicado el 29 junio 2018 por Alaluzdelasvelas

Quería traeros la reseña de Llámame por tu nombre pero, después de haber leído no podía dejar pasar la oportunidad de hablaros del libro. Ya os adelanto que es una maravilla pero, ¿qué tal si vemos de qué va? ¡Guardias! ¡Guardias! ¡Dentro reseña!

Un ejército de enanos ha de viajar a Ankh-Morpork para enfrentarse a un enorme dragón que aterroriza a los habitantes del lugar. Pero se trata de un ejército muy peculiar, pues, además de enanos, sus combatientes son unos cobardes recalcitrantes. Así las cosas, el panorama no parece muy alentador, aunque nunca se sabe...

Benditas buenas ideas que tengo muy de vez en cuando. Mirad que Terry Pratchett lleva más de un año y mi listo de "to-do". Pues, oídme ( ), por fin me he animado. El caso es que primero busqué un poquito de información. - y si no os lo cuento yo, que para eso estoy aquí - Total, que muchísima gente decía que la saga de es jodidamente larga. Larguísima. Terroríficamente larga. La Guardia era la hostia y... ¡tenían toda la razón!

Os voy a poner en antecedentes, para que veáis ( ) hasta qué punto se le va la jodida castaña al amigo Pratchett. Todo empieza con una reunión. - Una reunión de una pseudosecta que se hacen llamar, a sí mismos, "Los Hermanos Esclarecidos". Como comprenderéis, de ahí no puede salir nada bueno y es que, el Gran Maestro Supremo - ahí es nada ¿Y eso es todo? No, ni mucho menos. ha tenido una idea genial, una tan jodidamente maravillosa que no se la cree ni él: invocar a un dragón. Cágate, lorito. Y esto es lo primero que le preguntan cuando llega a la mugrienta ciudad: Zanahoria, un supuesto enano de sólo metro ochenta, se entera de que, evidentemente, no puede ser un enano. No es sólo que se vaya a partir la cabeza en las minas o que le vaya a salir un uasimodo. No. El tema es que sus padres adoptivos deciden contarle la verdad al hombre y pedirle que vaya a ver mundo. Como el pobre rey de los enanos - rey por ser el rey de las minas - no sabe cómo va el mundo humano, decide alistar a su hijo en la Guardia Nocturna de Ankh-Morpork.

Así de bien considerados se tienen a sí mismos, sí, sí. Tres personas. El capitán Vimes, el sargento Colon y el cabo Nobby. Tres personajes que, personalmente, me han flipado. No es sólo que estén más perdidos que un jodido Teletubbie en un sofá de v elcro, es el hecho de que su trabajo no es más que una pantomima. - ¡qué tienen sus propios gremios y hacen las cosas legalmente, manda cojones! - Gente que cobra por decir "las doce y sereno" en voz baja, por correr poco para no pillar a asesinos y ladrones y emborracharse. Sí, como lo leéis. El capitán es un pobre hombre que está donde está por decir lo que piensa, y es que en Ankh-Morpork lo que manda es ser un desgraciado. Si no que se lo digan a todos esos gremios del infierno.

El caso es que entre los Hermanos Esclarecidos por un lado, y Zanahoria por el otro, la ciudad va a flipar. Nuestro nuevo agente en funciones, un chaval alto a rabiar, más fuerte que un roble y tan sumamente dulce que yo no he podido más que adorarlo; decide que va a limpiar la ciudad. Y, con un par, arresta al La estampa es tal que así:

¿No os decía ( ) que la cosa era gore? Pues eso. Zanahoria empieza con su carrera al mismo tiempo que el Gran Maestro Supremo logra su objetivo. Un dragón que aparece y desparece, sembrando el caos a una escala más bien pequeña. La salud mental de Vimes pende de un hilo cuando, horrorizado una de las noches de patrulla, se encuentra con un murete lleno de gente calcinada, prácticamente mimetizada con la roca de una de las calles más turbias de la ciudad.

De fondo, el patricio quiere que todo el mundo siga viviendo en la ignorancia; pero hay veces que, por más que se quiera, no se pueden cerrar los ojos: hay un dragón. Y hay que matarlo. Ahora bien, ¿quién dice que vaya a ser tan sencillo?

