RESEÑA: Agua en los pulmones.

Publicado el 03 junio 2019 por Jimenada
AGUA EN LOS PULMONES
Título: Agua en los pulmones.
Autoras:
Kelly Robson: galardonada escritora de ficción corta cuyo trabajo ha aparecido en los mercados de ficción especulativa más importantes. Ha sido finalista de los premios Nébula, Word Fantasy, Theodore Sturgeon, John W. Campell y Sunburst. Su novela corta Una mancha humana ha ganado el Nébula 2018 a Mejor Novelette.
Lucy Taylor: es autora de siete novelas, incluyendo la ganadora del premio Stoker The safety of unknown cities, así como de seis antologías y más de cien relatos cortos. Su novela de ciencia ficción/terror Amados fue finalista del premio Bram Stoker en 2018.
Ruthanna Emrys: es autora de la serie El Legado de Innsmouth, que comienza con la novela corta La letanía de la Tierra y continua con las novelas Winter Tide y Deep Roots. Vive en una misteriosa casa señorial a las afueras de Washington DC con su mujer y su amplia y extraña familia.
Editorial: Pulpture.
Idioma: inglés.
Traductora: Sofía Braker.
Sinopsis: Agua en los pulmones presenta tres historias de tres autoras distintas, todas inéditas en español y vinculadas por la temática de terror y la presencia de elementos acuáticos. Una Mancha Humana, de Kelly Robson, nominada al Locus y ganadora del Nébula 2018, está ambientada en la época victoriana y en un castillo aislado del resto del mundo.En Amados, de Lucy Taylor, nominada al premio Bram Stoker 2017, la protagonista, en un futuro postapocalíptico, presencia en directo el cambio adaptativo y nada pacífico que está ocurriendo en las especies que habitan la tierra y el mar. La letanía de la Tierra, de Ruthanna Emrys, tiene por protagonista a Aphra Marsh, originaria de Innsmouth, que ha estado encarcelada en un campo de concentración los últimos quince años.


Su lectura me ha parecido:
   Perturbadora, conceptualmente interesante, reflexiva, con unos relatos muy diferentes entre sí, con una intención clara y bien definida... Hace unos años, cuando se hablaba de literatura de género se hacía de forma peyorativa, despectiva, rozando el insulto. Pues para muchos eso no se consideraba literatura de verdad, sino como algo de segunda, que por su calidad no podía compararse a los títulos que forman el olimpo de las letras. Esos clásicos de la literatura universal inamovibles e intocables. Cualquiera que osase criticar, menospreciar o simplemente decir que uno de ellos estaba totalmente sobrevalorado. Las siete plagas caían sin piedad sobre ella o él. De hecho, el que te gustase leer algunos de los subgéneros que componen este tipo de literatura, era visto como algo infantil, inmaduro, poco serio, que no tocaba aproximarse a ella cuando se cumple una determinada edad, friki. Como si tuvieses el síndrome de Peter Pan alojado en el interior sin posibilidad de dejarlo marchar. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, de pronto, todos somos frikis (hasta los que antaño despreciaban y se vanagloriaban de consumir "alta cultura"). El fenómeno ha colapsado y ha acabado por extenderse en todas las vertientes posibles. Los que antes no se hubiesen ni asomado a un libro de Tolkien, ahora celebran cada temporada de Juego de Tronos como si fuera la final de la Champions. Los que, excusándose en lo aprensivo, no se atrevían con las novelas de Stephen King, ahora miran al terror con otros ojos, menos prejuiciosos y más analíticos (si hasta ha favorecido el redescubrimiento de Shirley Jackson y la recuperación de Sabrina en Netflix). Los que pensaban que la literatura de ciencia ficción era cosa de raritos y de empollones, se quitan el sombrero ante cualquier capítulo de Black Mirror o se horrorizan con el relato de June (Defred) en El Cuento de la Criada. Esta claro que la televisión, y sobre todo, el furor por las series ha modificado comportamientos y desprejuiciado a una sociedad cargada de imágenes preconcebidas. También en terreno literario están cambiando las cosas, muestra de ello es el volumen de relatos que hoy os descubro, en donde el terror (tan alabado durante el XIX y posteriormente relegado a un género de segunda fila) también puede tener diferentes lecturas, reflexiones...Pero sobre todo, demuestra que éste también es un terreno fabuloso para las escritoras. Agua en los pulmones: concepto, trasgresión y distintas formas de abordar el miedo.
