La familia Willoweed aprovecha estos días de caos para hacer descubrimientos en el río. Está compuesta por el viudo Ebin y sus hijos Danny, Enma y Hattie (que tiene la tez oscura pese a sus padres blancos). La abuela Willoweed, una anciana sorda, tirana y de malas pulgas, ha prometido no pisar ningún suelo que no sea de su propiedad, así que se hace llevar en barca por todo el pueblo. Las sirvientas intentan poner orden bajo el yugo de su dueña.
No obstante, estos momentos son el precedente de una epidemia que asolará la pequeña comunidad. Empieza con un dolor de estómago y sigue con hemorragias, hasta llegar a las convulsiones y las alucinaciones finales. Nadie sabe de dónde procede ni cómo protegerse de ella (¿les suena de algo?). Se busca un chivo expiatorio y la comunidad dará rienda suelta a sus instintos más brutales.
Escrita con un gran tono irónico, Los que cambiaron y los que murieron (Editorial Gatopardo) fue censurada en su época porque presentaba un marco demasiado crudo. Sin embargo, ha demostrado ser un libro bastante exacto de cómo se reacciona ante una epidemia, aterradoramente real, de hecho.
El humor negro inglés de Barbara Comyns (quien además vivió en Ibiza y en Barcelona) nos divierte y nos aterra a partes iguales. La traducción corre a cargo de Inés Clavero y es sencillamente magistral. Podéis leer aquí sus primeras páginas. Una lectura clásica que se puede disfrutar en estos tiempos (extraños) que corren.