Juan Carlos Galán, del blog llamado El blog de Juan Carlos, que puedes visitar PINCHANDO AQUÍ, leyó mi novela Esto no es Bambi y escribió una reseña sobre ella que dejo aquí. Gracias, Juan Carlos.
David Pérez Vega, profesor, novelista, bloguero y you tuber comenzó su aventura como escritor hace ya más de veinte años. Cuenta en su haber con los siguientes títulos publicados: cinco novelas contando ésta que reseño: "Acantilados de Howth" (2010), "El hombre ajeno" (2014), "Los insignes" (2015), y "Caminaré entre las ratas" (2020) [de ésta tengo reseña hecha en este blog]; dos poemarios: "Siempre nos quedará Casablanca" (2011) y "El bar de Lee" (2013); y un libro de relatos "Koundará" (2016).
"Esto no es bambi" aparecida este año 2021 es su última novela publicada. Es el resultado de echar la vista atrás y contar aunque a través de un alter ego, Daniel Márquez, que él comenzó su vida profesional en el mundo de la Empresa privada, concretamente en una de las que se dedicaban a auditar a otras importantes del panorama mercantil. Es la historia de una decepción, de la evolución de una empresa y de algunos de sus profesionales. Se lee con mucho gusto. En mi opinión es más una crónica que una historia de ficción.
Pérez Vega ajusta cuentas con su pasado. Es un ajuste de cuentas en su más amplio sentido. Quiero decir que no sólo es la confesión de un desencanto laboral, el sufrido por el propio escritor dentro de la prestigiosa empresa de auditoría donde empezó a trabajar, sino también el suyo íntimo personal al meditar que quizás, presionado por el entorno social y familiar, se equivocó al realizar estudios de ingeniería aeronáutica pronto abandonados y sustituidos por los de Dirección y Administración de Empresas, cuando, dice en el propio texto, debía de haber estudiado Filología Hispánica, pues siempre fue la literatura lo que más le gustó:
«Y me cuestiono de nuevo si fue una buena idea cambiarme a Administración y Dirección de Empresas cuando dejé los estudios de Ingeniería Aeronáutica, y debería, en realidad, haberme cambiado a Filología Hispánica y haber asimilado ya entonces que yo era de letras»
Pero sin duda alguna el autor salda las cuentas con la empresa en la que se estrenó laboralmente. Esta empresa aparece disfrazada bajo un nombre totalmente literario, William Golding, el del escritor británico conocido especialmente por su novela "El señor de las moscas". Además de hacer un guiño a la literatura, David elige para la Firma un nombre que le permite denominar a sus trabajadores con un apelativo derivado del mismo, 'guillermos' o 'guillermitos'. A poco que se piense el lector rápidamente cae en la cuenta de que de quien el escritor está hablando es de la que fue prestigiosa empresa norteamericana con sede en Chicago Arthur Andersen fundada en 1913 y desaparecida en 2002 víctima de un sonadísimo escándalo financiero. A los trabajadores de la empresa popularmente se les denominaba 'arturos' o 'arturitos'.
Conocemos la vida interna de William Golding -Arthur Andersen España en la realidad- a través de la experiencia directa de seis de sus trabajadores. Para todos ellos trabajar en una multinacional tan prestigiosa era algo muy deseable. No todos ellos acceden por méritos propios pues hay quienes lo hacen gracias a influencias paternas mientras otros sin padrinos en que apoyarse lo logran gracias a su esfuerzo y mérito. Todos ellos deben realizar cursos de formación en España y también en Chicago; consecuencia de estos cursos son relaciones personales estrechas muchas veces clandestinas dado que la empresa prohibía las mismas entre sus empleados.
La Compañía somete a sus trabajadores a jornadas maratonianas en las que el horario no cuenta, las horas de entrada y de salida son inexistentes; en definitiva, la vida más allá de la propiamente laboral no existe. Esta situación de casi esclavismo no es bien aceptada por todos, en especial se observa esta incomodidad en el personaje alter ego del novelista, o sea, en Daniel Márquez, cuya experiencia en la empresa no es para nada satisfactoria. Sus aficiones culturales (le gusta mucho el cine y la literatura) chocan de plano con las de otros compañeros a quienes sólo les mueve el afán de progresar en la Firma e ir pasando de nivel laboral por ver de llegar, como le sucede al cabo de los años a Javier Aparicio Llamas quien a base de soportar tratos laboralmente abusivos e incluso vejatorios ha logrado hacerse con el espíritu de los 'Guillermos' por lo que ya al final del relato (han pasado algo menos de 5 años desde su inicio) lo vemos convertido en Senior tras haber pasado por las categorías previas de A 1, A2, A3, A4, semisenior, etc. Quizás el machismo y la xenofobia que emanan las conversaciones que en el último capítulo de la novela mantiene este personaje con su antiguo compañero Rafael López-Osorio sirvan para entender por qué él, a diferencia de Rafa, aún sigue en la Firma.