Eso es todo lo que os puedo contar sin destriparos nada de la historia. Sólo os diré ( ) que es una ida de olla magistral. Terry Pratchett no sólo nos regala una historia la mar de divertida, aderezada con una prosa deliciosa; nos regala héroes torpes, personas con sus más y sus menos, todo el día hablando de tonterías que, joder, hacen que una se dé cuenta de la saliva que gastamos

El hecho de que haya adorado a todos y cada uno de los personajes - quitando a los que, evidentemente, tenía que odiar - dice mucho a favor del autor. Vimes, tan huraño y tan perspicaz; Colon, tan suyo; Zanahoria, que es para darle tres abrazos ( ); y Nobby, que no está bien de la jodida cabeza. Cuatro hombres que, de verdad, se han ganado el cielo después de todo lo que tienen que ver y aguantar. Porque sí, amigas y amigos, la Guardia Nocturna no está bien considerada pero, ¡ay!, cómo cambian las tornas cuando se le echan ganas.

Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler

Pues que me he reído mucho, sí, sí. Un humor absurdo, mordaz a veces. Un libro divertido que, pese a todo, tiene su puntito de crítica. Y no se deja a nadie. Terry Pratchett aprovecha su obra ¡Guardias! ¡Guardias! p recisamente para quejarse de lo mal montado que está todo: de los robos que nos pasan por la cara, de la sutileza con la que nos piden que seamos idiotas o de lo que opina el autor sobre reyes y reinas. Sí, tal cuál lo leéis. Chapó una y mil veces al autor.

Volviendo a la trama, Vimes está cabreadísimo. Hay un jodido dragón, ¡uno enorme!, sembrando el caos en horrible y destartalada ciudad. Ni siquiera piensa en emborracharse. Lo único que quiere es que arda, que arda todo; y encontrar la verdad. Eso también. Por suerte, no va a tener que trabajar solo. Tras una visita a la encantadora lady Ramkin, una mujer de alta cuna que cría dragones de pantano con mimo; y un par de entrevistas con el simio bibliotecario - es, literalmente, un simio. Trabajar en la biblioteca de la universidad tiene, entre muchas desventajas, que un hechizo puede salir mal y... ¡sorpresa! ¡Eres de una especie diferente! ¡Aplausos! -; todo parece empezar a cuadrar. Alguien ha robado un libro de invocación de dragones. Y Lady Ramkin tiene un dragoncito encantador que no sabe qué hacer para que Vimes se anime a adoptarlo.

No sabéis la de dolores de cabeza que me han patrocinado estos personajes. Una idea absurda, a la que sigue la conclusión más ilógica que se os pueda ocurrir y que acaba de aderezarse con la aparición de Y-Voy-A-La-Ruina, un vendedor ambulante que se la sabe demasiado larga. Lo raro es que hayan salido vivos todos pero, claro, ya se sabe, ¿no? Las probabilidades de uno contra un millón...

No sé por qué he tardado tanto tiempo en dar una oportunidad a Mundodisco . No sé si esto es lo mejor que hay, o si me voy a llevar una grata sorpresa más adelante. Lo que sí que sé es que es como una buena película, una de esas que sigues con los ojos muy abiertos, viviendo la banda sonora, viviendo los diálogos y esperando esos giros de trama que hacen que el corazón se salte unos cuantos latidos. ¡Guardias! ¡Guardias! Hay de todo, joder, de todo. Un dragón que empieza siendo poco más que un mal presagio y que se corona rey. Un dragón que siembra el pánico y que tiene unos puntos retorcidos que hacen pensar en . Hay dragones buenos, también. Errol, ese supuesto animalillo enfermizo y malformado, que resulta ser todo un campeón.

No le falta nada. Y no se hace pesado. En ningún momento. ¿He conseguido llamar vuestra atención con ese apunte? ¿No? ¡Casi 400 páginas y cada una es necesaria! Es gracioso, porque en la fantasía, una de las eternas quejas es " lo duro que es tragarse las descripciones del mundo y su lógica ". Aquí no. Terry Pratchett tiene su propia lógica, una absurda, una de "todo o nada" que hace que sigas el hilo sin problemas. Hasta las notas a final de página son geniales. Se mete hasta con el apuntador, sin cortarse un pelo, ¡cómo tiene que ser!

