Las tumbas de Atuan continúa con la saga de fantasía Historias de Terramar que Ursula K. Le Guin comenzara con Un mago de Terramar. Los primeros compases de este libro pueden desubicar completamente a un lector que espera otra contextualización, pero poco a poco se va introduciendo más información acerca de la historia o trama principal que pudimos disfrutar en el primer volumen, para terminar prometiendo que la cosa se va a poner muy interesante en posteriores entregas. Aunque esta saga tiene ya sus añitos, yo me estoy acercando ahora a ella, y he descubierto con satisfacción el potencial de esta autora de cuya obra pienso llenar mi blog con reseñas. ¿Volvemos a Terramar?
Como te comentaba, el inicio de Las tumbas de Atuan puede resultar un tanto desconcertante, ya que esperas volver a encontrarte con Ged, el protagonista del primer libro del que todavía quedaba mucho por saber. Sin embargo, la autora se olvida en un primer momento de él y nos presenta a Tenar, una niña que un buen día es arrancada de su hogar para ser conducida a un extraño templo en el cual, a cargo de unas sacerdotisas, será criada como la reencarnación de la suma sacerdotisa Artha, fallecida el mismo día en el que ella nació. Conforme va creciendo, nuestra nueva joven protagonista empieza a querer conocer más acerca del templo en el que vive, sus caminos subterráneos secretos y las antiquísimas tumbas que protege, hasta que en día, explorando, se topa con un enigmático hombre que deambula por los caminos secretos y parece tener poderes. Este mago resulta ser Ged, quien pronto fascina a la niña, además de ofrecerle una nueva vida…
El ritmo y estilo de Las tumbas de Atuan difieren bastante de lo presentado en el primer libro de Historias de Terramar. Ahora, vemos menos magia y trucos, para encontrar un misterioso halo, una atmósfera oscura y un ambiente opresivo y disciplinado, impregnado de maldad. Con menos aventuras y peligros que su predecesor, para Le Guin aquí prima más el hacer entender al lector la religión, ritos, simbología e historia de esta parte de Terramar, lo cual viene genial para completar el conocimiento del lector acerca de la idiosincrasia de este universo ficticio. El final de este libro prepara el terreno para una nueva etapa, tanto en la vida de Tenar como de Ged, sobre la cual ya tengo mucha curiosidad por conocer.
Me ha resultado admirable la manera en la que la autora es capaz de crear una historia tan atrayente y de calidad usando muy pocos personajes. La carga argumental recae casi por completo en la niña elegida, pero me ha parecido que la narración es rica y compleja gracias principalmente a la recreación de los extraños lugares descritos que conocemos a través de la mirada de Tenar, con una perspectiva infantil a pesar de que su entorno se empeña en darle una identidad mística que ella misma se obliga a aceptar como propia. El misterio imperante y la continua sensación de que algo malo subyace en el templo, han conseguido que este libro me resulte incluso más atractivo que Un mago de Terramar, que no es poco.
Así que parece que voy por el buen camino en mi empeño por leer al completo esta saga clásica que (no me extraña nada) es tan popular en el género de fantasía. No sé qué le deparará el futuro a Tenar, Ged y posibles nuevos personajes, pero pienso averiguarlo. ¿Te apuntas?