De ninguna parte es, hasta el momento, la última novela de Julia Navarro, una autora a la que sigo desde hace años y cuya bibliografía creo que ya he leído en su totalidad. Como suele ocurrir con la mayoría de escritores, Julia tiene libros que me encantan y otros que considero bastante prescindibles y este nuevo título tendría para mí un puesto intermedio, porque me ha parecido que plasma una buena historia, pero con un nivel bajito para lo que esta autora ha demostrado ser capaz de lograr.
Como es habitual en su obra, De ninguna parte se centra en un conflicto político y religioso, esta vez ambientado en la actualidad y que pone el foco de atención en el fanatismo religioso y el terrorismo islámico. Para contar esta dura realidad, el libro nos presenta la difícil vida de sus dos protagonistas: por un lado tenemos a Abir, quien siendo apenas un adolescente asistió al asesinato de su familia durante una misión del ejército israelí en el Líbano y, por otro, a Jacob, uno de los soldados que presenció esta tragedia y que tuvo que asentarse a regañadientes en Israel, arrastrado por su madre, de origen judío. El joven Abir huérfano es acogido junto con su hermano en casa de sus tíos en París, una ciudad en la que no encaja debido a que las costumbres de su familia chocan con la cultura francesa, con el resultado de que no se siente parte ni de Francia ni de ningún otro sitio. Lo mismo le ocurre a Jacob cuando, tras la muerte de su padre, se ve de pronto viviendo en Israel, donde se esfuerza continuamente por intentar sentirse cómodo con su condición de judío y una identidad que tampoco ha escogido. Los caminos de los dos hombres volverán a cruzarse años después, obligados por las circunstancias: unos terribles atentados de una organización terrorista.
De ninguna parte es un libro más breve que otras novelas de Julia Navarro, pero mantiene el estilo narrativo propio de la autora, con un ritmo dinámico, muchos diálogos y pocas descripciones. El tema que trata es muy interesante, está debidamente contextualizado en la actualidad y nuevamente la escritora intenta presentar los diferentes puntos de vista de personas muy diferentes para que el lector entienda (y no que justifique, ojo), las motivaciones y acciones de los personajes, según sus vivencias, educación, cultura, etc. Además, la trama se enriquece con otros personajes de mayor o menor relevancia, pero cuyas vidas también aparecen plasmadas, como Noura, la prima de Abir, quien crece en una sociedad liberal cuyos valores sus padres se esfuerzan por aplastar con una férrea educación que anula a la mujer. Sin embargo, a esta historia le falta gancho, algunos pasajes están muy forzados, y se tratan superficialmente algunas cuestiones que podrían ser interesantes, como la tensión entre el poder y los medios de comunicación. La novela está a años luz de la profundidad y pasión que Julia Navarro pone en Dispara, yo ya estoy muerto (mi novela favorita de su obra), en la que trata el conflicto palestino desde sus inicios de una manera muy humana y sin faltar al rigor histórico.
Para hacer justicia a De ninguna parte, puedo comentar que es uno de sus pocos libros en los que deja de lado la historia para centrarse un una dinámica más de acción y suspense, con atentados, investigaciones, venganzas, con un final que esconde una pequeña sorpresa y, eso sí, un mensaje profundo basado en lo perdida que puede llegar a sentirse una persona en determinadas circunstancias, los peligros de esforzarse a toda costa por forjarse una identidad que puede ser la menos adecuada y las consecuencias de algunas acciones por pasadas que sean. Ni mucho menos desaconsejo su lectura, la cual puede disfrutar cualquier lector al que este tema le llame la atención, pero tampoco puedo hablar maravillas de ella, después de conocer el potencial de su autora.
Espero que para su próxima publicación, Julia Navarro vuelva a la novela histórica bien “tocha” llena de personajes de esos inolvidables que ella sabe recrear con tanta maestría. Ahí estaré yo la primera, para volver a conectar con su pluma.