Reseña #53: te esperaré
Publicado el 15 agosto 2015 por Alaluzdelasvelas
RESEÑA #53: TE ESPERARÉ
¡Hola a tod@s! J ¿Qué tal la semana? ¿Disfrutando de la playa y la piscina? Hoy os traigo la reseña de un libro que leí hace bastante tiempo (
porque, claro… ya sabéis que llevar las cosas al día no mola nada… Por favor… XD) y que, para ser mi primer contacto con la autora, me gustó mucho. Veréis, cuando un autor o autora tienen una bilogía, trilogía o saga muy famosa, a mí me gusta empezar por cualquier otra novela. Así es como realmente sé si el estilo de la persona en cuestión me gusta. Después de mi lectura… me muero (aún más) de ganas por echarle el guante a Obsidian, primera parte, como tod@s sabréis, de la saga Lux. Ficha técnicaTítulo: Te esperaré Autora: J. LynnEditorial: SUMANúmero de páginas: 416ISBN: 9788483657799Precio: 17,00€SinopsisSe llama Cameron, y te va a enamorar. Avery Morgansten necesita huir. Viajar a miles de kilómetros de su hogar para ir a la universidad es el único modo en que puede escapar del recuerdo de esa fatídica fiesta de Halloween que cambió su vida para siempre. Lo que no entraba en sus planes era atraer la atención del único chico que puede hacer pedazos el frágil futuro que está intentando construir. Cameron Hamilton es un metro noventa de irresistible atractivo completado con un par de imponentes ojos azules y una increíble capacidad para hacer que Avery desee cosas que creía que le habían sido arrebatadas para siempre. Relacionarse con él es peligroso. Pero ignorar la tensión ardiente que surge entre ellos —y que saca un lado de Avery que ella ni siquiera sabía que existía— es imposible.Mi opinión Avery ha sufrido muchísimo. Su pasado es más que turbio, con fantasmas con los que lidia día a día, así que, cuando acaba el instituto, no se lo piensa dos veces al aceptar una plaza en una universidad en la otra punta del país. El dinero ahorrado, así como sus ganas de huir, se convierten en su único objetivo de vida. Enterrar el pasado, vivir de nuevo. Lejos de su familia. Lejos de sus secretos. Lo que nuestra protagonista no puede imaginar es que, una vez lejos de casa, se topará, el primer día de universidad, con un atractivo chico de ojos azules, Cameron. Avery llega tarde a clase de astronomía, asignatura que comparte con ese chico de mirada curiosa, pero, después del enorme bochorno que padece, hace lo único que ha aprendido a hacer en casos extremos: correr. Huir. Había leído y oído maravillas sobre esta autora, aunque todavía no me he animado con la archiconocida saga Lux. Sin embargo, tras haberme adentrado en las páginas de este libro, puedo decir que estoy más que satisfecha con lo que he encontrado. J. Lynn escribe de un modo cercano, conformado personajes humanos, con problemas y remordimientos como cualquiera de nosotros. Su prosa no peca de descriptiva, aunque sí de detallista. Me ha gustado muchísimo ver como describía los ambientes, las situaciones… sin llegar a resultar para nada pesada. Tras el encontronazo, Avery habla con sus dos amigos– un chico gay y una chica de lo más alocada –
sobre lo sucedido y ambos se asombran de que el chico se haya presentado como Cam, en vez de como Cameron. Por supuesto, eso es un dato irrelevante para nuestra protagonista. Ella lo único que quiere es centrarse en los estudios, olvidar su horrible pasado y seguir adelante. Pero ese mismo día cambiarán dos cosas en su vida. La primera es que, una vez llega a su apartamento, se dará cuenta de que Cameronno es sólo un hombre irresistible con el que se ha topado, sino que, para colmo, es su vecino. La segunda es que toda una serie de mensajes hirientes y llamadas descontroladas llegan a su móvil y su correo electrónico… ¿Qué hacer cuándo lo poco que has construido se viene abajo poco a poco? ¿Cómo seguir ignorándolo todo? Y ahora, bienvenidos a la
Zona Spoiler Debo decir que he quedado sorprendida ante la historia que se esconde tras estas páginas. No es algo original, ni siquiera algo que pueda llegar a dejarme con los ojos como platos, pero sí es conmovedora y dulce. J. Lynn confecciona una historia sin demasiadas intrigas, en las que lo que prima es la capacidad de superación de Avery, una chica rota por dentro. Su pasado se me ha antojado turbulento y desagradable: que un chico que creía dulce y amable la viole de tal modo, llegando al límite de no saber “cuál es el lugar correcto”… ¿Qué queréis que os diga? Me parece francamente repulsivo y, de ser ella, le pegaría una soberana paliza para quitarle todas las tonterías. Pero la cosa no acaba ahí y es que mi indignación fue en aumento al comprobar que, para más inri, su vomitiva familia le pidió que retirara los cargos. ¿En serio? ¿Su propia familia? ¿Por dinero? Como gota que colma el vaso tenemos el hecho de que todo el maldito instituto la tacha de mentirosa y mil millones de insultos que no tienen lugar aquí, haciéndole el vacío más absoluto y llenando sus redes sociales de palabras subidas de tono. No sé vosotr@s, pero si un amigo o amiga se ve en esa situación lo último que haría sería no creerle. Eso por no hablar de la que liaría, porque, vamos, me parece el colmo de la