Jordan Belfort era en la década de los 90 un directivo de una conocida firma de inversiones de Wall Street que se convirtió en uno de los nombres más tristemente célebres de las finanzas estadounidenses: un brillante y astuto traficante de acciones que encabezaba una alegre banda que asoló Wall Street desde su gigantesca oficina de Long Island. Durante el día, ganaba miles de dólares por minuto. Por la noche, los gastaba tan rápido como le era posible, en drogas, sexo y viajes por el mundo.
FICHA EN IMBDOPINIÓN PERSONAL:El lobo de Hollywood, así deberían apodar a Leonardo Di Caprio, un actor capaz de trabajar en «manada» sin dejar de brillar por sí mismo. Leo defiende película a película el lugar que se ha ganado en la meca occidental del cine. Con un espectro de interpretación cada vez más amplio, Di Caprio se vuelve a superar dando vida en la gran pantalla al corredor de bolsa Jordan Belfort, un hombre que, a pulso y con muchas artimañas, se convirtió en un multimillonario y excéntrico empresario, llevado a juicio por sus innumerables estafas. La vida real supera en ocasiones a la ficción, y esta adaptación la iguala, basándose en el libro del propio Jordan, reconvertido en una especie de gurú de auto-ayuda (quien no se recicla, es porque no quiere).