RESEÑA: Amar y revivir.

Publicado el 20 abril 2021 por Jimenada

 AMAR Y REVIVIR


Título: Amar y revivir. 
Autora: Mary W. Shelley (1797-1851) narradora, escritora, ensayista y biógrafa británica. Hija de del filósofo político William Godwin y de la teórica feminista Mery Wollstonecraft, frecuentó los más selectos ámbitos culturales y literarios de la mano de su esposo el poeta Percy Bysshe Shelley. Su obra más importante sin duda, fue Frankenstein, nacida tras una apuesta entre Lord Byron, John William Polidori, Percy Shelley y la propia Mary durante las vacaciones del año 1816 en una mansión Cerca de Ginebra. Tras el fallecimiento de su esposo, se dedicó en cuerpo y en alma a la educación de su único hijo y a forjar su carrera como escritora, sin embargo, la última década de su vida estuvo dominada por enfermedades probablemente asociadas al tumor cerebral que acabaría con ella en el año 1851. Además de Frankenstein, Mary Shelley es autora de MathildaEl útlimo Hombre Falkner entre otros.

Editorial: Hermida Editores. 
Idioma original: inglés. 
Edición: Gonzalo Torné.
Traductores/Correctores: Germán Molero y Hermida Editores. 
Sinopsis: Un romano regresa a la vida y se ve obligado a contemplar su Roma natal transformada y alterada por el tiempo; un joven ingiere (creyendo que se trata de un filtro de amor) una poción que al volverle inmortal le condena a ver envejecer y morir a todos sus seres queridos; un caballero romántico sufre la irrupción de un doble que amenaza con arrebatarle su vida; una doncella se debate entre el amor y la lealtad deja su decisión en manos de una santa que la obliga a dormir en una pequeña terraza sobre un acantilado; la única posibilidad de redención de un noble calavera pasa por cambiar de cuerpo con un horrible duende... Estos son algunos de los nervios narrativos que animan nuestra selección de relatos con los que Mary Shelley prolonga el magisterio que exhibió en Frankenstein. Ambientados en una Italia tan bella como peligrosa, en estos relatos se suceden una secuencia de amores desesperados, situaciones límite y vidas presionadas por la irrupción de la guerra... Pero ante todo estos relatos prolongan la indagación pionera de Mary Shelley sobre los claroscuros de una ciencia que empezaba a parecer capaz de todo, sin haberse podido plantear todavía sus consecuencias morales. Un campo prodigioso que a veces se confunde con los últimos coletazos del mundo de la hechicería. 
Su lectura me ha parecido: sugestiva, mágica, sobrenatural, gótica, imaginativa, un envidiable pulso narrativo, una ensoñación... Cuando leí por primera vez a Mary Shelley lo hice sin arnés, a lo loco, sin esperar aterrizar en una superficie lo más segura posible. Y casi fue la mejor manera de adentrarme en ella y en su universo literario. Sin pensarlo mucho, motivada por su inquebrantable y resplandeciente aura de pionera de la ciencia ficción, así como de gran maestra del terror y de algunos de los subgéneros que de él partieron con mayor o peor gloria. Por supuesto lo hice a través de Frankenstein, su obra cumbre, que duda cabe, pero por entonces la única que por aquel entonces podías encontrar en las estanterías de las librerías. Si bien es cierto que no era su único texto traducido - con el tiempo fui poco a poco recopilando todos ellos, cual acérrima fan en tiempos donde el terror prácticamente no se estilaba - sí era y es el que copa, eclipsa, relegando a un lugar menos visible el resto de su producción literaria. Hecho que ha provocado un absoluto y patológico desconocimiento hacia todas aquellas obras escritas con anterioridad o posteridad a su novela más insigne. Dolorosas injusticias a parte - de las que hablaré largo y tendido a lo largo de la presente reseña - lo cierto es que Frankenstein es magistral, trascendente e historia de la literatura a infinidad de niveles. No sólo por el tratamiento de sus personajes, el revolucionario uso de la especulación científica para reflexionar y ahondar entorno a los peligros y avances de la misma en un contexto en el que ésta iba ganando mayor peso en detraimiento de la superstición religiosa o las magistrales descripciones en las que los contrastes entre paisaje - desolador, como el hielo que protagoniza la primera parte de la novela - y emociones humanas son enormes. También por sugerir en tiempos de románticos empedernidos (recordemos, las interpretaciones por parte de lectores, escritores, intelectuales y crítica especializada de Frankenstein son inabarcables) toda una serie de debates y cuestiones realmente adelantados a su época. Mis favoritos, los más visionarios, como el que asegura que Frankenstein ya anticipa las relaciones sociales de poder y sumisión de la era industrial - donde el empresario burgués (el Doctor Frankenstein) somete al proletariado (La criatura) y lo maneja a su antojo y capricho sin importar cualquier tipo de necesidad o sentimiento - o aquel en el que se argumenta la mención implícita de la teoría Queer en la novela de Mary Shelley - recordemos, el ser que el Doctor Frankenstein crea en su laboratorio no tiene sexo, de hecho, no se especifica en ningún momento de la novela - así como todo el proceso hetero cultural que ha acabado por convencer a la gente de que el "monstruo" de Frankenstein en realidad es un hombre y no un ser de género no binario. Una vez soltada toda la perorata sobre porqué os tenéis que leer Frankenstein sí o sí - aunque podamos hablar de él en términos literarios cercanos a lo terrorífico no da miedo, os lo aseguro, palabrita de lectora edde género - queda referirnos al resto de sus obras, a las bastardas, aquellas ensombrecidas por el poder mediático que suscita el renombrado libro. De esa Mathilda - una romántica oda a la nostalgia y la soledad en clave autobiográfica - El último hombre - difícil de encontrar traducida a día de hoy y que la convierte, también, en pionera del género distópico - de su Diario del duelo - recién traducido al español y en el que somos testigos de sus desahogos ante la muerte de su marido Percy Shelley - o de sus cuentos, los cuales pueblan de pistas sobre sus ambientaciones, preocupaciones o temas literarios favoritos. Algo que, desde Hermida Editores y en colaboración con Gonzalo Torné - escritor y conocedor de la obra del grupo de la Villa Diotati - han querido remediar. Amar y revivir: la antología que los amantes de Mary Shelley necesitábamos. 