   Lo recuerdo como si fuera ayer. Era mi primera presentación desde hacía muchos meses, y por si fuera poco, era también la primera en la que no iba a contar con una autora/or a mi lado durante el transcurso de la misma. Lo cual me fascinaba y me ponía nerviosa a partes iguales. Nunca antes había participado en algo así, en donde la traductora en este caso iba a ser la que contase los entresijos de Agua en los pulmones. ¿El lugar? La Batisfera, una librería en pleno Cabañal, a pocos metros de la playa que enseguida me fascinó. Llegué con bastante tiempo, así que no tuve reparos en observar cada una de las secciones que escondían aquellos estantes abarrotados de libros (muchos de ellos en lengua inglesa y en unas preciosas ediciones de segunda mano), tomarme un café en la cafetería (sí, también tenía una cafetería ¿no es fantástico?) y esperar a que Sofía Barker (con quien había intercambiado unos pocos mensajes) apareciese por la puerta. A fuera, la lluvia no dejaba de caer y entonces pensé en que la fortuna nos sonreía, ya que los relatos reunidos en Agua en los pulmones no podían tener una temática más acuática. En cuanto Sofía llegó los nervios poco a poco desaparecieron (me encantó poder conocer a alguien cercano al mundo de la traducción y que como yo era una amante del terror) y aunque la asistencia fue muy escasa (pero extraordinariamente participativa) condujimos la presentación a un coloquio en el que hablamos de del oficio del escritor, subgéneros dentro del terror desde una perspectiva de género, experiencias traductoriles, curiosidades varias, influencias... ¡Si hasta salió el debate entorno al machismo y al racismo en la obra de Lovecraft! Todo ello enmarcado entorno a la celebración del Día de las Escritoras (que recordemos, es el 15 de octubre). Toda esta experiencia acumulada me sirvió para que (con cierto retraso) pudiese rearmar el discurso y el análisis que a continuación me dispongo a exponer.
   Lo primero que hay que comentar es que Agua en los pulmones reúne bajo ese título tres relatos muy diferentes entre sí, cada uno de ellos exponente de un subgénero dentro del terror (los cuales desgranaremos brevemente) y escritos con una pluma femenina. Durante años se ha hecho creer que las mujeres no son aptas o no reúnen las cualidades suficientes como para hacer temblar a los lectores con historias de fantasmas, monstruos o traumas psicológicos. Algo que se refleja, por desgracia, en los premios literarios dentro del género así como en la apuesta editorial por escritoras que dominasen como nadie los entresijos de una forma de hacer literatura que ha encumbrado a figuras como Edgar Allan Poe, H. P. Lovecraf, Richard Matherson o al incombustible Stephen King. Así que esta apuesta por las tres historias que encierra este volumen es ya no sólo necesaria, sino un sonoro toque de atención a toda la comunidad productora y consumidora de historias de miedo. Para que no se olviden de que sus libros también están ahí, en los estantes, en los escaparates o en las librerías especializadas, junto a los de sus colegas hombres, y que por tanto, merecen la misma oportunidad de ser leídos. Con esta pretensión, Agua en los pulmones arranca con sendas introducciones y presentaciones a cargo de Cristina M. Caladia y de la propia Sofía Barker, para a continuación - y sólo tras las pequeñas biografías de las autoras - adentrarnos de lleno en las tres lecturas que nos proponen.
   La primera de ellas, Una mancha humana - escrito por Kelly Robson - es la que surge de la tradición más clásica dentro del género: la del terror gótico de inspiración y ambientación victoriana. De sobra conocéis mis preferencias dentro del género, como también sabéis que a mi con una majestuosa mansión perdida en uno de los ilustres condados ingleses, un espíritu errante y un secreto guardado bajo llave durante generaciones me tenéis ganada. Sin embargo, Una mancha humana incorpora algunos aspectos que rompen con lo habitual. Como el toparte con una protagonista, Helen, que desmonta por completo el arquetipo de institutriz británica - lesbiana y con una personalidad arrolladora -. A pesar de que la presencia del agua en este brevísimo relato adquiere un protagonismo inusitado en aquel castillo perdido entre la bruma y el misterio. El factor sorpresa, ese escalofrío, se hace muy previsible. Aún así, y teniendo en cuenta todo esto, considero que el relato de Robson es el que mejor construcción de personajes tiene de los tres, así como el que más se arriesga a la hora de innovar partiendo de la esencia y de un subgénero tan manido como fascinante.
