Secuela: “Charlie y el gran ascensor de cristal” | 200pp
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Esta historia muestra cómo a veces una decisión puede transformar radicalmente toda una vida... Y esto es justo lo que sucede a Charlie. En este maravilloso relato, Roald Dahl realiza una de sus mejores críticas sobre el comportamiento humano. Un niño que vive en la pobreza, en una casa de sólo dos habitaciones, con sus padres y abuelos, recibe siempre por su cumpleaños una sola tableta de chocolate. Junto a su casa, una gran fábrica de chocolate sortea una visita guiada y cinco tabletas a quien encuentre el premio en uno de los envoltorios.
Esta historia muestra cómo a veces una decisión puede transformar radicalmente toda una vida… Y esto es justo lo que le sucede a Charlie. En este maravilloso relato, Roald Dahl realiza una de sus mejores críticas sobre el comportamiento humano. Un niño que vive en la pobreza, en una casa de sólo dos habitaciones, con sus padres y abuelos, recibe siempre por su cumpleaños una sola tableta de chocolate. Junto a su casa, una gran fábrica de chocolate sortea una visita guiada y cinco tabletas a quien encuentre el premio en uno de los envoltorios.“Y no era tampoco simplemente una enorme fábrica de chocolate. ¡Era la más grande y famosa del mundo entero! Era la FÁBRICA WONKA, cuyo propietario era un hombre llamado el señor Willy Wonka, el mayor inventor y fabricante de chocolate que ha existido.” Seguramente casi todos conoceréis la historia de Charlie y la fábrica de chocolate por la versión que hizo Tim Burton en el año 2005, o incluso la que dirigió Mel Stuart en 1971, pero ¿conocéis el libro en el que se basan las películas? ¿La verdadera historia de Charlie?
A pesar de la importancia y el renombre de Roald Dahl en el sector de la literatura infantil y juvenil, lo cierto es que este libro no es tan conocido como cabría esperar. Yo tuve el placer de leerlo por primera vez cuando era pequeña y desde entonces me encanta. Esta reseña está dirigida a todos aquellos que no pudisteis disfrutar de esta maravilla de la literatura. Si queréis saber porqué deberías leer “Charlie y la fábrica de chocolate” aunque ya hayáis crecido, ¡seguid leyendo!
“Charlie y la fábrica de chocolate” es una historia que te lleva a hacer un viaje a una niñez ideal, a un lugar en el que, si lo deseas los suficiente y, por supuesto, eres bueno, te pueden pasar cosas increíbles. No voy a resumir la trama del libro puesto que aquellos que hayan visto las películas ya la conocen, y los que no lo hayan hecho, disfrutarán mucho más descubriéndola ellos mismos según vayan pasando las páginas. Sin embargo, es esencial que sepáis qué se siente cuando abres el libro. Y no me refiero sólo a la primera vez que lees el libro, sino a cada una de las veces que lo empiezas. Porque introducirte en la historia de Charlie y la fábrica de chocolate es viajar a un mundo lejano y a la vez cercano, igual que el nuestro, pero muy distinto. Podrás viajar por ríos de chocolate, dormir en nubes de algodón, soñar con nuevos sabores y descubrir nuevos inventos sorprendentes que nunca habrías podido imaginar. Además, te reirás con los Oompa Loompa, disfrutarás de sus travesuras y cantarás sus pegadizas canciones.
“-Y además –continuó el abuelo Joe, hablando ahora muy lentamente para que Charlie no se perdiese una sola palabra-, el señor Willy Wonka puede hacer caramelos que saben a violetas, y caramelos que cambian de color cada diez segundos a medida que se van chupando, y pequeños dulces ligeros como una pluma que se derriten deliciosamente en el momento en que te los pones entre los labios. Puede hacer chicle que no pierde nunca su sabor, y globos de caramelo que puedes hinchar hasta hacerlos enormes antes de reventarlos con un alfiler y comértelos. Y, con una receta más secreta aun, puede confeccionar hermosos huevos de azulejos con manchas negras, y cuando te pones uno de ellos en la boca, éste se hace cada vez más pequeño hasta que de pronto no queda nada de él excepto un minúsculo pajarillo de azúcar posado en la punta de tu lengua.
El abuelo Joe hizo una pausa y se relamió lentamente los labios.
-Se me hace la boca agua sólo de pensar en ello –dijo.”
Y, al igual que al abuelo Joe y a Charlie, se te hará la boca agua con las completas descripciones del sabor, forma y color de todos los dulces de la fábrica de Willy Wonka. Tengo que advertiros que leyendo este libro vais a pasar hambre, querréis probar cada uno de los dulces que aparecen y, al no poder hacerlo, iréis a vuestra cocina, cogeréis un trozo de chocolate y lo devoraréis con ansia, para descubrir con desilusión que sabe a chocolate normal, un vulgar chocolate que nada tiene que ver con las maravillas de Wonka. Y es que eso es lo único malo de “Charlie y la fábrica de chocolate”: la desilusión de volver al mundo real. Pero por lo demás, es fantástico, tanto para los pequeños como para los mayores. Absolutamente recomendable.
“Y a pesar de que su padre y su madre a menudo renunciaban a sus propias raciones de almuerzo o cena para dársela él, ni siquiera esto era suficiente para un niño en edad de crecer. Charlie quería desesperadamente algo más alimenticio y satisfactorio que repollo y sopa de repollo. Lo que deseaba más que nada en el mundo era…CHOCOLATE.”
Lidia es estudiante de traducción y fiel defensora de las humanidades, con una gran necesidad de aprender constantemente. Es una persona curiosa y persistente, de carácter alegre pero no siempre optimista. Una gran lectora desde muy pequeña y fan incondicional de Edgar Allan Poe, de las novelas históricas, de misterio y fantásticas. Disfruta escuchando a Edith Piaf y a Marlene Dietrich.