Reseña de «Los renglones torcidos de Dios»: la novela que Torcuato Luca de Tena documentó internado en un psiquiátrico

Publicado el 19 julio 2022 por Rous85

Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena es una obra ya considerada clásica que se me ha estado resistiendo hasta ahora, a pesar de que siempre ha estado en mi lista de lecturas pendientes. El haber recibido un ejemplar procedente del programa Masa Crítica en el que suelo participar ha supuesto la excusa perfecta para, por fin, poder comprobar por mí misma la calidad de esta novela tan aclamada durante décadas. Con una original trama, este libro muestra la dureza de la enfermedad mental al tiempo que propone un dilema al lector, quien debe intentar continuamente averiguar la verdad acerca de la protagonista. Y no es nada fácil…

La historia arranca con Alice Gould ingresando en un sanatorio mental de Zamora al que, supuestamente, ha acudido de manera voluntaria para intentar esclarecer un asesinato cometido tiempo atrás en esta institución, ya que su profesión es la de detective. Para poder mimetizarse bien en este entorno, engañar a los médicos y enfermeros y llevar a cabo sus pesquisas tranquilamente, Alice decide fingir un trastorno paranoico. Desde el principio, el lector advierte la extrema inteligencia de la protagonista, la cual confunde a los médicos (y al propio lector) debido a la solidez de sus argumentaciones y a la seguridad en sí misma que suele transmitir. Con el paso de las semanas y los meses, se va familiarizando con el resto de pacientes, logrando aliados entre el personal profesional y despertando el recelo de algunos médicos, y sus actos y diálogos juegan eternamente al despiste con el lector. ¿Será finalmente Alice una verdadera detective o sufre una patología que le conduce a creer que ella misma se ha encerrado para investigar un crimen?

A lo largo de esta interesante novela se van mostrando los diferentes tipos de enfermedades mentales, desde las más comunes a las más extrañas, plasmadas en una serie de personajes: Un hombre con una peculiar fobia al agua, un cariñoso chico cuya edad mental no supera los 6 años, un anciano que ha desarrollado un miedo visceral a volver a su pueblo, y un largo etcétera de personajes que enriquecen este relato en el que la locura es presentada como algo incómodo que la sociedad decide apartar, pero sin estar exenta de un lado muy humano. De hecho, tanto algunos personajes como la propia Alice acaban cogiéndole cariño al sanatorio y a las personas que ahí viven, desarrollando fuertes vínculos emocionales.

Los renglones torcidos de Dios es una historia ficticia que logra llegar a ser muy realista. No en balde Luca de Tena, al igual que su protagonista, estuvo varias semanas recluido en un centro similar al que emula en su obra, con el objetivo de documentarse acerca de su funcionamiento y conocer de primera mano las enfermedades mentales de sus residentes. Gracias a esto, precisamente, esta novela acaba conectando emocionalmente con el lector, quien se horroriza o empatiza mejor con los diferentes perfiles retratados.

La dinámica predominante es este libro es la de contraponer continuamente escenas y diálogos en los que la cordura de Alice parece quedar más que clara, con momentos en los que se destapan hechos que ponen en entredicho la veracidad de sus afirmaciones. Así, a lo largo prácticamente de toda la historia, es fácil que el lector cambie continuamente de idea, atribuyendo algunas veces y otras no, una grave enfermedad mental a la protagonista. Y este recurso, precisamente, es lo que más engancha o atrapa en Los renglones torcidos de Dios, libro en el que encontramos también elementos propios de la novela policíaca.

En definitiva, estamos ante una obra imprescindible que profundiza en un tema tabú para la sociedad, poco explotado en la literatura (con magníficas excepciones como Alguien voló sobre el nido del cuco) y que pone de manifiesto el miedo con el que el ser humano contempla la pérdida de la razón, temiendo convertirse algún día en una de esas personas o renglones torcidos con lo que, sin embargo, Dios puede escribir recto.