En la República del Gran Oriente Asiático está prohibido el rock, esa música decadente. Los jóvenes crecen en un estado totalitario y controlador que promueve la competitividad. Como medida de control de rebeliones, la administración pone en marcha el Programa: cada año, 50 clases de distintos institutos son elegidas para luchar a muerte en la BATTLE ROYALE.Los alumnos elegidos son aislados en una isla. Las normas del juego son estrictas: no pueden escapar, no pueden contactar con el exterior, y solo puede quedar uno.Todo está permitido para sobrevivir.Empieza el juego.Empieza BATTLE ROYALE.En Battle Royale, nos encontramos en un país futuro que todos los años organiza un Programa. Por suerte o por desgracia, en lugar de meter a gente en una casa para que se líen y se peguen durante una semana, aquí cogen a varias clases de 42 alumnos, los llevan a una isla y les dejan para matarse entre sí. Esta es la historia de uno de los Programas que se llevan a cabo todos los años, la historia de una clase entera de estudiantes que tendrán que matarse entre ellos de todas las maneras preciosas y grotescas que se os ocurran para poder sobrevivir un día más. ¡Bien!La historia pintaba de muerte, ¿verdad? (+1 por el chascarillo ingenioso acerca de los estudiantes muertos). La trama en la que se basó Los juegos del hambre -decían-, una novela que te dejará sin respiración... y bueno, sí. Pero tanto, tanto, no. Para empezar voy a hablaros un poco del sistema en el que se encuentran. Es bastante sencillo, la verdad: ni castas ni nada, simplemente un gobierno opresor y totalitario que oprime, valga la redundancia, a la gente de debajo. Hasta ahí todo bien. Pero... vayamos a la primera frase de la sinopsis. En este sitio está prohibido el rock ("esa música decadente"), pero hay uno de los personajes que se pasa la vida escuchando esa música y, lo que es más, tocándola. ¡A Frank Sinatra, por si eso fuera poco! Más aún: todo el mundo lo sabe. ¿Cómooorl? ¿Entonces en qué quedamos? ¿Gobierno opresor o gobierno que no se entera de nada? Además de que hay una cantidad exorbitante de crimen y de cosas así, y nadie es feliz pero todos lo aceptan, a mí que me lo expliquen porque no lo veo.Antes de seguir con la reseña, debo recordaros que "Un estudiante no es lo mismo que una mandarina". Esto es relevante (¡!) porque puede dar lugar a error. Imagina que un día te vas a comer a un estudiante y resulta que es una mandarina, sería muy desagradable. No, es broma. Lo que quería decir con esto es que esas primeras páginas antes de que el Programa/Juego/Como queráis llamarlo son geniales. La charla con el señor me pareció sublime, así como la frialdad que demuestra y lo que hace (matar a alguien y decir "Oops"). Fue ahí cuando comencé a pensar que esto iba a petarlo. Al final no fue tanto así, la verdad, y es que la trama tiene sus altibajos.Pero hablemos de los personajes. La verdad es que me decepcionó que hubiese dos personajes más relevantes como son Shuya y Noriko, me habría gustado más conocer la visión más global del asunto. Además de esto, ¡qué dos personajes! ¡Por favor! Él, insoportable Adonis de la clase con todas las chicas a sus pies, y comprometido con salvar a todo el mundo