Amar y revivir se compone de trece relatos en total. Trece historias que ofrecen diferentes sensaciones según el tipo de lector que se enfrente a ellas. Para los que, por un lado, no hayan leído nada de Mary Shelley, ni siquiera Frankenstein, pues estos textos le llegarán con una inusitada frescura, sobre todo si eres amante de lo sobrenatural, la magia y las ambientaciones históricas con tintes gótico-románticos (muy en mi caso, sobre todo esto último). Para los que, por otro, seáis amantes de la autora británica, tengáis unas cuantas nociones de su breve biografía (más allá de lo acontecido en la Villa Diodati) y, sobre todo, os encante Frankenstein, con Amar y revivir vais a disfrutarlo más si cabe, ya que se pueden apreciar no sólo temáticas presentes en la famosa novela de Mary Shelley, también registros e historias que plagan de matices una carrera literaria más rica de lo que muchas y muchos piensan. En cualquier caso, ya sea porque no has leído nada de ella antes o porque te conoces obra y milagros de todo lo que tenga que ver con sus libros, Amar y revivir se revela como otra posible puerta de entrada a su universo literario, más ameno tal vez, pero sin descuidar la complejidad y la trascendencia filosófica que posee Frankenstein. Como ya he dicho y a grandes rasgos la presente antología permite a su autora, así como a las y los lectores, transitar entre distintas ideologías, movimientos artísticos, sensibilidades emocionales o periodos históricos muy concretos. Aquí viajamos desde el espíritu romántico - al que se adscribieron artistas, músicos, novelistas o poetas coetáneos como Lord Byron, Gustavo Adolfo Bécquer, Friedrich Schiller, José de Espronceda, Caspar David Friedrich, Eugène Delacroix, Ludwig van Beethoven, Francisco de Goya, Víctor Hugo o Rosalía de Castro entre otras/os - a los arcos apuntados de una iglesia o castillo gótico - casi siempre en ruinas o habitado por un ser malévolo - a los últimos coletazos de la magia en contraste con la irrupción de la ciencia - de hecho, podría tratarse del gran tema que une a todos los relatos - hasta llegar a lo contemporáneo en debates, que no el contexto. Porque si por algo todas y todos le debemos respeto absoluto a Mary Shelley, hasta los que no leen ciencia ficción o pasen del terror, es por su enorme capacidad para poner sobre la palestra cuestiones enormemente avanzadas para su época. Ideas que a día de hoy debatimos acaloradamente en comidas familiares, en cafeterías o tras la tribuna de oradores del congreso pero que Shelley ya planteó en pleno siglo XIX. Cuando la ciencia comenzaba a ganarle terreno a la religión, y todavía más importante, cuando las mujeres escritoras seguían firmando bajo "anónimo" o pseudónimo masculino (algo que la propia Mary Shelley vivió en sus carnes). 

