Title: Corazón de mariposa
Author: Andrea Tomé
Pages: 268
Este libro realmente me sorprendió, ya que no esperaba que me gustará. Nunca me ha interesado mucho los libros que hablan de enfermedades pero corazón de mariposa aborda la anorexia de una forma ten real que no puedes dejar de leerlo.
Quise leer este libro sin ver su sinopsis por su bella portada y porque era el ganador de la segunda edición del premio La CAIXA que organiza plataforma Neo. El libro de la primera edición me encantó y por eso a ojos cerrados comencé a leer “Corazón de mariposa”.
A veces el dolor es tan profundo que creo que podré sacarlo de mi interior a través de mis heridas, lo que dice bastante de mi inteligencia. Ojala pudiera parar pero es imposible.
La forma en que escribe Andrea Tomé es muy sencilla y relajada pero al mismo tiempo un tanto perturbadora, y no es que haya algo malo en ello sino que refleja la enfermedad como realmente es, desde los ojos de una persona que la padece. En sus páginas vemos todo a través de Victoria, la protagonista y me encantó la forma en que describe todo, porque te hace sentirlo real, te mete en su piel y de verdad llegas a sentir lo que ella siente, la forma en que aborrece la comida, su temor inmenso a ingerir bocado, a subir de peso. Son cosas que cuando se ven de fuera no se entienden, y la mayoría de las veces lo criticamos, porque nosotros somos conscientes y sabemos que lo que un enfermo de anorexia o bulimia hace, está mal y le hace daño. Pero verlo a través de sus ojos te pone a pensar, te hace ver lo difícil que puede ser una enfermedad así porque realmente estas luchando contra ti mismo.
La anorexia es una enfermedad egoísta y aunque es una vergüenza tenerla, a veces me gusta. A veces consigue que me sienta fuerte porque soy capaz de hacer cosas que los demás no pueden. Adelgazar es mi talento más arraigado.
Este no es un libro de romance, si tenían esa idea descártenla de inmediato. Si bien hay algunos tintes de ello, no podría considerarse como tal ya que la mayor parte de la historia se centra en retratar la enfermedad y las cosas a las que debe enfrentarse una persona con ella.
Lo único que no me agrado, es que sentí que todo iba de maravilla, que podía ser en verdad un gran libro, hasta el momento en que de pronto pareciera que me habían robado páginas. El libro lleva un avance muy bien hasta que llegamos a las últimas 100 páginas. Nos plantean todo muy crudo y difícil pero de pronto llegas a ese punto y pareciera que te han robado páginas porque ves como las cosas se solucionan rápidamente, como si te haya faltado el paso dos y del uno te hayas ido directo al tres. Y ese paso tres no es malo, realmente es un final lindo e incluso un tanto romántico, pero si sentí que la historia no había terminado de cocinarse cuando de pronto ya había terminado. De ahí en más es un buen libro. Y me llamo aún más la atención al saber que la autora había padecido ambas enfermedades porque quiere decir que no se está inventando nada o basándose en investigación sino en su propia experiencia.
El libro no es pesado, se lee realmente muy rápido porque te atrapa, te sumerges en la vida de Victoria sin darte cuenta. No por nada entro en mi top10 del 2014.
Y les dejo aquí algunas frases que me gustaron, no porque sean frases bonitas sino por la forma en que reflejan la perspectiva de Victoria hacia el mundo.
A veces es extraño que afuera en la calle brille el sol, cuando tú en casa sientes que todo lo que te rodea es gris.
“Podemos adueñarnos de todos los momentos. Podemos moldear el universo.
-No- niego, alzando la barbilla hacia él-. Seremos el universo. Nada podrá dañarnos si nos mantenemos allá arriba. “
Me fijo en que las estrellas, al igual que las personas, sienten esa imperiosa necesidad de juntarse las unas con las otras.
Esto sonará a tópico asqueroso, pero me alegro de haberte salvado. Aunque la vida es una mierda, a veces, merece la pena estar aquí. Porque este es el lugar al que pertenecemos.
Y así, sin tan siquiera poder evitarlo, me invade una sensación fuerte, dolorosa e inútil: el afecto.
Aquí, ahora, estamos vivos, y es mucho más fácil correr en la misma dirección que los problemas que huir de ellos.
No tengo el número de Kenji. No sé dónde nació, ni quiénes son sus padres, ni la razón por la cual desperdicia su juventud en un tugurio como el Dragón Fe. Solo sé que toca el bajo en un grupo cuyo nombre no logro recordar, que le gusta mirar las estrellas, y que, sui pudiera, huiría a Hungria. Eso, y lo que me cuentan las marcas rosas de sus brazos: que está solo, que está asustado, que –como yo- es un pájaro con las alas rotas.
Con la mayoría de estas frases es fácil darse cuenta de la perspectiva tan sesgada que tiene Victoria de la vida, el daño constante que se hace y como para ella lo que está bien no es precisamente lo mismo que para nosotros.