Reseña #170: Las chicas de campo

Publicado el 28 diciembre 2019 por Alaluzdelasvelas


Reseña
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Las chicas de campo


¡Hola, hola, hola!

 ¿Cómo fue Navidad? Ah, sí, sí, quiero un informe completo jujuju Yo la verdad es que no me puedo quejar. Dejando de lado que conseguí un boli muy cuqui - o sea, os lo prometo, me pirra el material de escritorio -, mis regalitos fueron unos pantalones de yoga - aka: ¿hay algo más cómodo en el mundo, señoras, señores? - y un cinturón. Sí, sí, para el modelo salchichón. En serio que me revienta que el maldito pantalón dependa de un jodido cinturón para quedarse en su sitio. Pero bueno, la vida, el universo y todo ese rollo. Así que sí, sí, creo que queda claro que por mi parte, más que encantada con las provisiones del señor del Polo Norte jujujujuju

 ¡Última entrada del año! Ajá, no habrá wrap up de diciembre, básicamente porque he leído nada y menos y, en fin, me da hasta vergüenza hacer un recuento de tan poquita cosa. ¿Y para qué aviso? Pues porque si no no me quedo a gusto, ya sabéis que o lo digo todo o reviento.

 Antes de empezar con la reseña, quiero aprovechar para desearos una muy feliz noche vieja. Espero que lo paséis de diez y medio, sí, sí. Y ahora sí que sí, ¡dentro reseña!


Ficha técnica

Título:Chicas de campo 1 – Las chicas de campo Autora:Edna O’Brien Traductora:Regina López Múñoz Editorial:Errata Nat– Colección El paisaje de los panoramas Número de páginas: 304 ISBN: 9788415217589 Preció libro físico: 17,95€ (Tapa dura) / 14,95€ trilogía completa (Tapa blanda) Precio libro electrónico:5,69€ (Versión Kindle para la trilogía completa)
SinopsisIrlanda, años 50. Lejos de la capital, Dublín, y en medio de un verde paisaje, bellísimo pero exigente, la joven y aplicada Caithleen ha crecido llena de encanto gracias a la sabiduría y humildad de su madre; una madre obligada, por las duras condiciones del campo, a ser fuerte en cada momento, a sobreponerse a toda desgracia. Pero algo va a suceder que transformará la vida de Caithleen. Y en esa nueva vida, la de la única hija de una familia venida a menos, estará acompañada por su amiga de la infancia Baba, por la sofisticada madre de ésta, por el peculiar Hickey y por una docena de personajes soberbiamente retratados que hoy día nos siguen pareciendo muy vivos; y entrañables, como en toda vida que merezca la pena rememorar. Caithleen recuerda para nosotros su pasado: unas veces lleno de risas; otras, superando las lágrimas.Mi opinión En ese pequeño pueblo irlandés huele a flores, leche fresca y sonrisas. En ese pequeño pueblo, Caithleen sabe que lo mejor que le puede pasar a su madre es que su padre no esté en casa. Porque ese hombre hace cosas horribles. Le pega. Le grita. La viola. Su cabecita de niña todavía no lo entiende. Y no lo entiende porque un niño, una niña, jamás debería tener que entender algo así. El caso es que papá no está cuando Caithleen va a clase con Baba, esa niña borde, repelente, que siempre le hace putadas y que, joder, no para de reírse de ella por ser pobre.
 En ese pequeño pueblo irlandés, se anuncia una desgracia. Caithleen va a tener que crecer a marchas forzadas, porque su vida apacible, tranquila – siempre que papá no está –, se ve truncada. La familia de Baba está ahí para ayudarla y es que, aunque su madre es excéntrica y el hermano un poco capullín, el padre de Baba sabe que Caithleen tiene mucho que ofrecer. Una niña inteligente, dulce, encantadora. No como su hija. Porque Baba es mala… ¿verdad?
 Una peculiaridad – una de tantas, en realidad – de esta pequeña joya, es que siendo un libro duro, no deja de ser tierno. Me explico. Edna O’Brien escribe de una forma sencillamente deliciosa y es por eso que cada descripción, aunque decadente, parece brillar. Un brillo del que se contagian las protagonistas. Porque Baba y Caithleen son dos caras de la misma moneda: sombras por definir. Mujeres en una época harto machista, que solo quieren disfrutar de su juventud. ¿Sabéis esta canción de Girls just wanna have fun? Pues tal cual.
 Una época machista, os decía. También horrible para las niñas pequeñas, para los niños pequeños. No os diré cómo, pero Baba y Caithleen acaban asistiendo a un colegio de monjas en el que, me vais a perdonar, tratan fatal a las niñas. Una panda de cabronas reprimidas, eso son todas esas sores y madres – maldita broma de mal gusto, eso de llamarse “madres” –, que sólo quieren castigar. Vengarse de lo mismo que les pasó a ellas, imagino, con personas que por aquel momento ni siquiera eran un jodido proyecto de embrión. Bravo, amigas, bravo…
 Hambruna, frío y maltrato. Todo aderezado con unas cuantas oraciones y castigos desmedidos. También comentarios piadosos. Y es dentro de ese puritanismo donde la bomba Baba siembra el pánico más absoluto. El mismo que hace que la vida de nuestras dos chicas cambie… por segunda vez.
 Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la ZONA SPOILER
 Me moría de la risa con las salidas de tiesto de Baba. Es una cabrona con muy mala baba – perdonad mi súper chistaco –, pero se hace querer. Y es que la chica lo suelta tal cual lo piensa, algo que le da mucho valor a su personaje, dentro del marco en el que está descrito. ¿Una mujer deslenguada entre hombres que no se callan? Bendita Baba.

