Reseña #133:
Ritos funerarios
¡Hola, hola, hola! ¡Lo sé, lo sé! Llevo una semana completamente desparecida. Tengo excusa. De hecho, tengo excusas. La primera es que la Ley de Murphy existe. Sí, sí, “si algo puede salir más, sencillamente saldrá mal”. Entre que he estado hasta el cuello de trabajo, que los horarios de esta semana han rozado la demencia y que me he puesto mala, podemos decir que ha sido una semana de mierda. Aclarado esto, debo decir que sí, estoy mucho mejor, ¡y con muchísimas ganas de ponerme al día! Así que no me enrollo más… ¡Dentro reseña!
Ficha técnica
Título:Ritos funerarios Autora:Hannah Kent Traductora:Laura Vidal Sanz Editorial:Alba Editorial Número de páginas: 368 ISBN:9788484289715 Preció libro físico: 19,50€ Precio formato electrónico:9,99€
Sinopsis
Basada en la historia real de la última mujer decapitada en Islandia, acusada del brutal asesinato de dos hombres, Ritos funerarios es una novela de suspense y de pasiones íntimas con el trasfondo del paisaje helado de la Islandia del siglo XIX. Agnes, mientras espera la hora de su ejecución, es confinada en la granja de un matrimonio y de sus dos hijas. Horrorizada, la familia ni siquiera quiere hablar con ella. Tan solo el joven ayudante de un pastor intenta comprenderla y salvar su alma. A medida que sus conversaciones progresan y el invierno deja su huella, el dilema se afianza: ¿fue Agnes culpable o no de los terribles hechos de que la acusan?Mi opinión
Hay historias que no son sólo historias. Ritos funerarioses una de ellas.Hannah Kent novela en su obra la vida de Agnes Magnusdóttir – si lo he escrito mal, pido un millón de disculpas –, la última mujer decapitada en Islandia, acusada de haber asesinado a dos hombres. Planteada la premisa, podemos pensar que Agnes es un monstruo, ¿cierto? Bien, volved a haceros la pregunta cuando acabéis el libro.
Después de leer
Los buenos – podéis leer la reseña haciendo clic aquí – no podía no dar una oportunidad a la otra obra de la autora. La primera, de hecho; y qué jodida maravilla. No es sólo que haya un trabajo brutal de documentación, es el hecho de que casi puedes palpar a los personajes. Todo cobra vida a través de las palabras de Hannah Kent. Y eso vale muchísimo la pena.Agnes va a morir. No sabe cuándo. Pero va a morir. Uno de los pocos derechos que tiene es el de poder escoger al reverendo que le sirva de guía para aceptar su destino. Nuestra protagonista decide que lo haga Tóti, un reverendo segundo de tan solo diecinueve años.Esperad, hay más. Blödal, el comisionado de la comarca, decide que Agnes pase los últimos días de su vida – concepto total y absolutamente arbitrario – en la casa de Jón y Márgret con sus dos hijas. Puesto que Jón es el aguacil, debe aceptar el cargo.Ahora bien, ¿significa esto que la estancia de la familia vaya a ser fácil con una mujer acusada de ser asesina? La primera pregunta que me rondó la cabeza al empezar el libro fue: ¿podré no odiar a Agnes? Seamos sinceras y sinceros: si alguien os dice que debéis dar cobijo a una asesina, ¿a quién va a hacerle gracia? Por favor, yo sería la primera en poner el grito en el cielo. Dicho (
Me ha encantado. Es una historia terriblemente triste, tanto que no puedes evitar llorar. ¿Cómo no vas a hacerlo, si la historia de Agnes se te mete dentro, haciendo que aprietes los puños, preguntándote cómo es posible que sea todo tan injusto? Ojo, porque yo no sé si lo que se cuenta en Ritos funerarioses o no la verdad; así que todos mis comentarios irán referidos a la interpretación de nuestra querida Kent.A lo que iba. Es injusto, injusto y horrible que la pobre Agnes sufra todo lo que sufre: desde golpes, hasta hambruna y amenorrea. ¿Cómo no va a sufrirla, si hasta llegar a casa de Márgret no le daban prácticamente nada de comer, ya no hablemos de beber? Una cosa que me ha flipado del libro es la forma cómo la autora integra el paisaje en su novela, siendo éste casi un personaje más. Uno que se fusiona con el día a día de los personajes, uno que parece tener fauces y que araña con los primeros síntomas de invierno. No os quiero contar nada, porque el libro pasa en un suspiro, pero, por favor, estad preparadas y preparados para morir de rabia, para apretar los dientes y sisear ese “¿por qué?” que precede a las lágrimas. Las personas somos todo un misterio a veces, ¿no creéis? Agnes lo sabe bien. Y el resto de la familia con la que se aloja, también.
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la
Zona SpoilerOdié a Natan. Así de claro. Me dio rabia todo lo que hizo pasar a Agnes, la forma cómo la manipulaba y abusaba del amor que ella le profesaba. De hecho, si lo pienso fríamente, me recordó, de forma escalofriante, a un gurú de secta. Un hombre que ve a las personas débiles y sabe qué teclas pulsar para aislarlas y convertirlas, en cierto modo, en poco más que sus esclavas sexuales personales. Ajá, cómo lo leéis.Sigga– la otra chica acusada de asesinato, a la que terminan por absolver de la pena de muerte, obligándola a trabajar en una cárcel textil – y Agnes son, en palabras de Rósa la poetisa, las “putas de Natan”. ¿Y esto es tan crudo como lo pinto? Sí. Puede que incluso más. Sigga era una niña de sólo dieciséis años y Agnes una mujer que, sencillamente, se enamoró del hombre equivocado. Me gustó la visceralidad de los personajes. El odio y los celos de Lauga, la sinceridad descarnada de Stenia, el orgullo de Márgret y los silencios de Jón. Me encantó la dulzura de Tóti, el amor que poco a poco empieza a sentir hacia Agnes, aunque sepa que la mujer está condenada. Y me encantó Agnes. Agnes, que es fuerte, que lucha hasta el final, que se parte el lomo por un futuro que le han arrebatado de las manos. Agnes, que es una guerrera hasta el fin de sus días, que nació pobre y murió más pobre todavía. Agnes, que no tuvo ni familia ni infancia. Agnes, que llegó a pensar que no podía sostener un bebé en brazos por si moría. Lloré lo que viene siendo bastante, pese a saber desde la primera página que el libro iba a acabar mal. Hannah Kent no sólo “escribe bonito”, sino que consiga que vibres con la historia, que quieras mimetizarte con el papel, ser parte de la tinta. Fluir. Sí, supongo que en eso consiste: en fluir con la historia. Y cómo duele eso, joder. El final es… horrible. Así de sencillo. Crudo, descorazonador… y evidente. Hay algo poético en la forma cómo recibimos la estocada final y, si bien es cierto que no pude más que llorar con la familia que debe dar cobijo a Agnes; no puedo evitar preguntarme si tal vez no hubiera merecido un futuro diferente.
Con todo, Ritos funerarioses una novela desgarradora. Hannah Kent novela un hecho real que os pondrá los pelos como escarpias. Con Islandia como escenario, nos sumergimos en la dura vida de Agnes. Dadle una oportunidad.
Nota: 5/5