Reseña de "el abrazo del mar".

Por Gusmar Carleix Sosa Crespo @gusmarsosa

“Dime qué escribes y te diré quién eres…”, fue la frase que relampagueó en mis pensamientos luego de conocer a Francisco Ruíz, autor de “El Abrazo del Mar”. Yo había leído su obra meses atrás cuando Richard Sabogal, por mi condición de jurado, me envió un lote de novelas y colecciones de cuentos que participaban en la segunda convocatoria del concurso Por Una Venezuela Literaria, impulsado por Negro Sobre Blanco Editores.
Francisco participaba con el seudónimo “Javier Castel”, “Javier” que es su segundo nombre y “Castel” por un personaje de “El Túnel”, de Ernesto Sabato.  Recuerdo que leí la primera página y me atrapó la narración por su agilidad y sencillez, por la construcción de un personaje tan simple y sombrío que resaltaba entre tantos personajes fantásticos de fácil construcción. Luego conocí a Francisco Ruíz, en el acto de entrega de reconocimientos y presentación de obras, organizado por la editorial, y me di cuenta de que su historia es una habitación cuyas paredes son espejos, donde él se encuentra parado en el centro percibiendo la proyección de su imagen y permitiéndose ser reflejo. Claro, fue una conclusión prematura la mía, pues apenas compartimos un par de horas.
Lo cierto es que he leído una y otra vez la novela, y en cada ocasión encuentro elementos interesantes que podrían definir su “tinta”. Además, he tenido la oportunidad de leer otros cuentos escritos por él y esto me permite delimitar su trabajo hasta el momento. Es un escritor que promete, es otro eco emergente de la literatura venezolana, de mantenerse activo y constante en su empeño literario podría convertirse en una referencia de nuestros tiempos, así como muchos escritores noveles que he leído en los últimos dos años, oriundos de nuestra Venezuela.
El Abrazo del Mar es una novela corta, escrita en primera persona, sin embargo, existen entre sus líneas una magistral muda entre narrador y personaje principal. El narrador encarna a Marcelo, personaje principal, y desde su alma destila amargura, rencores, inconformismo, arroja una visión de desprecio hacia el entorno, se hace capaz de emitir juicios. Es un personaje completo, bien construido, con un carácter sólido, su construcción es congruente, tanto que permite una narración armoniosa, con un ritmo suave y melancólico. Marcelo, es el resultado del empeño de un escritor que acepta el desafío de mantenerse centrado y apegado a las leyes de la realidad y su historia es la aceptación de los altibajos de la vida y la determinación de hacer de esos “subibajas” olas de un mar que puede llevarnos a buen puerto. 
La historia atrapa, pues no es una narración rosa e inocente, es un espejo de la realidad de la que muchos pretenden escapar.Es una novela de tono gris, aunque de una narrativa colorida, y es que en ella se refleja la vida, desnuda de fantasía, aunque con un toque de esa magia cotidiana que a veces se olvida o sencillamente no se capta, como el amor adolescente, la esperanza silente, las sonrisas que se escapan burlando el carácter fatalista que a veces dicta la realidad. Es una obra existencial, de agonías, de gritos silenciosos. Fondo y forma encuentran armonía mientras la historia se desarrolla, dejando finales inconclusos, a medias, no deseados. ¿Acaso la vida no nos priva de buenos finales en ocasiones?
El autor no maquilla el contexto de la obra abusando de omnipotencia u omnisciencia, por el contrario, se sujeta a las leyes que rigen el tránsito de la vida, dejándole al lector saborear los amargos momentos que condimentan la existencia. Enseña que escapar no es una opción, es necesario aceptar y enfrentar, tomar las riendas del destino propio mediante una decisión.
El contexto es genérico y aunque la historia transcurre en un pueblo junto al mar, ese pueblo podría ser cualquiera de América Latina. Revela las limitaciones de una familia con el deseo de trascender, la evolución de un personaje que intenta, aunque inconscientemente, desatar las amarras de su negativismo, y aunque plantea una historia de amor inconclusa, deja el sabor de saber que el amor siempre gana.
Siempre que alguien me pregunta por qué sugerí El Abrazo del Mar como ganadora en el concurso, respondo: Por su mensaje nada forzado y por el atrevimiento de narrar una historia gris que no pretende seducir con simpatía. Pero es una respuesta resumida, hay mucho más qué decir respecto a ésta obra, y que tú debes descubrir.
Así que te invito a adquirir la novela de Francisco Ruíz, y cuando la tengas en tus manos toma asiento, ponte cómodo. Prepárate para leer una historia que no te separará de la realidad, que no te pintará mundos de colores, que no te trasladará a una realidad mágica u otra dimensión. Por el contrario, las páginas de El Abrazo del Mar te harán columpiarte entre los altibajos de la cotidianidad, como el mar embravecido juega con las embarcaciones, pero al final de la lectura sonreirás y estarás listo para navegar hacia tu isla, para escapar del naufragio y comprender que sin algunos sinsabores no podrías disfrutar de la arena donde reposan las olas de la vida.