 Caithleen me gustaba… al principio. Si me conocéis, sabéis que mis talones de Aquiles son los celos, la cobardía y las mentiras. El caso es que Caith va de santita, pero no deja de ser una persona que ejecuta en función de lo que se le exige en el momento. Si Baba quiere hacer una locura, ella la sigue; ahora bien, cuando llega su querido señor… se descentra. Darse así, sin reservas, estaría muy bien… si dejamos de lado que hablamos de un adulto aprovechándose de una chica que acaba de descubrir eso “de ser mujer”. Y lo escribo entrecomillado porque muchas veces su comportamiento era más propio de una niña caprichosa de quince años. ¿He sido lo suficientemente clara? Pues eso.
 Que Baba y Caithleen la lían en Dublín es pasarse. Realmente sólo van a algunas fiestas y tienen más de un desencuentro, la mayoría de ellos patrocinados por su inconsciencia. Porque son dos niñas a las que nadie les ha dicho “no tenéis porqué hacerlo”. Baba se deja llevar. Caithleen no. Y eso le vale ser una “frígida”. Un término muy gordo, si recordamos todo lo que escuchó en su casa, ¿no creéis?
 Me temo lo peor para las dos. Porque son unas cabronas, pero las adoro. Y las adoro porque nunca sabes por dónde demonios van a salir. Es esa espontaneidad, mezclada con su ternura casi infantil, lo que las hace difíciles de olvidar. El final es muy triste. Baba… bueno, sólo espero que en las próximas entregas siga regalándonos momentos mordaces y divertidos. Caithleen se llevó el bofetón de realidad que necesitaba. Claro que los amores son bonitos. ¿Quién no se ha enamorado, en realidad?; pero a veces… bueno, a veces el amor, sencillamente, no es suficiente.
 Supongo que crecerán a golpe de disgustos. Una cadencia de golpe, caída, levantarse; que las acabará convirtiendo en las sombras que se anunciaban en el inicio de la trilogía. Malos augurios a parte, debo decir que me muero de ganas por saber qué más va a pasar con nuestras chicas de campo.


Dulce y triste, Las chicas de campo es un inicio de trilogía sencillamente maravilloso. Con dos protagonistas que hacen las delicias de la lectura, Irlanda está más que preparada para encajar a dos pequeños huracanes. Huracanes que no están preparados, sin embargo, para la que se les viene encima.
Nota: 5/5