El argumento es simplemente una imitación barata de Scream. El homicida se pasea por la casa con una capucha que le tapa estratégicamente el rostro para aguantar el suspense de quién demonios es, mientras se carga uno a uno a todos los jovenzuelos cachondos de la fiesta. Lo triste es que si al menos las muertes estuviesen bien hechas se podría salvar algo de la película, pero entre que adolece de faltas en este aspecto, y llega a ser soporífera por momentos, diremos que nos encontramos ante uno de los pufos que nos hemos tenido que merendar en el presente año. Aquí os avisamos de que no perdáis el tiempo en semejante chabacanada de película y dediquéis vuestro tiempo en cosas más interesantes, como hacer encaje de bolillos o peinar barbies.
No me iré sin mencionar la aparición de Rutger Hauer, que protagonizó peliculones en su día de la talla de Blade Runner o Los Señores del Acero, en un papel más que otra cosa testimonial y que no aporta absolutamente nada a la trama de la película. Nos hizo al menos gracia el notar una desmejoría total en las primeras escenas respecto a su época gloriosa (el hombre ya tendrá sus años) y un rejuvenecimiento milagroso a los cinco minutos de rodaje (lo que hacen las pinzas en la nuca de Carmen Sevilla)
Ah, por cierto, al final de la película, viendo el bodrio que me hizo tragarme el Sr Grifter, me sentí obligado a darle un puñetazo en el estómago. Lo único que recuerdo es verle arrastrándose a por la fregona…