   La segunda de ellas, Amados - escrito por Lucy Taylor - nos sumerge (y nunca mejor dicho) en una ambientación postapocalíptica - de nuevo, tirando de tradiciones literarias efectivas -. Un futuro en el que el nivel del mar ha subido, obligando a la población a asentarse en pequeños campamentos. En uno de ellos, encontramos a Mir (quien no conoce la vida antes de la gran crecida) y a su padre, quien obsesionado con la teoría de la evolución hace un importante descubrimiento: el de que los animales están empezando a cambiar y adaptarse para sobrevivir en este nuevo medio más acuoso y no tan terrestre. Es a partir de ese momento cuando la maquinaria del relato se activa hasta desembocar en uno de esos finales que no ves venir por ningún lado. Sin duda, este ha sido el más reflexivo de los tres - por cuestiones más que obvias que a continuación desentrañaremos - y tal vez el más apegado a la tradición - distópica con tintes de fantasía - de los tres. Eso sí, su ritmo no puede ser más trepidante.
   Por último, el tercero, La letanía de la tierra - escrito por Ruthanna Emrys - es el más inclasificable. Su protagonista, Aphra Marsh, originaria e la inventada tierra de Innsmouth, se ha pasado la mayor parte de su vida encerrada en un campo de concentración. Aphra intenta a lo largo de esta novela corta - que no relato - recuperar su vida, hasta que un agente del FBI requiere de su ayuda para que no vuelva a ocurrir lo mismo, es decir, para que la historia no se repita. La desbordante imaginación de Emrys nos dibuja un panorama en el que la influencia de la cosmogonía de H.P. Lovecraft está presente en cada página. En otras palabras, la autora se basa en el universo creado por el autor de Provindence (partiendo de su original relato La sombra de Innsmouth) para regalarnos una historia paralela dentro de esa misma ambientación inventada. Lanzando la idea de que en Innsmouth todavía quedan muchas historias ocultas que merecen salir a la luz. Emrys aporta el relato más extraño y complejo de todos, pero no por ello carente de interés.
   Si algo debemos agradecerle al género del terror es su capacidad para hacernos pensar a través del reflejo de nuestros propios miedos sobre el papel. ¿Y qué miedos son esos? Pues en primer lugar a lo desconocido, tal y como podemos apreciar en el relato de Kelly Robson. No hace falta ornamentar mucho una historia de terror para infundir miedo en el lector. Un simple lugar inexplorado dentro de un castillo en medio de la nada sirven para crear tensión y provocar esa incertidumbre tan insana. En segundo lugar, ¿quién no ha visto en el texto de Lucy Taylor una posible consecuencia del cambio climático? Eso que muchos tratan de negar en los tiempos que corren - especialmente países gobernados por incompetentes al servicio de los lobbies o las grandes empresas que durante años han emitido gases nocivos a la atmósfera -. ¿Y si no anda tan desencaminada? ¿Y si todo ese daño infringido por el hombre es devuelto, gracias al darwinismo, por la propia naturaleza? Y lo más importante: ¿no sería acaso terrorífico?. Por último, aunque de inspiración Lovecraftiana, la narración de Ruthanna Emrys nos aporta dos poderosas reflexiones: la de la supervivencia tras una traumática experiencia - que teniendo en cuenta la trama no estaría muy lejos a los diarios de supervivientes de los diversos modelos de campos de concentración que ha dado lugar la historia - y la de que la historia, como siempre, tiende a repetirse (y en los tiempos que corren este debate está  más vivo que nunca). Por no hablar de esa subyacente crítica al propio Lovecraft en lo que a su palpable machismo se refiere al contar la historia de una mujer perteneciente a su propio universo literario. En definitiva, Agua en los pulmones cumple con las expectativas de todas y todos aquellos amantes del terror, pero sobre todo, lograr que los relatos remen juntos en una misma dirección: la de dotar de más visibilidad a las escritoras de género. Las mujeres han llegado para quedarse, y la revolución ya es imparable, también en lo terrorífico.
Agua en los pulmones: tres relatos de miedo, teorías evolutivas, imponentes castillos, civilizaciones sometidas, poderosos mensajes, mucha humedad... Tres historias para temblar y reflexionar entorno a lo que somos y a la elasticidad del terror.
Frases o párrafos favoritos:
"Ese Hambre es antigua. Me atrapa por el cuello y me ataca salvajemente, desatando un apetito antiguo. Hambre por la Comida que se mueve a dos patas, el músculo deslizándose sobre el hueso, el corazón bombeando, la sangre canturreando, mientras los ojos azules fantasmales me observan con inquietud y asombro."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Pulpture