Este libro ha sido toda una revelación para mí. Tuve suerte de acercarme a él sabiendo pocas cosas porque así pude disfrutarlo más.
Tampoco puedo contaros muchas cosas concretas porque es difícil de definir. Ambientado en una especie de desierto similar al del oeste, cuenta una historia de brutalidad humana y de aparente venganza.
Como si existiese el perdón (Las Afueras) recuerda profundamente a Juan Rulfo y a sus llanuras infinitas, además de a Cormac McCarthy y a su No es país para viejos. Parte de un suceso tremendo, como es el asesinato de un hombre a causa de un malentendido. A partir de ahí dos hombres recorren el desierto seguidos por otros que claman venganza.
Tano y Manoel persiguen a la familia de los Loprete, asesinos de los padres de Manoel. Lo hacen porque es lo que la obligación les dicta, porque tal vez el desierto les mate antes a ellos, pero no pueden escapar de la voz del destino. Porque también hay fantasmas detrás de cada piedra, historias que no han quedado olvidadas ni perdonadas y a las que los protagonistas también tendrán que hacer frente antes de que caigan en el olvido.
Encuadrada en la tradición del western clásico de Sergio Leone, nos muestra personajes acostumbrados a la brutalidad del ambiente, para los que la vida y la muerte se reducen a una mera cuestión de supervivencia donde no tienen cabida los sentimientos.
En este caso, la diferencia es que se trata del desierto argentino, lleno de calor, sed de venganza y odio. Resulta difícil sostener una novela con tan pocos elementos, pero Mariana no sólo lo consigue, sino que además le otorga una dimensión mítica y de fatalidad.