Si hay una autora que haya heredado el sentido del horror cósmico que propuso en su día H.P. Lovecraft, esa es Caitlín R. Tiernan. La autora, que además vive en Providence, ha sabido modernizar los Mitos y adaptarlos a estos nuevos tiempos, pero sin que pierdan un ápice de su fuerza.
Agentes de Dreamland (Lee Runas) comienza con la reunión de dos agentes, Inmacolata y Guardagujas en Winslow, Arizona. Cuando decimos "agentes" nos referimos a un estilo Mulder y Scully, no a agentes federales normales. De hecho, la conversación gira en torno a un suceso que ha tenido lugar unos cuantos días antes.
En un rancho abandonado, en mitad del desierto californiano, junto al valle de Coachella y el mar pútrido de Salton, se ha establecido un culto. Unos cuantos adolescentes soportan el calor agobiante y la falta de higiene para ser testigos de la verdad. Paralelamente, una sonda espacial interplanetaria de la NASA que busca vida más allá de Plutón, deja de emitir su señal. Mientras, una mujer viaja en avión y flota del pasado al futuro buscando respuestas a una amenaza que puede acabar con el mundo.
Para Lovecraft, el descubrimiento de Plutón, el noveno planeta, abrió toda una línea en su escritura. Además era muy aficionado a la astronomía, de modo que lo usó como escenario de Hongos de Yuggoth, el nombre que le dio a dicho planeta.
En resumen, se trata de una novela corta que también tiene ramalazos de la primera temporada de True Detective. La pena es que engancha mucho y se lee en nada, porque es finito. Esperemos que traduzcan los posteriores libros de la autora sobre estos agentes y su relación con lo paranormal.