La adictiva trilogía Crónicas de la Nuncanoche de Jay Kristoff concluye con Albaoscura, un sangriento y místico final en el que Mia Corvere por fin encuentra respuestas a muchas de sus preguntas acerca de su identidad, y en el que la venganza deja de ser por primera vez casi la única motivación de la joven tenebra. Misterios, crueldad, magia y dioses nos esperan en este desenlace bastante épico. ¡No esperes a la veroscuridad para leerlo!
Empiezo dando por hecho que ya has leído las anteriores entregas de esta novela. De no ser así, piénsatelo mejor y, aunque agradezco tu interés por mi reseña, frena aquí tu lectura, porque no quiero desvelarte nada que impida que disfrutes de esta trilogía como se merece. Si ya estás al día pero quieres refrescar la trama, te dejo a mano las sinopsis y mis opiniones de Nuncanoche y Tumba de dioses.
Ahora sí, volvamos al relato de Mia Corvere…
Albaoscura comienza fuerte tras la revelación que tuvimos al final de la anterior entrega y, cuando Mia descubre que todavía no ha completado al 100% su ansiada venganza y que las cosas que creía saber sobre su familia no son tales, encamina sus pasos a descubrir la verdad sobre sus orígenes y su condición de tenebra. En esta ocasión, además de la ayuda de los daimones y los fieles amigos que valientemente se ha ganado a lo largo del duro camino recorrido, la chica contará con la compañía de Jonnen, su hermano pequeño, del que la separaron tras la muerte de su padre y con el que recientemente se ha reencontrado. Ahora, también deberá centrar sus esfuerzos en proteger al niño y recuperar su cariño, a pesar de que éste adora a Julio Scaeva, el imperator y enemigo mortal de Mia. Pero por si la vida de nuestra cuervecilla no estaba lo suficientemente repleta de peligros, violencia y enigmas, ahora también se topará con la furia de ciertos dioses y su figura será clave para restaurar el equilibrio antaño perdido con una batalla final de fuerzas titánicas.
La historia suena tan cañera como es, porque Jay Kristoff es un experto en crear tensión y golpear continuamente al lector con muertes de personajes, revelaciones inesperadas, sangrientas batallas, alocados viajes, mucho drama, y un toque de humor negro aderezado con irreverentes y mordaces comentarios. El personaje de Mia Corvere viene pisando más fuerte que nunca, porque la oscuridad se acerca y su poder va en aumento en consecuencia. Pero también la encontraremos más humana y frágil en algunos aspectos, ya que esta vez tiene mucho que perder.
Soy la guerra que no puedes ganar
Y a esta “guerra” se le coge mucho cariño. Es un personaje inolvidable lleno de contrastes, pero fuerte y decidido, tanto como leal y temerario. El resto de personajes también están muy bien construidos, y los protagonistas tienen todos un justo papel relevante en el final, con mejores o peores consecuencias. La ambientación de todos los lugares, sobre todo de Tumba de dioses, es deliciosamente lúgubre, con un continuo halo de misterio y magia, como algo profano y sagrado al mismo tiempo. Del ritmo narrativo ya sabes lo que esperar: un frenesí de acontecimientos y revelaciones, pero también reflexiones, pasos atrás y giros argumentales.
Le voy a poner un par de pegas a este libro. Por un lado, aparece un personaje retornado cuyo papel entiendo, pero que me sobra un poco en la trama y, por otro, aunque te cueste creerlo por todo lo que te estoy contando y aunque me ha encantado, lo he encontrado el más flojo de los tres que componen la trilogía. Quizá debido a que el primero tenía el encanto de la introducción a la vida de Mia y su mundo y el segundo gozaba de una historia muy buena y adictiva, este tercero que se centra en concluir cosas y cerrar la trama me ha parecido un poco menos impactante. Que esto no te llame a engaño: igualmente es un final de 10 para una trilogía perfecta.
Jay Kristoff ha sido mi gran último descubrimiento del año pasado, por lo que ya puedes imaginar lo que te vas a ir encontrando por mi blog en los próximos meses. Spoiler: tengo muchas ganas de hincarle el colmillo a su nueva saga de vampiros.
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