Autor: Patricia Highsmith (1921-1995), una de las escritoras más originales y perturbadoras de la narrativa contemporánea. Son suyas novelas tan importantes y famosas como El talento de Mr. Ripley, La máscara de Ripley, El amigo americano, Crímenes imaginarios, El juego del escondite, Extraños en un tren, Tras los pasos de Ripley, Un juego para los vivos, Carol, El grito de la lechuza, Gente que llama a la puerta o Las dos caras de enero entre otros muchos. También es autora de libros de relatos como Sirenas en el campo de golf, Los cadáveres exquisitos o Crímenes bestiales; así como el ensayo Suspense.
Idioma: inglés.
Traductor: Isabel Nuñez y José Aguirre.
Sinopsis: Carol es una novela de amor entre dos mujeres. Comenzando con el encuentro entre Therese, una joven escenógrafa que trabaja accidentalmente como dependienta en una tienda de juguetes, y Carol, la elegante y sofisticada mujer, recientemente divorciada, que entra a comprar una muñeca para su hija y cambia para siempre el curso de la vida de la joven vendedora.
Su lectura me ha parecido: sutil, bella, intensa, reflexiva, ilustradora, fuerte, completa, introspectiva, necesaria...El año pasado, como ya he comentado en alguna que otra reseña anterior, vivimos en el panorama cinematográfico un acercamiento muy interesante a terrenos tan importantes como la búsqueda de la autenticidad, el ser tu mismo, la valentía de tomar decisiones o de simplemente amar, en unos contextos que todavía no estaban preparados para por ejemplo, ver a dos mujeres besarse o cantar a los cuatro vientos que te sientes mujer siendo un hombre. Y en lo que respecta al panorama literario, la cosa está incluso más viva que nunca. En los últimos años hemos sido testigos como las editoriales han ido poco a poco recuperando textos fundamentales en lo que hoy se llama "Literatura LGTB" y de como nuevas caras del panorama literario se han abierto paso a través de historias en las que se aborda la transexualidad, la homosexualidad, el pensamiento Queer y demás temas. Como ya dije en su momento, éste tipo de literatura ya existía, mucho antes de que a la gente le diera por interesarse por estas historias. Sin embargo, y a pesar de que desgraciadamente ha pasado por el filtro de la moda, lo cierto es que ha ayudado a acercar al gran público historias, reales o ficticias, que han pasado desapercibidas hasta ahora y que sin duda, todos debemos conocer. Si antes del verano hablábamos de la falta de visibilidad y de reconocimiento de los pioneros y pioneras en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB con el ejemplo de Lili Elbe, tan bien descrito en La chica Danesa, en la reseña de hoy, nos adentramos en un terreno puramente novelístico. El libro del que os voy a hablar perteneció a esa serie de textos recuperados gracias a una adaptación cinematográfica que sin duda merece un lugar de honor en el panorama literario del siglo XX. Carol: cuando la delicadeza se funde con la realidad y las injusticias de una sociedad tradicional.
La historia de como Carol llegó a mis manos tiene dos partes. La primera surge a raíz de la apasionante carrera hacia los Oscars de la Académia que tuvo lugar el pasado 2016. Aquel fue el año en el que por primera vez en muchos años veíamos a dos películas, que abordaban temas tan importantes como actuales, tales como la transexualidad en tiempos de gran rechazo en Europa y las relaciones amorosas que trasgreden a lo que dicta una sociedad conservadora como la de los Estados Unidos de los años 50. Bajo los nombres de Carol y La chica Danesa nos trajeron historias intensas y necesarias para unos tiempos en los que parece que, en vez de avanzar, parece que retrocedemos. De La chica Danesa hablé largo y tendido en una reseña que podéis encontrar si buceáis un poco por este espacio, y aunque se que ya ha pasado un poco el fenómeno, siempre es necesario reivindicar la lectura de ciertos libros, y este sin duda, es el caso de Carol. Nunca había oído hablar del libro, ni siquiera me sonaba el nombre Patricia Highsmith, y seguí en la más absoluta ignorancia hasta que tuve noticias de la famosa adaptación cinematográfica. Por aquel entonces ya, obviamente, sabía quien era Patricia Highsmith, una de las grandes damas del suspense con títulos famosísimos en su haber, pero que sin embargo, no había logrado hacerme el animo de leerlos. Y si a eso le sumamos que por aquel entonces, una servidora, se encontraba ahondado en uno de mis temas históricos fetiche, el de la situación de la mujer en los Estados Unidos de la década de los años 50-60. Pues así fue, entre lecturas de Betty Friedan y su Mística de la feminidad, me picó la curiosidad por leer Carol, y de posteriormente, si tenía suerte, ver la película. Es aquí donde tiene lugar la segunda parte, que sucedió un 11 de enero del año pasado, el día de mi cumpleaños, tarde en la que mi pareja, como regalo, me ofreció elegir dos lecturas en una de mis librerías favoritas. Y sinceramente, no lo dudé ni un instante. Ese día, El club de la Lucha de Palahniuk y Carol se incorporaron a los estantes de mi apreciada librería personal. Tardé un tiempo, por motivos académicos, en iniciar su lectura, pero cuando lo hice, supe casi al instante, que acababa de adentrarme en una de esas novelas que dejan una profunda e imborrable huella.
