Reseña #50: la lección de august

Publicado el 10 julio 2015 por Alaluzdelasvelas
RESEÑA #50: LA LECCIÓN DE AUGUST

¡Hola a tod@s! J Esta vez os traigo una reseña muy especial y es que no sólo se trata de una joyita recién descubierta, sino que ha sido mi primera lectura conjunta. Estefanía, del blog Baúl literario, y yo decidimos hacer una lectura conjunta y después de pensar qué libro escoger salió este. Así que hoy tendréis la reseña de esta joyita tanto aquí como en su blog. ¡¡No olvidéis pasaros!! J Por otro lado quería dar las gracias a Omaira, del blog Entre la lectura y el cine, de no ser por ella no habríamos podido traer hoy la reseña, ya que encontré el libro cuando el ordenador estaba en proceso de arreglo y fue ella quién le pasó el mensaje a Estefanía. Así que… ¡Mil gracias!

Ficha técnica


Título: La lección de AugustAutora: R.J. PalaciosEditorial: Nube de tintaNúmero de páginas: 414ISBN: 9788415594024Precio: 14,95€Sinopsis«Todos deberíamos recibir una ovación al menos una vez en nuestra vida, porque todos vencemos al mundo.» Auggie Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en vano de esconder su rostro, pero, aun así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, entre la compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las Galaxias. Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la adversidad, aceptarse tal y como es, sonreír a los días grises y saber que, al final, siempre encontrará una mano amiga.Mi opinión August es un niño diferente. Desde que nació tiene un problema en la cara,  fruto de la interacción entre diferentes enfermedades hereditarias, formando así un cóctel por culpa del cual los niños no quieren acercarse a él. Pero nuestro protagonista se siente normal, al fin y al cabo… ¿Qué hace él que no haga cualquier otro niño de once años?  Cuando, un día, se entera de que sus padres piensan llevarlo a un colegio de pago para hacer quinto, August se siente desfallecer. ¿Y qué pasa con su cara? ¿Cómo va a sobrevivir a un año con montones de niños que no harán otra cosa que juzgarlo? Una joyita que no había tenido el placer de leer. Hasta ahora. R.J. Palacio crea una historia hermosa, con un personaje protagonista simplemente maravilloso. La mentalidad de cada uno de los personajes que nos regalan sus pensamientos son perfectas, cada una a su manera. Esto es: cuando quien narra es un niño de 11 años buscas una mentalidad infantil, no pensamientos complejos y profundos y, sin duda, la autora lo logra. Y con creces.  Los padres de August deciden que será bueno para él visitar el instituto antes de asistir a las clases, así que el director, el señor Traseronian, prepara un pequeño tour por el centro en manos de Jack Will, Charlotte y Julián. Augustpasea con ellos por todo el centro y empieza a darse cuenta de que Jack es, realmente, una buena persona. Sin embargo, no puede decir lo mismo de Julián, ese niño que no para de hacer comentarios desagradables hacia su persona.  ¿Qué pasará cuando empiece el curso? ¿Será todo el mundo tan repelente como Julián? ¿O, por el contrario, nadie tendrá tantos prejuicios?  Y, ahora… Bienvenid@s a la Zona Spoiler Perfecta. Esa es la palabra que define esta novela. Nuevamente quiero recalcar el trabajo que hace R.J. Palacios. A mi parecer es un tema muy importante el de la tolerancia, puesto que todos somos seres humanos y no hay nadie, repito, nadie, que merezca ser repudiado ya sea por tener una malformación, una enfermedad seria o, simplemente, pertenecer a una cultura distinta. Visto esto… Ojalá esta novela algún día se convierta en una lectura obligatoria en todos los centros de enseñanza (sí, un poco ambicioso, pero… ¿No es esto una reseña completamente subjetiva?). La llegada de August al instituto es tan apoteósica como él ya suponía: todo el mundo habla de él a sus espaldas, nadie quiere tocarlo o estar cerca de él y, lo que es peor, el cabecilla de un grupo de populares, Julián, se la tiene jurada. Sin embargo, no todo es malo. Nuestro pequeño protagonista conocerá a Summer, una chica encantadora; y estrechará lazos con Jack, un personaje que, aunque en algunos momentos quise darle un par de bofetones – y tres también, pero eso ya es otro tema –, me pareció entrañable. Me ha gustado mucho que R.J. Palacios nos muestre las perspectivas de Via, Summer, Jack, Justin y Miranda; ya que, de este modo, podemos conectar mucho mejor con ellos y comprender cómo ven ellos a August y cómo se desenvuelven en sus respectivas vidas. Tal vez mis partes favoritas han sido las de August, Jack y Summer, pero, como digo, todas tienen su encanto.  El libro tiene contenido ficticio, pero también real. Aquí me explayaré un poco más a gusto. Por un lado tenemos la vida de Via, que ve como sus dos mejores amigas experimentan un fuerte cambio, dejando de ser las que eran. Así pues, no le quedará otra que cambiar de compañías, acción que le llevará a conocer a Justin, su novio. Miranda, por su parte– antigua mejor amiga de Via – hará una carrera hasta la popularidad, cambiando no sólo su forma de vestir, sino de actuar. Debo reconocer que la chica, pese a ese giro tan drástico, mantiene su esencia: ve a August como un hermano pequeño al que debe cuidar. Y el bullying. Sinceramente, yo no he sufrido este acoso y, por tanto, no sé cómo se siente la persona en cuestión, pero sí debo reconocer que lo que hacen a August me puso histérica en más de una ocasión. Es una persona. Un ser humano. No entiendo como personas adultas, como la madre de Julián, hablan de él como “persona con necesidades especiales”. ¿Especiales? Eh, no. Me da a mí que esa señora debería replantearse su vida entera y meterle en la cabeza a su estúpido hijo que la intolerancia está pasada de moda. Por supuesto, igual que hay cosas malas, hay cosas muy buenas: superación de prejuicios, empatía y amor.  El final de la historia, para mí, ha sido la mejor parte. Me gustó muchísimo que personas que primero repudiaban a August salieran en su defensa, viendo así que habían sido unos completos estúpidos. Eso por no hablar del maravilloso broche de oro que son los últimos capítulos. “Todos deberíamos recibir una ovación al manos una vez en nuestra vida, porque todos vencemos al mundo”. Esas palabras, dichas por August, me parecieron preciosas y muy acertadas. Este pequeño niño de 11 años sobrevive a su primer curso en un centro con otros niños y no sólo eso, sino que acaba siendo reconocido como una persona maravillosa.  Así que, sólo me queda deciros una cosa: si no habéis leído el libro, no sé a qué diablos estáis esperando. Con todo, La lección de August es un libro precioso, contando desde la perspectiva de diferentes personajes, cada uno con su propio encanto. El amor, la empatía, el odio irracional… Todo ellos mezclado para configurar una historia, que, sin duda, no pasará desapercibida para nadie.
Nota: 5/5Citas(…) Seguimos al señor Traseronian por unos cuantos pasillos. No había mucha gente, y la poca que había no se fijó en mí, aunque a lo mejor fue porque no me vieron. Mientras caminábamos, iba escondido detrás de mamá. Y sé que puede parecer infantil, pero en esos momentos no me sentía demasiado valiente.(…)

