El Incal es uno de las sagas europeas más reputadas. Hoy, leyéndolo, resulta difícil entender el porqué ya que no es una lectura increíble. La historia, a pesar de su substrato alquímico, místico y hermético, es sencilla y bastante convencional. Entonces, ¿Por qué El Incal tiene tan buena prensa?
Simplemente porque en su momento fue revolucionario y está dibujado por Moebius. El Incal es un cómic de Ciencia Ficción que surgió como modo de canalizar la frustración que Jodorowsky y Moebius tenían por haberse cancelado su proyecto de llevar Dune al Cine. Moebius había hecho un montón de diseños y Jodorowsky tenía un guión hecho a partir de la novela que más le ha fascinado. Naturalmente no se limitaron a trasladar eso a un cómic, eso sería una adaptación. Lo que hicieron fue aprovechar esas ideas y mezclarlas con los intereses New Age de ambos. Así, una historia tradicional de Ciencia Ficción, que mezcla Noir y Space Opera, que recuerda a Dune y que hace guiños a Stars Wars, se transformó en un viaje iniciático-espiritual inspirado en el misticismo oriental tan caro a los autores de tal modo que, una obra en principio convencional, se convertió en una historia diferente, fresca y original. No importaba que Jodorowsky sea un narrador mediocre, porque, entre otras cosas, improvisa, ya que la novedad del relato, su sintonía con la búsqueda occidental de la espiritualidad perdida de entonces y el maravilloso trabajo de Moebius, único porque funde lo medieval con lo futurístico, brillaban tanto que no dejaban ver que El Incal era una historia mediocre por ser demasiado larga y por contar con unos personajes muy burdos.
Así, la historia que critica el imperio deshumanizador de la tecnología y propone un viaje espiritual por el interior que renueve un universo viciado por su materalismo y egoísmo no pasa de ser una lectura correcta. El trabajo de Moebius es impresionante pero está por debajo del que hizo para su proyecto personal Edena, temáticamente muy similar a este y mucho mejor, y, también hay que decirlo, es un narrador muy conservador. Renovó el cómic europeo con su talentoso grafismo, que parte de Hergé, y consolidando el cómic adulto, pero como narrador es un dibujante europeo clásico de toda la vida. No hay en su arte un avance o una introducción de formas narrativas nuevas. Es cierto que su dibujo sintético se fue traduciendo en viñetas más grandes acercando así sus trabajos al cómic estadounidense y al manga, pero aún así hojear su trabajo es ver un cómic europeo típico, tanto el que se hacía en los 50 como el que se hace ahora. Así, El Incal resalta por su dibujo pero no deja de parecer la típica historia de BD. Por tanto, es una lectura recomendable para el que aspira a ser aficionado al Cómic e indispensable para los fans de al menos uno de los autores pero los demás lo pueden dejar correr. Hay obras de estos autores más interesantes.