En lo que respecta a la crítica personal, comenzaremos diciendo que Carol presenta una lectura muy sorprendente. De buenas a primeras, personalmente me la esperaba ácida, contundente, muy crítica con el momento en el que fue escrita. No obstante, y para bien, me topé con algo diferente, un estilo embriagador, elegante, armonioso, muy fluido, delicado y hermoso. Algo que unido a la perfección de su calidad literaria hace de Carol una novela tan particular como perfecta. Eso no quita que esté exenta de crítica, la cual está presente de principio a fin, pero ésta se equilibra con la excepcional pluma de Highsmith. Ya lo dicen, compromiso y calidad nunca están reñidos, y Carol es el mejor ejemplo de ello. Seguidamente, es importante resaltar la trabajada construcción de sus personajes, sobretodo de los principales: Carol y Therese. Dos entornos, dos historias, dos pasados, dos ámbitos sociales, dos almas que buscan, dos caracteres, dos corazones...En definitiva, dos mujeres auténticas, que aman, como todo el mundo, más allá de los convencionalismos sociales, más allá de el por qué, y que juntas, sortearán lo que haga falta para lograr ser felices. Da igual cuanto de alta o molesta sea esa piedra, ellas son capaces de todo, incluso en los momentos más difíciles. Sobran las palabras, tanto Carol como Therese son lo mejor de la novela. La una por su inseguridad y timidez, la otra por su valentía y decisión. Ambos personajes se acompasan de un modo perfecto en la narración, fundiéndose, distanciándose, volviéndose a encontrar...Muy pocas veces he leído una novela en la que se narrase una historia de amor tan auténtica y exenta de tabúes, como debe ser, sin caer en lo empalagoso o en falsos idealismos. Es cierto que hay secundarios importantes, pero quedan eternamente ensombrecidos ante el poder de atracción que irradian Carol y Therese. En relación con ello, el contexto y el tiempo en el que la autora ha decidido ambientar la historia son absolutamente determinantes y juegan un papel crucial. Estados Unidos, años 50, una ciudad como Nueva York, auge de la clase media, conservadurismo, la edad dorada de la American way of life...Sin duda, el espacio perfecto para que apareciese una novela de este estilo, una época a la que la autora asiste en persona, aportando una mirada interesante y que destaca por su atrevimiento y su, hasta ese momento, valentía al narrar una historia de amor entre dos mujeres. El saber que Patricia Highsmith publicó esta novela bajo un pseudónimo y que en un principio se titulaba "El precio de la sal" ya nos da una idea del panorama social de por aquel entonces, aunque en su momento, afortunadamente, logró de un éxito sin precedentes. El contexto actúa como un personaje más que envuelve a Carol y Therese, asfixiándolas unas veces y lanzándolas a la libertad cuando éste les da un respiro. A modo de recopilación, concluiremos diciendo que Carol es una novela audaz, que aborda las relaciones de pareja tal y como son y que supone un punto de partida para una educación en valores tan necesarios como el respeto y el arrojo.