Por ir desgranando algunos de los relatos más interesantes que componen Amar y revivir para así  aprender un poco más de la autora inglesa, empezaremos por uno de los que más me ha sorprendido. Aquel que lleva por título Ferdinando Eboli donde, a pesar de envolvernos en una atmósfera tremendamente gótica y de encontrarnos todos los topicazos de la misma, el relato presenta dos elementos enormemente modernos. El primero de ellos, la presencia del doppelgänger - la figura del doble en la literatura - como augurio de la muerte para quien se encuentra cara a cara con él. No es un recurso nuevo, de hecho es el propio movimiento romántico el que lo rescata de las leyendas medievales, pero sí resulta interesante la modernización del mismo a través de la pluma de Shelley, adelantándose décadas a las novelas de August Strindberg - a quien se le atribuye el origen de la palabra  doppelgänger - a El Doble de Fiódor Dostoievsky, a los relatos de Guy de Maupassant, a El Doctor Jekyll y Míster Hyde de Robert Louis Stevenson y por supuesto a todas las series (Twin Peaks), películas (El gabinete del Doctor Caligari) y novelas de terror que de una manera u otra han hecho uso de él en los siglos posteriores. El segundo de ellos viene por su protagonista, Adalinda, que aunque encaje en el prototipo de doncella gótica, Shelley le otorga una determinación y arrojo que la alejan de cualquier estereotipo femenino en literatura. Siguiendo con este tema, imposible de obviar como el feminismo y la denuncia de la inferioridad de las mujeres respecto a los hombres (ambos presentes en su literatura) se traslada al relato La novia de la Italia moderna, donde la crítica a la hipocresía de la religión y, sobre todo, a los matrimonios de conveniencia a los que se debían someter muchas mujeres de su época - este relato está ambientado en el presente de la autora - se convierte en un alegato a la independencia y a la libertad de elección, también lo que a cuestiones amorosas se refiere. Aunque, sin lugar a dudas, mi relato favorito es Valerio, el romano reanimado, donde Shelley introduce a un romano de la época imperial en la Roma de principios de siglo XIX. Un relato que nos permite, no solo admirar la fidelidad histórica y una capital diferente a lo que en su día fue durante sus siglos de mayor gloria, también reflexionar entorno a la decadencia y esplendor que, a pesar de los siglos, siguen padeciendo las ciudades. Una oda al paso del tiempo que debería sobresalir dentro de la producción literaria de la autora. Para los que quieran referencias claras a Frankenstein tenemos El mortal inmortal, donde las constantes apelaciones a la moralidad de ciertas prácticas científicas apelan constantemente a su obra magna. Aunque a decir verdad, la antología está plagada de títulos - el revivir de su título es la señal más clara - que irremediablemente evocan al famoso texto y nos hacen pensar que Mary Shelley estaba, de alguna manera, destinada a escribir una novela como Frankenstein. Por último, cabe señalar su fijación y pasión por Italia, ya que casi todos los relatos están ambientados allí. Pero la Italia de Shelley no es pletórica, luminosa y llena de jolgorio, sino un lugar oscuro, tenebroso, plagado de antiguos torreones, castillos y mazmorras donde sus protagonistas se enfrentan a los dilemas más trascendentales. Tradición literaria - la influencia de El castillo de Oranto de Walpole es clara - y connotaciones autobiográficas - Shelley pasó varias etapas de su vida en dicho país - se dan de la mano en esta antología para ofrecernos una mirada diferente de una autora que, de manera injusta, quedó ensombrecida por la presencia de su icónica e inmortal criatura. 
Amar y revivir: trece historias de redención, amor, aventuras, castillos góticos, transformaciones, pociones, magia, oscuridad, romanticismo... El legado de Mary Shelley más allá de Frankenstein
Frases o párrafos favoritos: 
"Roma ha caído, de acuerdo, pero el mundo sigue venerándola. Es una visión muy hermosa asistir a cómo sus descendientes, por alejados que estén de sus modelos, han tratado de consevar sus templos. De todas las partes del mundo acuden viajeros deseosos de visitarlos, y sólo se alejan de Roma a regañadientes. Para muchos hombres, todo lo que se conserva dentro de estas murallas es un templo sagrado... aunque fuese profanado tantas veces. La compasión debe mezclarse con la indignación si queremos ser justos. Ni la edad ni el dolor han logrado destruir el espíritu de Roma. Si se apoderase de mí la mayor de las desgracias, encontraría un gran consuelo en saber que he vivido en Roma. Si un hombre de su época reviviese en Atenas, ¿no tendría mayores motivos para estar triste usted?"
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Hermida Editores