Os voy a contar un cuento. Un cuento de cómo una historia increíble, de esas que sólo existen en los cuentos, es destrozada sin piedad por un lobo asesino que resulta ser su propio creador. Os voy a contar la historia de la trilogía “Diario de una invasión Zombie”, de J. L. Bourne.
RESCATE: DIARIO DE UNA INVASIÓN ZOMBIE, de J. L. Bourne
El diario de un militar sumergido en el Apocalipsis zombie continúa con Rescate.En un intento desesperado por recuperar los Estados Unidos, donde las hordas de no muertos dominan el panorama, un comandante de la marina lidera una misión global que se dirige al núcleo de la pandemia. El comando Clepsidra es la última esperanza de la humanidad.
Y ese día llegó. Tenía el libro en mi regazo, picándome la garganta de la anticipación. Los dedos me temblaban y una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Comencé esa misma noche. Y mi sonrisa desapareció desde la primera página.
Diario de una invasión zombie se trataba de una novela contada en primera persona con formato de diario, llevado por un soldado superviviente de un holocausto zombie, que nos va contando día a día cómo es su vida, sus penurias, sus horribles encuentros con la muerte… Era el formato perfecto, el encanto de la saga. Las páginas se llenaban de realismo con salpicaduras de sangre fresca de una herida abierta en un combate, o marcas circulares de vasos llenos de alcohol trasnochado, o de dibujos hechos a mano por una mano temblorosa por el pánico. ¿Que por qué os cuento esto? Pues porque al autor no se le ocurre mejor broma que cambiar la persona narrativa en su último libro, así como un broche final para terminar de joder todo el tinglado tan bien montado que traía desde la primera novela.
Ahí estaba yo, empezando a leer un libro que había esperado durante más de un año, dándome cuenta de que el diario ya había finalizado y que ahora empezaba “una historia” contada en tercera persona, y ya no sólo contada desde una perspectiva del protagonista, sino que encima a J. L. Bourne no le parece suficiente y hace aparecer a personajes nuevos que nos contarán sus propias historias, convirtiendo Rescate en una novela coral sobre la invasión zombie. Bueno, no, miento.
De zombies nada de nada.
El protagonista de esta trilogía, era un chico del que no se sabía nada, ni su nombre ni su aspecto físico. Y es que a un diario no le cuentas esas cosas, así que el protagonista era un misterio tremendísimo. Pues bien, en este libro se descubre el misterio y es estúpido, porque creo que el protagonista sale cuatro veces contadas en el libro y el papel que tiene es 100% prescindible. O sea, ya me da igual saber cómo se llama, lo único que quiero es que aparezca y haga algo, ¡por dios!
Pero no, al autor le parece más interesante contarnos con pelos y señales las maniobras militares de unos personajes que acaban de aparecer y que, sinceramente, me las trae al pairo, y de hablarnos casi en clave. A ver, J. L. Bourne, ya sabemos que eres militar, tal vez un alto cargo del ejército estadounidense… ¡pero a mí qué me importa el cifrado XXX de la frecuencia de onda corta del submarino! ¿De qué me sirve no entender ni papa de lo que me estás contando, de qué me sirve que me detalles las marcas de las armas, de los aviones, de los misiles, de lo que te dé la gana, si no me cuentas nada más interesante? ¡¿Pero esto no era una novela de zombies?!
En serio, algunos pasajes eran tan tremendamente crípticos para mí que me era imposible no saltármelos. Reconozco que tanto la primera parte como la segunda eran también bastante militaristas, pero jamás llegaron a este punto de ser inentendible.
De echar a comer aparte son algunas circunstancias totalmente disparatadas que ocurren con los antiguos personajes de los otros libros, los amigos de Kill (así es como se llama el misterioso personaje protagonista), tales como que a una embarazada, dentro de un portaviones militar que lleva escondido totalmente desde hace un año (hace un año que se levantaron los muertos), le den “pastillas prenatales”, o que un hombre que como mucho era un radioaficionado se le nombre jefazo de las telecomunicaciones y ya sabe descifrar los mensajes ocultos de las redes militares que quedan vivas en la Tierra… Vamos a ver, hombre de Dios, ¿con qué me tengo que comer todo esto? ¿Con una hamburguesa triple de queso? Pues que alguien me la traiga, por favor, porque entre eso y el romance híper realista –nótese el sarcasmo- entre la chica y el protagonista, que se desarrolla como mucho en una página, tengo para almorzar y cenar esta noche.
En conclusión, Rescate: Diario de una invasión zombie es una estafa, un sacacuartos. Ni es diario ni se trata de zombies. El verdadero nombre de este libro (y que además abre la puerta a una nueva saga, que es la que el escritor verdaderamente quería escribir) sería el siguiente: Historias chinas para no dormir. Nivel: Cuartelillo. Este libro es una pesadilla y, por si queda alguna duda, no lo recomiendo. Es mejor quedarse con la duda y leerse Diario de una invasión zombie como si fuera un libro autoconclusivo (y si tienes ganas de sufrir, léete la segunda parte, pero te advierto que el final es un cliffhanger total).
Si sois soldados valientes y queréis enfrentaros a la decepción materializada, pues seguid vuestra misión y tratad de derrotar al enemigo. Pero os digo que ni todas vuestras mejores defensas y tácticas podrán protegeros del pestiño aburrido que se esconde entre las páginas del final de la trilogía Diario de una invasión zombie.
Fin de la transmisión.
Daichan es un chico aficionado a la lectura desde que es joven, aunque confiesa haberse encontrado con serias dificultades para engancharse al bello arte de leer. Está estudiando Comercio Internacional y Psicología. Es el marido de Kanon y co-fundador de Mientras Lees.