Reseña de "El nombre del mundo es bosque" de Ursula K. Le Guin

Publicado el 21 mayo 2022 por Rt

Si hay una autora de Ciencia Ficción que me guste, esa Ursula K. Le Guin (además de Octavia Butler, por supuesto). Además de tener un estilo ameno y sencillo, fue una adelantada a su época, que afrontó temas como la cuestión de género, la inmigración o la ecología. 


El nombre del mundo es bosque (Editorial Minotauro) se plantea como una utopía, pero una lectura atenta nos mostrará que está más relacionada con la Clifi o la ciencia ficción sobre el clima.  

En un futuro indeterminado, el hombre ha conquistado los recursos de la Tierra y ha colonizado el planeta de Nuevo Tahití, cubierto enteramente de masas forestales. En él viven una especie de humanoides descendientes de una antigua colonización humana, a la que la nueva remesa de hombres trata como esclavos. Les llaman crichis y desde el principio los consideran mansos y prestos a obedecer.

De vez en cuando llega una nave repleta de mujeres para satisfacerles y críar nuevos individuos. Por supuesto, los que ocupan un mayor puesto en el rango militar son los primeros en elegir.  

 

Es decir, la aparente tranquilidad de la conquista esconde un fondo de violencia hacia las tribus de crichis, a las que se les obliga a desbrozar el bosque y a cortar los árboles para que los humanos tengan madera suficiente. Aunque no hay ningún conato de rebelión aparente, el capitán Smith sabe que se está fraguando algo. 

El verdadero hallazgo del libro son los indígenas, profundamente conectados con el bosque. Los colonizadores humanos creen que nunca duermen, pero en realidad en su vigilia pasan del tiempo-mundo al tiempo-sueño. Están muy arraigados con el planeta y sobre todo con el bosque que les rodea. Son inocentes y de piel verdosa, tranquilos y pacíficos. Y aunque cuentan con la protección de la Liga de los Mundos, no están libres de la codicia del ser humano. 

Extremadamente bello y con una narrativa poderosa, Ursula ya nos presentó en la década de los sesenta los problemas que nos encontraríamos a final de siglo: la devastación, el cambio climático y la codicia del hombre, capaz de talar bosques centenarios para construir una urbanización de lujo.