Con la lectura de El mercader de libros me he iniciado en la obra de Luis Zueco, un célebre autor de novela histórica con una serie de títulos muy interesantes a los que siempre les he tenido echado el ojo. Tras esta primera toma de contacto, ya he apuntado varias de sus obras en mi siempre creciente pila de lecturas pendientes, puesto que en este libro he encontrado todo lo que me gusta de una buena novela, como el asistir a la vida del personaje protagonista desde pequeño, las descripciones del modo de vida de una época pasada, y la emoción de los peligros y aventuras vividas por los personajes. Si a todo esto se le suma que parte de la acción de El mercader de libros transcurre en mi querida Sevilla natal, está más que claro que se trata de un libro digno de mis estanterías. Te lo cuento con más detalle en mi reseña.
La novela comienza con Thomas, su joven protagonista, huyendo de Alemania tras presenciar una traición que termina con la ejecución de su padre. Desamparado y sin recursos, el chico deberá aprender a ganarse la vida, recorriendo una Europa que sigue sacudiéndose los últimos vestigios de las oscuras ideas que rigieron la larga Edad Media, abriéndose poco a poco al pensamiento humanista. A Thomas no tarda en quedarle claro que el motivo de la apertura a otras ideas y reflexiones críticas se debe en parte a la invención de la imprenta de tipos móviles, y a la consecuente democratización de los libros, capaces de sacar a la población de la ignorancia a la que, durante siglos, había estado condenada. Pero, como es habitual, algunas de las nuevas ideas difundidas (como las de Lutero) no están bien consideradas por instituciones como la Iglesia, y Thomas se ve obligado a huir de nuevo, esta vez de la imprenta en la que aprendió a amar más los libros que ya desde pequeño le apasionaban, para acabar dirigiendo sus pasos a Sevilla, la ciudad más próspera del mundo a comienzos del siglo XVI por su conexión fluvial con el Nuevo Mundo recién descubierto. En esta región llena de contrastes, donde ricos y pobres tienen cabida y en la que nuevos negocios florecen por doquier, Thomas empieza la investigación más importante de su vida, orientada a descubrir el paradero del libro que un poderoso coleccionista le ha encargado encontrar y cuya búsqueda le lleva a descubrir otros secretos y enredos relacionados con acaudaladas familias sevillanas. Todo para llenar sus días mientras Thomas fantasea con ver cumplido su sueño de toda la vida: viajar al Nuevo Mundo, conocer sus prometidas maravillas y montar allí un negocio.
Como es de esperar, El mercader de libros está lleno de viajes por polvorientos caminos, mares embravecidos y ciudades de todo tipo, con aventuras, huidas, traiciones y un misterio que le da un toque muy original a esta novela de género histórico. La trama es buena y la idea que subyace todo el tiempo es un grandísimo homenaje a los libros y a su poder de, mediante la palabra escrita, transmitir conocimientos, hacer perdurar la cultura de una civilización y llevarnos de viaje con la imaginación, pero también de inculcar ideas o modificar pensamientos. Me ha encantado la descripción de Sevilla en su momento más floreciente y de todos los rincones que conozco desde niña (obviamente bastante cambiados), con los elementos que sí existían en esa época como la muralla completa, el llamado puente de barcas, el arenal como puerto, etc. Ha sido precioso viajar de esta forma a mi ciudad, con la maestría de Luis Zueco de trasmitir al lector su belleza, clima y color.
Como he dicho al principio, éste ha sido sólo el primer paso de mi incursión por la obra de Zueco, de la cual ya está publicada gran parte en formato bolsillo, más asequible para ayudarme a conseguir todos los títulos que pueda, y así poder seguir tomándole el pulso al autor. ¿Te pasarás por mi blog para saber más?