(…) El caso es que cuando era pequeño no me importaba conocer a otros niños, porque todos los niños que conocía eran pequeños, como yo. Lo guay de los niños pequeños es que no dicen cosas para intentar hacerte daño, aunque a veces digan cosas que te hacen daño. Pero no saben lo que dicen. Los niños mayores… esos sí que saben lo que dicen. Y eso no me hace ninguna gracia. Uno de los motivos por los que me dejé crecer el pelo el año pasado era porque no me gusta que el flequillo me cubra los ojos: eso me ayuda a tapar las cosas que no quiero ver. (…)
(…) A veces, cuando tengo la sensación de que estoy a punto de echarme a llorar, acabo echándome a reír. (…)
(…)-Julian.-¿Y ese no era amable?-No, nada amable.-Ah. – Se quedó pensativa durante un segundo –. ¿No será uno de esos chicos que se comportan de un modo con los adultos y de otro con los niños?-Sí, supongo que sí.-Ah, a esos no los soporto – contestó, estando de acuerdo conmigo.(…)
(…)-Quiénes somos – dijo, subrayando cada palabra –. Quiénes somos.  Nosotros. ¿Lo entendéis? ¿Qué clase de personas somos? ¿Qué clase de personas sois? ¿A caso no es lo más importante de todo? ¿No es esa la pregunta que deberíamos hacernos a todas horas? ¿Qué clase de persona soy? ¿Alguien se ha fijado en la placa que hay junto a la puerta del colegio? ¿Alguien ha leído lo que pone? ¿Nadie? Miró a su alrededor, pero no nadie sabía la respuesta.-Pone: <<Conócete>> – dijo. Sonrió y asintió –. Y estáis aquí para aprender a conoceros.(…)
(…) Es increíble la facilidad con que una mentira puede escapar de entre los labios.(…)
(…) La verdad es que me gusta como hablan los médicos. Me gusta cómo suena la ciencia. Me gusta que haya palabras que no entiendes que expliquen cosas que eres incapaz de entender.(…)
(…) Acabé Guerra y paz en octubre. Fue increíble. La gente piensa que es una lectura difícil, pero no es más que un culebrón con un montón de personajes, gente que se enamora, que lucha por amor, que muere por amor. Yo quiero enamorarme así algún día. (…)
(…) Todas las niñas de mi mesa estaban cuchicheando sobre él. No era el único alumno nuevo en Beecher, pero era el único del que hablaban todos.(…)
(…)-Jack, a veces no hace falta que uno quiera hacerle daño a alguien para hacerle daño, ¿entiendes? (…)
(…)-Es un estilo de música – dijo Justin –. Es como la música criolla. -¿Qué es criolla? – pregunté. -Deberías decirle a la gente que es una metralleta – dijo Auggie –. Así nadie se metería contigo.(…)
(…) La sorpresa es uno de esos sentimientos que pueden resultar muy difíciles de ocultar, tanto si intentas parecer sorprendido cuando no lo estás como si intentas no parecer sorprendido cuando sí lo estás.(…)
(…)-Hay una frase maravillosa en un libro de J.M. Barrie (y no, no es Peter Pan, y no voy a pediros que aplaudáis si creéis en las hadas). – Todo el mundo se rió –. En otro libro de J.M Barrie titulado El pájaro blanco, dice… – Se puso a pasar páginas de un librito hasta que encontró hasta que encontró la que buscaba,  y volvió a ponerse las gafas –: <<¿Podríamos hacer una nueva regla: intentar siempre ser más amables de lo necesario?>>(…)