Finalizando con la tradición reflexión personal, he de confesaros, lectores y lectoras, que por un momento dudé. Debido a los recientes acontecimientos políticos que últimamente están sacudiendo el mundo, he estado a punto de variar en el tema a debatir y a abordar desde la máxima sinceridad y el máximo respeto. Sin embargo, hace tan sólo unas horas, y tras haberme despejado caminando al aire libre, he encontrado un punto de conexión que espero que satisfaga mis ganas de exponer mis opiniones. Etiquetas, el mundo está plagado de etiquetas, y no me refiero a las que podemos encontrar cuando compramos ropa nueva, sino a las que usamos para designar o hablar de comunidades, épocas históricas, formas de ejercer el poder, de controlar la economía, de formas de expresar una idea...En el mundo del arte es muy habitual encontrarnos con términos como impresionismo, cubismo, dadaísmo, romanticismo o realismo. Todos esos ismos engloban diferentes formas, técnicas o temas con los que se elaboró una pieza literaria o artística en un momento concreto del pasado. En lo que respecta a la historia también sucede, términos como Prehistoria o Edad Media abarcan etapas cronológicas, y dentro de ellas podemos incluso encontrar subdivisiones, en su mayoría, condicionadas por los avances políticos, económicos, sociales o culturales. Las etiquetas también se extienden a la política, últimamente se nos vendrá a la cabeza "populismo", pero socialismo, anarquismo, neoconservadurismo o liberalismo también lo son. Reconozco que las etiquetas son útiles a la hora de ampliar conocimientos y son unas excelentes herramientas de búsqueda, no obstante, cuando éstas traspasan y se introducen en el ámbito social, se convierten en envoltorios en los que metemos, a veces sin conocimiento, a muchas personas que forman parte de la sociedad. Si eres mujer y te gustan las mujeres eres lesbiana, si por el contrario te atraen los hombres eres eterosexual. Si un hombre se besa con otro, automáticamente eres gay, y si son mujeres, obviamente eterosexual. Y si te gustan los dos sexos, entonces eres bisexual. Por no hablar de los transexuales, terreno pantanoso para muchos ignorantes que designan con ese término sólo a los hombres que se visten de mujer, cuando es mucho más que eso. Vivimos en una sociedad en la que enseguida etiquetamos todo, y en la que pretendemos crear tendencia mundial con términos que lleven un significado detrás y que amparen con ellos, a muchas personas. Y también, por si ha pasado desapercibido, en la que en lo que respecta a las orientaciones sexuales también se ven sometidas a la dictadura de la etiqueta. Las personas somos eso, personas, con unas ideas, una personalidad y una vida sexual determinada. Y no por ello obligatoriamente nos debamos adscribir a una etiqueta bajo la que significarnos. Como bien refleja Carol, puedes ser una mujer y amar a otra sin considerarte lesbiana, simplemente un ser humano que se ha prendado de otro ser humano. Uno no se enamora de una persona por ser chico o chica, sino por cómo es esa persona y lo que nos aporta. En definitiva, las etiquetas como hemos visto, tienen su utilidad, pero hay que usarlas con conocimiento de causa, sin caer en las generalidades o en los estereotipos que éstas puedan englobar. Además de no ser tan cuadriculados, ser más abiertos, y más en los tiempos que corren, donde en vez de ir hacia adelante, no hacemos que retroceder a pasos agigantados.
Frases o párrafos favoritos:
"¿Era amor lo que sentía por Carol? Y que absurdo era que ni ella misma lo supiese. Había oído hablar de chicas que se enamoraban unas de las otras y sabía qué tipo de gente eran y el aspecto que tenían. Ni Carol ni ella eran así. Pero sus sentimientos hacia Carol coincidían con todas las descripciones."
Película/Canción: el año pasado se estrenó la adaptación cinematográfica de Carol, bajo la dirección de Todd Haynes y con las maravillosas interpretaciones de Cate Blanchet y Rooney Mara dando vida a Carol y Therese respectivamente. La película recibió el alago del público y de la crítica, pasando con éxito por festivales como el de Cannes y siendo nominada a algunos premios Oscar. Sin embargo, muchos, incluida una servidora, todavía no entendemos cómo no fue nominada en la categoría de mejor película y que además se fuese de vacío. Simplemente inexplicable.
¡Un saludo y a seguir leyendo!