Tengo que confesar que cuando La hija del Nilo llegó a mis manos no esperaba que fuera un gran libro. Un buen libro, por supuesto, pero no mucho más. Sin embargo, imaginad mi sorpresa cuando me descubrí un día de camino a casa pensando en lo mucho que me apetecía tumbarme en la cama y sumergirme de nuevo en las páginas de esta novela.
LA HIJA DEL NILO, de Javier Negrete
En el año 48 a.C., una jovencísima Cleopatra, la última heredera de los faraones y de la sangre de Alejandro Magno, comparte el trono de Egipto con un hermano al que aborrece, Ptolomeo. Muy lejos de allí, en Grecia, se decide el futuro de la república romana, encarnado en el enconado enfrentamiento de sus dos generales más carismáticos: Pompeyo y Julio César. Alejandría se convierte en el escenario de este decisivo episodio en el que, finalmente, acabarán encontrándose los intereses y las pasiones de Cleopatra, una mujer dotada de una inteligencia excepcional y que gobierna con mano firme en un mundo de hombres, y de César, el estratega y político más brillante de su tiempo, decidido a convertir Roma en la ciudad más poderosa del mundo.
Y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba completamente enganchada, quería saber más y más de Cleopatra, de la época en la que vivió y de los importantes sucesos de los que fue protagonista. Una de las cosas que más me ha gustado de esta novela es que el autor ha querido dar a conocer al público a otra Cleopatra: la adolescente insegura que se ve obligada a madurar para ocuparse de su nueva responsabilidad, Egipto. Javier Negrete, nos muestra esa Cleopatra que no sale en los libros, la persona detrás de su fama y su título, nos enseña cómo piensa, cómo se relaciona con las personas y cómo ve el mundo a su alrededor. Creo que es un lado distinto de Cleopatra, que no estamos acostumbrados a ver, cómo era ella antes de que Julio César y Marco Antonio entraran en su vida.
“Cleopatra sacudió la cabeza. De nuevo, censuró sus pensamientos antes de expresarlos en voz alta. Ya había comprobado desde niña que ciertas ideas suyas sorprendían o escandalizaban a los demás, incluso a una mujer tan inteligente como su abuela. Por supuesto, acabaría siendo madre, pero no pensaba que ése fuese el hito más importante de su vida. Prácticamente toda mujer, inteligente o necia, bondadosa o malvada, podía ser madre. Al fin y al cabo, ¿no procrean también los animales? Los hijos no son tanto una obra de sus progenitores como éstos quieren creer. “De padre hipopótamos, hijos cocodrilos”, afirmaba un refrán, y Cleopatra sólo tenía que ver lo diferentes que eran ella y sus tres hermanos para comprobarlo.”
Marco Antonio frunció el ceño, seguramente tratando de recordar sus lecciones de filosofía y retórica.
-La duda es la suspensión del juicio cuando hay dos decisiones posibles –dijo por fin.
-Pues yo les he quitado a mis hombres toda posibilidad de dudar. Los soldados de Pompeyo saben que tienen dos opciones: vencer o rendirse y vivir un día más. Nosotros sólo podemos vencer.
-O morir, claro.
-Esa opción no la decidiremos nosotros, sino Fortuna o el enemigo.
Además, en esta novela el lector puede disfrutar de ver renacer Alejandría, la ciudad de la cultura y el arte, y pasear por sus calles, admirar el Faro, los palacios o la magnífica biblioteca que hizo famosa a esta ciudad durante siglos y de la que, desgraciadamente, sólo podemos saber a través de los antiguos escritos que se han conservado.
Cleopatra podría haber viajado más cómoda junto a Arsínoe, Iras y Carmión en la pequeña flota que costeaba el litoral en paralelo al ejército, o dejarse llevar en un lujoso carro apropiado a su dignidad al ritmo despacioso de la retaguardia donde acémilas y camellos cargaban con la impedimenta y las piezas de las máquinas de asedio. Pero a aquellos soldados los había alistado ella y les pagaba en monedas acuñadas con su propia efigie, así que no pensaba entregarle el mando a nadie que no fuese ella misma. Por eso cabalgaba al frente de todos.
La hija del Nilo me ha hecho recordar porqué me encanta la literatura, porque está llena de sorpresas que aparecen donde menos te lo esperas y no puedes juzgar un libro por su contraportada. En resumen, es una novela fantástica con un final que te hace suspirar con una sonrisa mientras cierras el libro. La única pregunta que me queda por hacer es: ¿os atrevéis vosotros también a conocer a la verdadera Cleopatra?
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Lidia es estudiante de traducción y fiel defensora de las humanidades, con una gran necesidad de aprender constantemente. Es una persona curiosa y persistente, de carácter alegre pero no siempre optimista. Una gran lectora desde muy pequeña y fan incondicional de Edgar Allan Poe, de las novelas históricas, de misterio y fantásticas. Disfruta escuchando a Edith Piaf y a Marlene Dietrich.