Lo primero que tendríamos que saber es qué es un bionauta. Buena pregunta. Eso, entre otras muchas cosas, es lo que trata de explicarnos el libro. Digamos, a grandes rasgos, que un bionauta es una persona que viaja por el espacio buscando un lugar donde vivir. Lleva eones haciéndolo, por lo que los nexos con las civilizaciones que encuentra han desaparecido prácticamente.
¿Y qué pasa cuándo los Bionautas llegan a la Tierra, como cabría esperar? Pues que nuestra reacción es la que también cabría esperar. Bionautas (Editorial Cerbero) es una narración en primera persona en la que Elio le cuenta a una adolescente confusa cómo ha sido el viaje hasta la Tierra y por qué la chica tiene la capacidad de escuchar voces.
Y es que Cristina Jurado ha modelado absolutamente todos los detalles de una raza, incluso la forma de comunicarse. Por mucho que nos creamos el ombligo del universo, nuestro lenguaje sigue siendo primitivo y poco elaborado.
Pero Bionautas no trata sólo del lenguaje o de la llegada de una nueva raza. Cuenta las consecuencias que tiene para ambos. Para los terrestres, la aniquilación de gran parte de la Humanidad por los virus que traen los nuevos pobladores. Para los recién llegados, otro tipo de problemas derivados de la atmósfera.
Cristina Jurado nos plantea una interesante reflexión ¿es posible la convivencia entre dos razas que tienen poco qué ver? La verdad es que es un problema de plena actualidad que vemos todos los días en las noticias a otra escala. El muro con México o el campamento de Lesbos no son sino intentos de preservar una determinada forma de vida y una idiosincrasia concreta. Imagínense ahora cómo sería a gran escala.
Creo que lloré, pero no sé si eso realmente pasó o si la emoción del recuerdo me hace añadirlo. Porque los bionautas no sabíamos llorar entonces, eso lo aprendimos luego. Probablemente aquello no pasó, pero los recuerdos a veces son juguetones. Pongamos que lloré, porque así quiero recordarlo.
Se trata de una novela de menos de doscientas páginas compuesta por un monólogo interior en el que Elio intenta explicarle sus orígenes a esa chica que oye voces y que dibuja montañas de muertos. Y sin embargo, nuestra atención no decae ni un ápice ni el ritmo narrativo tampoco.
Porque las conquistas no tienen por qué ser las luchas épicas de las que siempre nos han hablado. Pueden ser historias más sencillas y a la vez más complicadas. Puede haber sentimientos de por medio, sensaciones que no se verbalizan y que quedan ahí enquistadas. Hay historias humanas, de miedo y de ansiedad por creer que no se está a la altura. Y eso es una constante universal, seamos bionautas o humanos.
Puedes comprar la novela aquí.