Si tuviera que quedarme con una sola escena, con un solo momento, sería con ese en el que Zanahoria chilla " matarmatarmatar " mientras blande dos hachas. Así, como os lo cuento. Si eso no es ser grande, yo ya no sé qué más deciros. ( Y, antes de que me llaméis salvaje, tranquilas y tranquilos: no hay heridos, aunque sí un par de desmayos ).

El final es brutal. No podría haber sido mejor. Una amalgama de ideas estúpidas, conclusiones maravillosas y comentarios que, sencillamente, no tienen desperdicio. Por salidas de tiesto así, vale la pena leer.

Con todo, es una novela maravillosa de principio a fin. Con personajes que roban el corazón, Terry Pratchett nos sumerge de lleno en las intrincadas calles de Ankh-Morpork, una ciudad que, sinceramente, debería hacerse mirar qué clase de habitantes cobija.

Parecía como si el arquitecto hubiera recibido instrucciones concretas. Queremos algo escalofriante en roble oscuro, le debían de haber dicho. Así que pon una gárgola bien desagradable sobre el arco, que al cerrarse suene como la patada de un gigante..., en fin, que quede bien claro para cualquiera que la vea que no es una de esas puertas cuyos timbres hacen <<ding, dong>>.

-También tiene que casarse con una princesa - señaló el Hermano Portero -. Porque es un porquero.

-¿Quién ha dicho nada de que sea un porquero? - bufó el Hermano Vigilatorre -. Yo no he dicho que sea un porquero. ¿Por qué iba a ser un porquero, a ver?

-No le falta razón - intervino el Hermano Revocador -. El bastago típico suele ser un porquero, o un campesino. Es por el no sé qué ése, el cognito. Tiene que parecer que son de origen humilde.

-Pues lo orígenes humildes no tienen nada de especial - dijo un Hermano muy menud, que parecía consistir enteramente en una túnica negra con halitosis -. Yo tengo montones de orígenes humildes. En mi familia pensábamos que los porqueros eran gente de elevada posición social.

-Pero tu familia no es de sangre real, Hermano Yonidea - dijo el Hermano Revocador.

-Pues no veo por qué no - replicó el otro, malhumorado.

-Vale, como quieras - siguió el Hermano Vigilatorre -. El caso es que, en el momento preciso, el rey de verdad se echa hacia atrás la capucha y dice <<¡Aquí estoy!>>, y todos ven su majestad.

-¿Cómo, exactamente? - preguntó el Hermano Portero.

- ... no veo por qué no voy a tener sangre de reyes - murmuraba el Hermano Yonidea -. No tiene derecho a decir que no tengo sangre de...

-¡Pues mira, porque la ven y basta! Se les nota en la cara, digo yo.

-Pero, antes de eso, tiene que salvar al reino - dijo el Hermano Revocador.

-Ah, sí, claro - asintió el Hermano Vigilatorre -. Es lo más importante.

-... tengo tanto derecho como cualquiera de llevar sangre real...

-[...] Pero sólo un poquito de magia. Lo justo para quemar algunas verdulerías opresoras por poner un ejemplo.

Fue lo del dedo. Lo del dedo fue un error. El patricio contemplaba con ojos fríos el dedo. Van Pew siguió la dirección de su mirada y bajó la mano rápidamente. El patricio no era hombre ante el cual se pudiera blandir un dedo, a no ser que quisieras acabar contando sólo hasta nueve.

-Tienes mucha razón, señor secretario - respondió -. Me encargaré de que aprenda que arrestar a los ladrones va en contra de la ley.

-Tenemos que sacarlo de las calles lo antes posible - murmuró -. ¡Lo próximo que se le ocurrirá será detener al presidente del Gremio de Asesinos por matar a alguien!

- Ponte al mando - indicó el capitán Vimes, tropezando contra un muro. Fijó los ojos turbios en los ladrillos -. ¡Esta paaared me ha atacado! - declaró -. ¡Ja! Te creesh que eresh dura, ¿eh? Puesh yo soy un oficial de la..., de la..., de la Ley, avershitenterash, y a nosotrosh nadie nos..., nadie nos..., nos...

Parpadeó lentamente un par de veces.

-¿Qué esh lo que a nosotros nadie nosh, sargento? - preguntó.

-¿Respeta? - sugirió Colon.

-No, no, no. Otra cosa. No importa. El casho esh que a nosotros nadie nos eso.

