Allí durmió en la calle, comió en comedores sociales y sobrevivió gracias a la caridad de los desconocidos. Trabajó en un restaurante, aunque no aguantó más que una tarde, y luego en una librería, donde conocería a Robert Mapplethorpe, artista bohemio como ella. Robert creía en el poder de la imagen y terminaría un fotógrafo de éxito.
Con él mantendría una relación amorosa y más tarde de amistad, que culminó cuando ambos se alojaron en el Hotel Chelsea, lugar de reunión de músicos como Janis Joplin, Leonard Cohen, Jimmy Hendrix, etc. También de escritores como Arthur C. Clarke o Allan Gingsberg. Sam Shepard era asiduo al hotel, buscando otros placeres aunque estuviera casado.
Este fue el punto de partida donde ambos descubrieron qué clase de arte querían hacer, desde donde se patearon la ciudad ofreciendo sus imágenes a todas las galerías de arte y donde repartían la exigua cena que conseguían con el poco dinero que ganaban.
Patti Smith, es ahora una cantante consagrada y una poetisa veraz y comprometida. También hace unos dibujos maravillosos. Pero no nos cuenta una juventud idealizada. Es cierto que participó activamente en el movimiento artístico neoyorkino, pero también pasó hambre, cogió piojos, durmió al raso y sufrió el frío inmisericorde de la ciudad. A veces no comían durante varios días y tenían que recurrir a todo su ingenio para sobrevivir. Éramos unos niños (Debolsillo) cuanta todas las penurias y la superación. Por eso, cuando les llegó el éxito a los dos, ninguno olvidó de dónde venía.
“Nadie me buscaba. Todo me esperaba”
También demostraron que huían de los convencionalismos de la época y que les gustaba mantener un espíritu libre donde a muchos se les fue la cabeza.