El mesías de Dune es la segunda entrega de Las crónicas de Dune, la exitosa serie de novelas de ciencia ficción de Frank Herbert. Se trata de un libro muy diferente a su predecesor, pero que vuelve a transportar al lector al inhóspito Arrakis, un planeta del que todavía nos queda mucho por conocer. Si ya has leído Dune, adelante, puedes seguir con la lectura de mi reseña. Si no es así, cuidado: para contextualizar esta historia tengo que dar algún que otro dato sobre la trama de la primera novela.
Así pues, toca volver a las estrellas…
Doce años después de que Paul Atreides y sus aliados Fremen derrotasen al emperador y a los Harkonen, nuestro joven protagonista conocido como Muad’dib (el elegido) gobierna ahora sobre un nuevo estado que se sostiene sobre una frágil paz que puede hacerse añicos en cualquier momento. De hecho, las conspiraciones sobre su persona están a la orden del día y las intrigas palaciegas se esconden tras cada esquina, protagonizadas incluso por su propia esposa. Además de hacer frente a este precario equilibrio en el que entran en juego intereses políticos, económicos y religiosos, Paul continúa intentando dominar sus poderes prescientes (tan fuertes que, en ocasiones, lo confunden y anulan), sin olvidar nunca la importancia de su hermana Alia, ahora toda una mujer llena de sabiduría y soberbia con sus propios intereses que no le quita ojo.
En El mesías de Dune nos encontramos con un Paul que ha cambiado con el tiempo y que, lleno de contradicciones, ha convertido a su Imperio en lo que en el pasado quiso derrocar: un sistema tirano controlado por el fanatismo religioso en el que él mismo es señor y deidad. Así, la complejidad psicológica de este Atreides es uno de los puntos fuertes de esta novela, junto a otros temas como la ingeniería genética, la fuerza del destino, la vida o la religión.
El ritmo de esta segunda novela se aleja años luz de Dune. Con mucha menos acción y una trama concentrada en apenas 300 páginas, la historia se vuelve más reflexiva y política, aunque igual o más peligrosa que en su predecesora. Un relato más sosegado pero cargado de tensión que a mí, particularmente, me ha gustado bastante. Sin embargo, creo que, tanto la historia como la narrativa de la primera novela es muy superior y más apropiada para este tipo de obras de ciencia ficción, y en El mesías de Dune he echado de menos que hubiese más acción y alguna aventura memorable (como la que se presenta al final del libro). Eso sí, en esta segunda novela me han maravillado elementos típicos del género como la tecnología genética, la clonación o la existencia de armas imposibles.
Llegados a este punto, puedo profetizar que sigo firme en mi decisión de completar la lectura de Las crónicas de Dune (al menos los libros de Frank Herbert, luego ya veremos), y que iré dejando por mi blog mis impresiones de cada uno de ellos.