vergüenza que haya gente tan sumamente cateta. Retomando el hilo de la historia, Cameron empieza a acercarse a Avery. Siente verdadera curiosidad por esa chica huidiza que no quiere ni oír hablar de fiestas, que siempre intenta poner tierra de por medio y que no habla de su vida. Así que logra derribar algunas barreras de su vecina con la estrategia de llevarle el desayuno cada domingo. El ritual del domingo se convierte en una bendición para Avery, que va sintiéndose cómoda al lado de Cameron. Un día, su vecino le pide que vaya a su casa en Navidad, como amigos, y ella acepta. Al fin y al cabo… ¿De verdad quiere pasar la Navidad ella sola? Es maravilloso ver cómo los padres de Cameron la acogen con los brazos abiertos, al igual que su hermana, una chica que también ha sufrido a manos de algún que otro hombre. Sin embargo, el viaje no termina de ser idílico. Una noche Cameron se cuela en la habitación de Avery y, cuando está con ella, le quita el brazalete que siempre luce en la muñeca. ¿Cuál es su sorpresa al comprobar que bajo el brazalete está la clara prueba de un intento de suicidio? El drama se multiplica en esta parte y es que Avery se siente terriblemente expuesta y vulnerable ante los ojos de ese chico que se está abriendo un hueco en su corazón. Así que, nuevamente… Huye. Creo que la autora ha hecho un buen trabajo en la construcción de Avery en ese aspecto. Tal vez a algún@s les parecerá desesperante su comportamiento, pero yo creo que simplemente es lógico. No quiere que la juzguen más, no quiere hacer frente a las llamadas que cada vez son más continuas y no quiere que nadie se entrometa en su vida más de lo necesario. Pero Cameron no cede terreno a nuestra protagonista, que, viéndose entre la espada y la pared, se rinde a su protección. No quiero comentar nada más, aunque soy plenamente consciente de que no he seguido hablando de las llamadas telefónicas. Creo que es un libro que hay que ir saboreando poquito a poco, sin prisas, sintiendo los miedos y dudas de la protagonista, viendo la paciencia y tenacidad de Cameron, un chico que oculta algo bastante importante tras esa fachada de chico encantador. Aunque sí os diré que valdrá la pena.Con todo, Te esperaré es una novela preciosa, con toques dramáticos y divertidos, una prosa cuidada y detallista y unos protagonistas que nos dejarán con muy buen sabor de boca. Los misterios, las dudas y los miedos siempre pueden ser superados.
Nota: 4.5/5Citas(…) Con lo que no contaba fue con el atasco de un kilómetro y medio que llegaba hasta la señal de stop, porque Dios nos librara de poner un solo semáforo en una ciudad histórica, ni tampoco con el hecho de que no quedaba un solo sitio libre para aparcar en el campus. (…)(…) Me tambaleé hacia atrás, agitando los brazos como si fuera un guardia de tráfico zumbado. Mi bandolera, llena hasta los topes, se me resbaló, provocando que me empezara a caer hacia ese lado. El pelo me tapó la cara, una cortina de color castaño que hizo que todo se volviera oscuro mientras mi equilibrio peligraba. Ay, Dios mío, me estaba cayendo. No había manera de pararlo. En mi mente bailaron imágenes de cuellos rotos. (…)
(…)-Me estoy muriendo de envidia ahora mismo. Daría mi testículo izquierdo por chocarme contra Cameron Hamilton. Me atraganté de tanto reírme.-Vaya. Eso es algo muy serio.-Cameron Hamilton es un tema muy serio, Avery. No lo podías saber. No eres de por aquí – dijo Jacob. (…)
(…)-Es que no estoy interesada en tener una relación. Jacob se rió.-No estamos diciendo que Cameron esté interesado con eso, ya lo sabes. No tienes que estar saliendo con alguien para tener un poco de ñaca ñaca. Brittany se le quedó mirando.-¿De verdad acabas de decir eso?-Sí. Y no lo retiro. Me voy a hacer una camiseta que lo ponga. – Jacob esbozó una sonrisa –. En cualquier caso, todo lo que digo es que ese chico es una oportunidad que a lo mejor no quieres dejar pasar.(…)
(…) Me encantaba bailar, todo lo que había implicado. El entrenamiento, los ensayos, y especialmente la espera que conducía al momento en el que salías a escena. Nada se comparaba a ese instante en el que estabas entre bambalinas, aguardando a que dijeran tu nombre; el aliento que cogías al salir al escenario y quedarte quieta bajo los focos. Ese segundo de tranquilidad en que cerrabas los ojos y dejabas que la música comenzara, sabiendo que todo el mundo estaba concentrado mirándote.(…)
(…) Lloré por Molly y por todo lo que había tenido que pasar. Lloré por Cam y por todo lo que le había hecho pasar. Lloré porque, a pesar de todo, todavía me quería. Sobre todo, lloré por todo lo que había perdido y por todo lo que sabía que podía ganar.(…)
(…)-Lo cierto es que no – dije mientras mi mirada se posaba en el inmaculado césped y la mansión de ladrillos –. Tus padres tienen un hogar. Esto es solo una concha vacía y muy grande. (…)
(…)-Podría estar mirándote toda una vida. No me cansaría nunca.-¿Ni cuando envejezca?-Ni entonces.(…)
(…) Todo iba bien. A lo mejor no era perfecto, pero no se suponía que la vida fuera perfecta. Era caótica y a veces un desastre, pero había belleza en su desorden y podía haber paz en la catástrofe.(…)