Reseña - David Copperfield ¡Hola, hola, hola! Sí, sí, sigo poniendo al día las reseñas del año pasado, pero es que no podía no traeros esta, después de lo mucho que me gustó el libro. Pero no vamos a adelantar información. Primero vamos con las cositas chachis. Viento a parte – en serio, yo no sé para qué narices me molesto en peinarme – y dramas varios – no, no estamos aquí para hacernos mala sangre -; debo decir que una de las cosas que más guais me han parecido esta semana ha sido la mañana, al completo, del miércoles. ¿Y por qué?, os preguntaréis. Bueno, pues fui con mi señora madre – que querrá sacarme los ojos cuando lea lo de “señora madre” - de compras para un cumple. Sí, sí, teóricamente teníamos que preocuparnos de una tercera persona. PERO. Siempre hay un pero, ¿verdad? Bueno. A lo que iba. Nos fuimos de, como lo quiso llamar ella, “compritas victorianas” - a mí no me miréis, eso lo dijo ella, no yo –. Todo surgió a raíz de que, tomando un café, me dio un regalito. Y el regalito fue Emma, de Jane Austen, su libro favorito de la autora. Después de hacer las compras pertinentes – ah, sí, sí, primero cumplimos -, fuimos a una librería de segunda mano. Obviando que tuve una de las conversaciones más surrealistas de mi vida – y eso ya es decir, creedme -, compré estas cositas tan cuquis – las podéis ver en la fotito, pero por si a caso no se ve bien o cualquier drama son: Historia de dos ciudades y Oliver Twist, de Charles Dickens; y Jane Eyre, de Charlotte Brontë.
¡Y ahora os toca a vosotras y vosotros! ¿Qué ha pasado de bueno esta semana? ¿Alguna salida guay con amigos o familiares? ¿Algún detallito? ¿Alguna canción que os haya arrancado una sonrisa? ¡Contadme! ¿Qué, empezamos? ¡Dentro reseña!
Ficha técnica
Título:David Copperfield Autor:Charles Dickens Traductora:Marta Salís Editorial:Alba Editorial Número de páginas: 1029 ISBN:9788484286783 Preció libro físico: 15,20€Sinopsis La huella autobiográfica que Charles Dickens (1812-1870) dejó en David Copperfield, una de sus obras más importantes, convirtió este libro en el más cercano a su corazón. David, como Dickens, vivió una infancia feliz leyendo y asistiendo a la escuela hasta que su suerte cambió. La transmutación íntima de ambos, protagonista y autor, fue compleja y sutil. Aunque ficción y realidad no siempre coinciden, las desdichas de la niñez, el trabajo en la abogacía, la condición de escritor y varios de los personajes responden a la experiencia personal de su autor. Narrada desde la distancia del adulto, la vida de David Copperfield encierra sátira y humor irónico, luto y angustia, pero también mucha alegría y ruido de personas.Mi opinión
Si soy el héroe de mi propia vida o si otro cualquiera me remplazará, lo dirán estas páginas.
El día en que nació David Copperfield, fue extraño.Extraño, porque su tía Betsy esperaba una niña. Extraño, porque su madre y la sirvienta, Miss Pegotty, estaban tan contentas que se desdibujó el clasismo que rige las relaciones señora de la casa – sirvienta. Extraño, porque tía Betsy se fue, hecha un basilisco, al saber que el bebé era un varón. Carla, viuda del tocayo de su hijo, no sabe muy bien cómo funciona el mundo. A fin de cuentas, sólo es una chiquilla, una mujer demasiado joven e ingenua, que prefiere que las cosas, sencillamente, pasen.Pues, querida Carla, las cosas van a pasar. Vaya, si van a pasar.
Llevaba mucho tiempo queriendo darle una oportunidad a Charles Dickens. Después de escuchar y leer muy buenas referencias sobre ésta y otras de sus obras – tengo súper pendiente
Historia de dos ciudades –, quería saber qué había de maravilloso no sólo en su prosa, sino en su forma de entender la época victoriana. Puedo deciros que la experiencia no podría haber sido mejor. Dickens tiene una prosa muy asequible. Con unos toques ácidos que hacen de la lectura una verdadera delicia, nos muestra la decadencia de un Londres regido por los convencionalismos sociales, en el que el “bien-queda” prima sobre la propia integridad. ¡Ya no hablemos de la falsa modestia!David es un niño curioso desde muy pequeño. Le encanta observar cosas, pasearse con su libro de cocodrilos y observar el cementerio, a pocos metros de la casa, en el que está enterrado su padre.También le gustan las muestras de afecto. Lejos de criarse de un modo casi impersonal, mantiene una relación muy estrecha con Pegotty y su madre, dos señoras que más que empleada y empleadora parecen amigas. Pero todo lo bueno tiene un final, ¿verdad?, y es que, a medida que David crece, Carla empieza a salir para asegurarse un nuevo marido.
