María es una joven que se siente atraída por un ángel que hay en el cementerio, junto a su pueblo. Vive con su abuela, y no soporta como ella la trata. Cuando intenta escaparse, también por los acosos de su vecino, empieza un viaje del que nadie sabrá el final.La estatua es Keilan, un ángel desterrado que sufrió una maldición. Hace centenares de años, él y el ángel que representaba a María se amaban con locura. Ahora él sale de su estatua, y tiene siete días para enamorar a María…, o morirán.Cuando un encuentro “fortuito” hace que ella se suba a su coche, para que la lleve a Madrid, empieza la cuenta atrás.Sólo tiene siete días, o todo lo que ama será destrozado.
Tenía unas ganas inmensas a la novela, Anabel no me ha decepcionado con ninguna de sus otras dos historias publicadas, y tenía fe ciega en ella y en su historia. Bueno, tenía y sigo teniendo, porque me ha encantado.
"―¿Que yo? ―La interrumpió―. ¿Es eso lo que pretendes decirme? Eso es porque no me has probado, aunque estoy a tu entera disposición.―Eso es lo que tú quisieras ―se llevó una cucharada a la boca.―¿Y tú no lo deseas? ―Keilan no apartaba la mirada de sus ojos. ―De momento me conformo con tomarme este gofre. ―Ya sabes que lo mejor es el final, el postre. ―¿Y tú eres el postre? ―Yo soy lo que tú quieras que sea. ―Me lo pensaré ―contestó María jugando con su cuchara entre sus labios. ―Voy a llamar por teléfono ―dijo para cambiar de conversación y sin dejar de sonreír―. Seguro que se alegrará de verme. ―Ten cuidado si sales a la calle y alguna chica se tira a tu cuello. Ya sabes, por lo irresistible que resultas. No me gustaría tener que recoger las sobras. ―Entonces te recomiendo que te des prisa. ―Vale, pero primero me tomaré el gofre".
Ahora que Keilan ha despertado tras estar seiscientos años en una estatua en el cementerio, tiene siete días para enamorar a María, porque si no toda su especie y ella misma podrían morir.
La trama es bastante compleja, porque antes de iniciar lo que es la historia, nos cuenta la historia de hace seiscientos años, algo que desconcierta un poco, pero al final todas las ideas acaban calando correctamente.
Keilan es un chico tierno, pero gracioso, algo más humano de lo que me imaginaba. Quizá porque lleva seiscientos años observando humanos o porque no sé cómo se comportan los ángeles.
María no es una chica normal, y lo sabe. Desde pequeña hace algo raro con los ojos que provoca que la otra persona tenga que apartar la vista, aterrorizado. Por eso siempre la han llamado bruja en su pueblo, y a pesar de ser una chica tímida, tiene carácter. Y por eso desde un primer momento sabe lo que quiere: escapar de su pueblo y de las órdenes de su abuela. A lo largo de la novela sufre una evolución, y la timidez va desapareciendo poco a poco.
"Las mañanas son frías sin tus caricias.Las noches son eternas sin tus palabras. Dime pequeña si deseas volver a mis brazos, pues en ti está la solución."
Anabel Botella tiene una gran originalidad a la hora de escribir, tanto por los nombres y las ciudades de los ángeles tanto a la hora de narrar. Te esperas algo, y eso no ocurrirá, ya te lo digo yo.La trama es rápida, como he dicho antes, lo puedes devorar perfectamente en un par de días como máximo.El final es cerrado, sin ningún cabo suelto, y después de sufrir por la batalla, la autora nos contenta con un final feliz y enternecedor.
Una historia sencilla que envuelve una historia romántica, originalidad, llena de acción y siempre con el tiempo por delante, María y Keilan vivirán una de ésas historias difíciles de olvidar.