Observo que en el tiempo que he suspendido mis entradas, los bloggers literarios son ya una herramienta importante en la promo y publicidad de los libros. Los nuevos influencers del mercado editorial. A este boca a boca 2.0 que supone la democratización de la crítica literaria ( bajo eterna sospecha) también le acechan los peligros de la banalización o el descrédito ( ¿quién puede negarse a que le regalen libros?...yo no). Pero debo decir que he descubierto cuentas interesantísimas y que me encanta recibir recomendaciones en Instagram de otros bibliópatas.
Elijo el libro de Marta Sanz para reanudar mis reseñas por diversas razones. En primer lugar porque me ha despertado del letargo en el que a veces me sumerge la ficción. Pero sobre todo porque me cuesta separar al creador de su obra. Esto puede ser criticable pero es algo inevitable para mí. Afortunadamente solo me ocurre con artistas vivos pues la descontextualización es un peligro objetivo para el juicio crítico. Desde que conocí a Marta mi fascinación (personal y literariamente) ha ido en aumento. Me inicié de forma tardía con Farándula. Fui una de esas que la descubrieron tras el Premio Herralde. Pero en poco tiempo se ha convertido en una de mis escritoras de referencia.
Clavícula posiblemente no es para todo el mundo. Aunque me gustaría pensar que debería serlo... Marta practica una literatura de intervención. Y en estos tiempos que vivimos necesitamos que nos abran los ojos a realidades mudas y descarnadas aunque se nos perturbe. Pero sobre todo necesitamos elementos que invoquen nuestra fraternidad...algo que la desentumezca. Y este libro, no se si intencionadamente o no, lo consigue. ( También puede conseguir que te sonrojes pues es decididamente impúdico).
En esta novela absolutamente auto-biográfica ( ella misma no quiere que haya duda sobre ese detalle), su autora se desnuda por completo y habla sobre todo lo que le duele. Desde la precariedad que le ronda ( a ella y al noventa por ciento de su gremio) a la situación de desempleo de su marido, el miedo a perder a sus padres...a la enfermedad, a envejecer, y hasta sus propias contradicciones...
Es muy difícil coger una página de un libro al azar y averiguar quien es su autor sin ver la portada. Los que sobreviven ese lance son, sin duda, voces únicas. Marta Sanz es, para mi, una de ellas. Por eso y porque me traspasa. Con humor y crudeza.
Puede que Marta Sanz no sea apta para todos los públicos pero es absolutamente esencial para sus lectores.