Míster Murdstone – o míster Murderer, como lo llama cierto personaje maravilloso más adelante – es un hombre frío. Un asqueroso monstruo con patas, muy firme. Sí, sí, él destila firmeza, porque es tan firmeen sus decisiones que hasta su manera de beberse el café por las mañanas es firme.Me gustó muchísimo que Dickens se burlara, usando en exceso la palabra “firme” y derivados, de alguien tan sumamente insoportable. El prototipo de patriarca que llega a una casa, hace pis en una esquina y desata el puto infierno.Un hombre clasista – ¿qué haces, Carla, juntándote con el servicio?-, machista – Carla, flor de lis, ¿qué narices haces tomando decisiones, si eres una mujer tonta, no porque seas tonta, si no porque eres una mujer?- y maltratador – David, David, si no me haces caso, me quito el cinturón y te quedas sin cara, ¿lo tienes? -. Un hombre que rompe la familia, para que nos entendamos, y que hace que David Copperfield empiece a preguntarse por qué la felicidad ha abandonado su vida. Una de las cosas que más me ha llamado la atención del libro, sin entrar en demasiados detalles, es cómo Charles Dickens se las ingenia para que todos los personajes, en cierto modo, vuelvan. Quiero decir: no deja nadie por el camino. Tampoco desdibuja personalidades. Si alguien ha sido concebido como un grano en el culo – véase Míster Murdstone -, lo es durante todo el libro. Pase lo que pase. Vamos a generar intriga. Sí, sí, vamos a hablar del futuro de David. Con la llegada de Míster Murdstone, se suma al tablero de ajedrez una segunda pieza. Miss Murdstone. Su hermana.Firmeza número dos. Igual o peor que su hermano, dependiendo del momento. Pero esperad, que hay más. ¿Qué pasa si David se pone nervioso?, ¿qué pasa si no es capaz de aprender nada en casa, porque tiene un miedo terrible a que le castiguen por no saberse la lección? Exacto. David se va a un internado. ¿Qué, queréis saber lo que es de verdad una pesadilla?
Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler
David Copperfield es un libro que se queda contigo. Ver cómo el pobre David tiene que aguantar las vejaciones del director del internado de Salem, cómo su gran amigo, su adoradísimo Steerforth, se burla de él sin que se dé cuenta; y enterarnos de lo que le espera a la vuelta a casa fue, sin duda, muy fuerte. Nada comparado con lo que viene después, por supuesto.
En la novela hay una línea muy fina entre la tranquilidad y el desastre. Tragedias como las referidas a la familia Pegotty van de la mano de las alegrías que perfilan la vida de nuestro protagonista. Eso me gustó mucho.Quiero decir, ¿no es la gracia del día a día? Lo bueno. Y lo malo. Ahora bien, debo decir que el protagonista es una persona, sobre todo durante su infancia y adolescencia, muy sentida.¿Y eso está mal? No, en absoluto. Me resultó gracioso – sí, gracioso, así de mala soy – ver (
Mi parte favorita del libro es la segunda. Me encanta cómo por fin David dice
basta, cómo recoge sus cosas y decide ir en busca de esa tía que una vez se apartó de la familia sólo porque él no nació mujer. Y me encantó que esa mujer tuviera un par de ovarios y llamara por su nombre al asqueroso combo Murdstone.Fue divertido. Leer cómo Betsy se ponía como una verdadera amazona cada vez que alguien paseaba en burro por su césped.Fue bonito. Ver la ternura con que trata tanto a Míster Dick como a David.Y es que esa mujer, pese a toda la fuerza y dureza que muestra, es un cachito de pan. Eso sí, me reí a carcajadas con su insistencia, casi grotesca, en que David Copperfield se portara como “su hermana Betsy”.Su hermana ficticia, que se convierte en algo así como una muletilla para darle vida a un fantasma. Chapó.
El libro muestra la práctica totalidad de la vida de David, yprecisamente por eso es tan maravilloso.El chico crece, se enamora, se pone coqueto. Y la caga. La caga como todo el mundo, fiándose de la gente mala y juntándose con personajes que, en fin, me ponían francamente nerviosa.Prueba de ello es todo el episodio referido a Steerforth. El chico no busca, en ningún momento, ser un héroe; de eso estoy segura. Pese a todo, no me gustó. No me gustó que se portara con David con tanta condescendencia, que le llamase “florecilla” y que se aprovechara de su amistad para echarse unas buenas, y retorcidas, risas. Lo más gracioso es que, pese a todo, su final me dejó alucinando. No podía creerme que realmente fuera él y no lo sentí como un acto de justicia. Si Steerforth fue, hablando (
Algo que valoro, y mucho, es la evolución del protagonista. Como comentaba líneas más arriba, lo conocemos siendo un niño y lo dejamos siendo adulto. Tal vez la mejor lección, la mejor prueba de que consigue madurar, es el hecho de que sea capaz de decir “no”.Es importante, ¿no creéis?, saber plantarse, soltar ese “no puedo más, lo siento”. ¡Menos mal, David, menos mal!
El final es muy bonito. Tiene algo de descorazonador, y es que una vez te acostumbras al día a día del protagonista y compañía, decir adiós es difícil. ¡Pero si hasta Dora muestra cierto grado de madurez en la recta final! Creo que lo mejor de todo es que Dickens no se deja a nadie. Sí, me repito. Da finales, mejores o peores, a todos. Uno a uno. Como tiene que ser.
Con todo, David Copperfieldes un libro cargado de humor ácido. Con un protagonista tierno hasta lo imposible y unos personajes secundarios sencillamente maravillosos, Charles Dickens nos sumerge en las intrigas de un Londres cargado de malos presagios. No sé qué más necesitáis para darle una oportunidad.
Nota: 5/5
Citas
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Hay muchas cosas que han hecho ruido en el mundo sin valer ni la mitad que aquello, a mis ojos.(…)
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He observado a menudo que los que tienen razones legítimas de estimar su talento no lo demuestran a los ojos de los demás, con objeto de que crean en él.
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