Verdaderamente lo que sacamos en claro tras leer esta novela es que esta ficticia empresa auditora, al igual que la real que la inspira y las otras cuatro grandes del sector de la auditoría, funcionan como auténticas sectas. Este tipo de empresas sufren un duro varapalo por parte de David Pérez Vega en cuanto corporaciones. También reciben una fuerte colleja la mayoría de quienes entran a trabajar en ellas: niñatos de familias pudientes que han realizado sus estudios en muy prestigiosas universidades privadas de aquí o del extranjero a las que apenas el autor quiere disimular el nombre: EDACI y FENUC. Si se leen estos dos nombres en sentido inverso aparecen bien claritos los de dos universidades, una católica y otra laica dependiente de la Banca. Frente a estas procedencias elitistas Daniel Márquez y Nerea del Río Sánchez proceden de la Universidad Pública; él concretamente de la Carlos III:
«Sé ahora que la mayoría de mis compañeros de universidades privadas, de EDACI y de FENUC, que pronuncian el inglés perfectamente, gracias a sus cursos en el extranjero, a sus colegios privados bilingües, quieren esto. Y que para la mayoría, intuyo, esto no es más que un rodaje que los habilita para el día en que su padre -el directivo o el empresario- o el amigo de su padre -el directivo o el empresario-, los llame y los sitúe, no por unas cualidades especiales, sino por nobleza de sangre, en los puestos que en realidad los están esperando desde el comienzo y a los que la gente como Nerea del Río o como yo, los de las universidades públicas y los padres obreros, aunque nos sitúen la zanahoria delante de la cara, sabemos (o deberíamos saber) que nunca vamos a alcanzar.»
Al tiempo que avanza la experiencia personal del escritor en la Compañía vamos conociendo la manera de trabajar de la misma con las empresas clientes a las que audita. Un control que realiza siempre en connivencia con ellas; tanta es la connivencia que ésta será la causa de que la Firma se vea arrastrada a la desaparición. En España William Golding tiene clientes grandes y pequeños; entre los grandes se cita sobre todo a Modélica de España, nombre ficticio bajo el que se esconde con bastante seguridad una muy importante compañía actual de telecomunicaciones. Me resulta curioso leer que se culpe de ociosidad o vagancia a los empleados de ésta por el mero hecho de haber sido empleados públicos cuando en otros momentos del relato lo Público aparece siempre realzado frente a lo que no lo es.
«cuando vuelvo al archivo, a las 3:30, ya no queda nadie en la tercera planta del Goya II. Me ha contado Fernando que el personal de Modélica de España se va a las tres y nunca parece tener mucho trabajo. Como han sido funcionarios hasta hace muy poco, no pueden despedirlos y, tras los últimos avances informáticos, la mayoría de ellos se han quedado casi sin tareas.»
"Esto no es bambi", el título de la novela, procede de una frase dicha en los cursos de formación que reciben primero en España y luego en Chicago los jóvenes aspirantes a ingresar en la Compañía. Quien la dice es Pepe, el senior que les imparte el curso en Madrid. Con ella quiere manifestarles que trabajar en la Firma exigirá mucho esfuerzo por su parte, que el dinero que ganarán no se lo darán gratis. Por otra parte la frase transmite al lector la idea de que estas empresas que tanto prestigio tienen no son una bicoca, que esconden muchos elementos negativos y que los sueldos que en ellas se pueden lograr no sirven para hacer olvidar las humillaciones, abusos laborales e incluso personales que en muchos momentos quienes en ellas trabajan han de soportar.
Lo que más me ha gustado de esta novela que David Pérez Vega, según confesión propia, comenzó a escribir hace casi 20 años, es la estructura polifónica, caleidoscópica, a seis voces, que el escritor ha elegido para mostrar el derrumbe en todos los aspectos de esta empresa ficticia. Una demolición mostrada e través de las experiencias personalísimas de seis jóvenes -tres mujeres y tres hombres- que cuentan en primera persona sus vivencias en la Firma. A través de estas seis voces asistimos a la verdad de la vida, miserias y destrucción de esta empresa española de bandera. Desde el principio, de los seis personajes, Daniel Márquez es quien más muestra falta de sintonía con el voraz mercantilismo que se cuece en la Compañía. Las vejaciones y humillaciones laborales que sufre por parte de sus superiores y formadores le llevan a refugiarse cada vez más en la literatura y en el cine. Incluso, confiesa en un momento, está escribiendo una novela en la que a la manera de Primo Levi quiere dar testimonio de sus sufrimientos en William Golding. O sea que, aunque la comparación sea un tanto hiperbólica, para él WG -David Pérez Vega y AA respectivamente en la vida real- fue su Auschwitz y la novela que tenemos en nuestras manos trasunto de la Trilogía que el autor italiano escribió sobre el inicio del final del Holocausto.
Concluyo señalando que las fechas que cuidadosamente aparecen esparcidas en el relato corresponden a momentos ciertos y reales: en 2002 fue cuando estalló el escándalo Enron en Estados Unidos que llevaría a la práctica desaparición de la Auditora Arthur Andersen en el mundo. Igualmente febrero de 2005 es la fecha en que la Torre Windsor de Madrid desapareció envuelta en llamas. La novela, por su parte, se inicia dos años antes del escándalo Enron -«el caso Rudel» en la narración-, alcanza su clímax en esa fecha de 2002, y llegamos a ver los restos del naufragio en el último capítulo de la novela que transcurre simbólicamente en torno a esa torre que arde envuelta en llamas en Madrid.