Eva Medina Moreno
Sombras
Groenlandia Ed. Digital – (Madrid/Córdoba 2013)
Ideal para los lectores de relato oscuro. ¿Surrealismo, quizá? No sé… No estoy capacitada para manifestarme al respecto.
En mi opinión como lectora, sin tener en cuenta otros detalles más eruditos, Sombras es una recopilación de relatos donde la demencia toma la palabra para expresarse por sí misma, sin intermediarios. A través de sus páginas, realidad y alucinación caminan de la mano.
La autora ha empleado en su discurso oraciones cortas, con un gran despliegue descriptivo, tanto en lo referente al instante psicológico o de comportamiento como al subjetivo, de manera que el lector pueda apreciar perfectamente las sensaciones y emociones que se desean transmitir.
Desde el primer relato Tan frágil como una hormiga seca hasta el último Sombras que da título a este volumen, el lector se ve arrastrado hacia la idea misma. Vivirá en primera persona lo experimentado por el rechazo de una madre, las consecuencias del alcoholismo, el instante previo al suicidio y el despertar a intervalos de la pesadilla que supone la abstinencia cuando se trata de presentarle batalla.
En Sombras el lector no encontrará los finales felices, ni aquellos puntos de reflexión tras la lectura de otros géneros, pero no permanecerá indiferente ante lo que le es narrado. A mí, personalmente, y sin ser éste un género que me atraiga demasiado, he de confesar que me han impresionado muchos de los aspectos encontrados en este libro.
Al tratarse de una lectura digital, no me resulta fácil la recopilación de aquellos fragmentos o citas que más me llaman la atención. No obstante, he tomado notas de aquellos en los que me he detenido por merecerme especial interés en cuanto al léxico empleado y las expresiones metafóricas o comparativas, sobre todo, en el relato titulado Delirio:
« […] La ventana sigue allí, pero sueño que la estoy soñando… Traje hecho de piel. Piel enferma sobre piel enferma… Disfrazado de mí mismo… Las piernas endurecidas, como títere al que han cortado los hilos de los pies […]»
Éste que cito, Delirio, creo que es uno de los que más han captado mi interés. No quiere decir esto que el resto de relatos hayan pasado desapercibidos, pero, sin duda, la soledad, el miedo, la desorientación y otros conceptos abstractos, son mostrados aquí como si se tratase de objetos físicos expuestos en una vitrina a la vista del lector.
Esta definición de vitrina o escaparate podría muy bien aplicarla al resumen de éste, mi comentario sobre Sombras: Una vitrina donde predomina la obsesión y la vigilia se hace imprescindible; un escaparate en el que, el temor al descontrol de la propia voluntad, las consecuencias de la rutina, la mordaza del tiempo, el punto de partida sin salida desde ningún lugar, la decepción… dejan de ser de ideas para convertirse en sensaciones percibidas desde la distancia que media entre la pluma de la autora y la conciencia del lector.
Lola Estal