-En cuanto a su carruaje, señor - insistió Zanahoria -, he advertido que la rueda delantera derecha, contra lo que indican las normas de...

Va a arrestar al patricio, se dijo Vimes. La idea le perforó la mente como un clavo de hielo. Va a arrestar al patricio. Al gobernante supremo. Va a arrestarlo. Lo va a hacer de verdad. Este chico no conoce la palabra <<miedo>>. De hecho, ojalá conociera la palabra <<supervivencia>>.

La razón de que las frases hechas se conviertan en frases hechas, es que son los martillos y destornilladores en la caja de herramientas de la comunicación.

[Carta de Zanahoria a su madre] También me he hecho amigo de ese simio que viene por aquí a menudo a ver si hemos encontrado ya su libro. Nobby dice que es un saco de pulgas pero es porque le ganó dieciocho dólares jugando al Seisillo, que es un juego de azar con cartas, pero yo no juego y ya he hablado con Nobby del Acta de Regulación del Juego, y él me ha dicho que me vaya a Tomar por Culo, cosa que creo que es una violación del Decreto de Comportamiento Ético en Público (1389), pero he decidido usar mi Discreción.

-Eh..., sólo hay un problema, capitán - dijo Colon con tono apremiante a los ojos atónitos de Vimes -. No uses jamás esa palabra que empieza por <<M>>. Se vuelve loco. Es como un toro cuando ve un trapo rojo. Le puedes llamar <<Simio>>, pero no la palabra que empieza por <<M>>. Porque, cuando se enfada, no se limita a poner mala cara e irse a un rincón, señor, no sé si me explico. Aparte de eso no da ningún problema. De verdad. Sólo ha que tener cuidado con no decir mono. Oh mierda.

Los dragones nobles no tienen amigos. Lo más parecido es un enemigo que todavía sigue vivo.

-¿Han sido infundidas debidamente las Copas de la Integridad? - entonó el Hermano Vigilatorre.

-Sí, están infundidas hasta los topes.

-¿Y las Aguas del Mundo, están abjuradas?

-¿Han sido los Demonios del Infierno encadenados con múltiples cadenas?

-Maldita sea - se quejó el Hermano Revocador -. Siempre se olvida algo.

-Quizá fuera un espectador inocente, señor - sugirió Zanahoria.

-En ese caso, deberíamos haberlo atrapado por su valor como espécimen irrepetible.

-Es verdad, señor - insistió Zanahoria con seriedad -. Los prisioneros, una vez acusados, tienen Derechos, señor. Lo dice el Acta sobre la Dignidad del Hombre (Derechos Civiles) del 1341. Siempre se lo recuerdo al cabo Nobby. Tienen Derechos, le digo. Eso significa que no hay que Pegarles Patadas.

-Haces muy bien en decírselo.

-Mi tía me ha dicho que no hable con los guardias - siguió el mocoso.

-Entonces, lo mejor es que te vayas corriendo a tu casa a contarle lo obediente que has sido - replicó Vimes.

-Mi tía dice que, si soy malo, me pondrá en el tejado y llamará al dragón - dijo el niño sin darle gran importancia -. Mi tía dice que te come empezando por las piernas, para que veas lo que te está pasando.

¿Cómo tenéis la desfachatez de criticar lo que hago? , le pensó. Se supone que nosotros somos crueles, astutos, desalmados, terribles. Pero te diré una cosa, simio... La gran cabeza se acercó aún más, de manera que Wonse se encontró mirando las profundidades insondables de sus ojos. Nunca quemamos, torturamos o matamos a uno de los nuestros, y luego lo llamamos moralidad.

-Es verdad, se comió nuestra tetera y todo eso - asintió Colon, inseguro -. No va a huir después de haberse comido una tetera. Es evidente. Alguien capaz de comerse una tetera no huye de nada.

-Baja esa espada - ordenó Vimes, mientras, tras él, Zanahoria se sacudía los trocitos de puerta del puño.

-¡Eso! - lo apoyó Nobby, aventurando un vistazo desde detrás del capitán -. ¡Ponte contra la pared, y que yo te las vea bien, hijoputa!

-¿Eh? - susurró el sargento Colon, con ansiedad -. ¿Qué quieres verle?

Nobby se encogió de hombros.

-Ni idea - dijo -. Supongo que todo. Hay que ir sobre seguro.