Cumbres borrascosas. ¿Quién no ha oído ese título alguna vez? ¿Quién no ha sentido curiosidad en alguna ocasión por esos páramos de los que parece ser que habla la novela? Quien más y quien menos ha visto la película, leído el libro o bien comentado con alguien que quería hacerlo. Y más, en este mundillo literario; y todavía más tras el fervor que parecía despertar en ciertas novelas juveniles. Hoy os quiero contar mi opinión acerca de esta novela. ¿Sentís curiosidad? Veamos…
CUMBRES BORRASCOSAS, de Emily Brontë
Heathcliff: huérfano adoptado piadosamente por la familia de Catherine, amigo de la infancia, muchacho rebelde y fascinante, espíritu libre y peligroso que ignora las convenciones de la rígida moral del siglo XIX. Edgar: apuesto, rico, educado, enamorado de Catherine, resuelto a convertirla en la más feliz de las esposas. Dos hombres así de diferentes tienen en sus manos el destino de la dulce Cathy, cuyo corazón está dividido entre una pasión ardiente y un amor romántico, con los indómitos páramos ingleses como escenario...Cumbres borrascosas es la historia de una relación capaz de sobrevivir a la muerte, un romance de fuertes emociones que corta la respiración...
¿Queréis que sea más precisa? Está bien, lo seré. Cumbres borrascosas tiene todos los elementos que una novela tiene que tener para ser amada. U odiada, claro, porque es intensa de narices. Supongo que os interesará conocer un poco la historia que nos cuenta. Bien: esta es una historia de desamor. De desamor, que no de amor, porque gracias a los personajes, de los que hablaré más adelante, la historia se hace sumamente triste y desgarradora. Conoceréis a Heatcliff y a Catherine, y también a Edgar y a Isabel, quienes os llevarán de la mano por esta trágica historia, pero cuidado que no os empujen a un barranco, son capaces de hacerlo.
Ahora sí, ahora quiero hablaros de los personajes. Hay, como en todo el libro, dos opciones: o te enamoras de su sufrimiento, de su forma de estropear la vida de los demás y de sus ganas de que su propia existencia sea un infierno, o bien decides que no solo no te caen bien sino que además quieres que se destrocen de una santa vez, por las mismas razones, exactas. ¿Que cuál es mi caso? Creo que me moví entre ambas opciones, porque qué queréis que os diga, son tan sumamente destructivos que es imposible amarles durante toda la novela. Destacar a Catherine (o Catalina, todo depende de la edición que consigáis), el hilo conductor de toda la novela y que, además, es todo un monstruo. Aún peor que Heatcliff, creo yo, que es el que siempre se menciona en este caso.
En cuanto a la escritura… bueno, ¿qué puedo deciros de la prosa de esta mujer? Es tan hermosa, y tan sumamente profunda, que parece que en lugar de estar sentado en el sofá estés cabalgando por el páramo de Inglaterra. Los diálogos solo se pueden calificar de perfectos, y los personajes están tan bien dibujados que los perfilas como personas reales, por muy increíble que parezca. Además, y esto aparte, debo decir que os recomiendo encarecidamente la edición de Debolsillo porque tiene una traducción fantástica; claro que, si tenéis la oportunidad de leer la obra en su versión original, sabéis que es obligatorio. No creo que haya delicia más grande que leer a Emily en su propio idioma, y es uno de mis asuntos pendientes (tengo el ejemplar, ahora bien, el nivel lo dudo mucho).
Cuando toca hacer la reseña de un libro que te ha enamorado de principio a fin, es muy difícil decir algo coherente. Yo lo he intentado con esta reseña (amadme, gracias) pero la verdad es que solo puedo deciros una cosa más: leedlo, leedlo, leedlo. Por hache o por b, porque es considerado un gran clásico de la literatura romántica, por sus personajes destrozados, por su preciosa escritura, por la increíble historia que cuenta… leedlo, por favor.
Adentraos en el páramo, id a Cumbres borrascosas. Y sufrid como unos condenados con la novela.
Escrito por Sasy
Sasy vive en Invernalia, al norte, tan al norte de España que casi toca el mar. Tiene dieciséis años y cuando era pequeña la castigaban sin leer, pero a ella le daba igual porque debajo del colchón tenía provisiones. Fanática de la fantasía y de la ciencia ficción, devora libros como si fueran pasteles de chocolate.