Con MaddAddam, Margaret Atwood pone punto y final a su trilogía distópica homónima. Una entrega que está a la altura de esta brillante y creativa obra que mezcla ciencia-ficción y crítica social de una manera más que convincente. En este último libro, Atwood plantea qué puede ser de la humanidad superviviente, una vez superados los fracasos que la han llevado a prácticamente empezar de cero y su evolución desde este punto. Aunque me da pena que acabe esta historia que he disfrutado muchísimo, aquí va mi reseña sobre la conclusión de la Trilogía de MaddAddam.
Margaret Atwood ha pasado a ser en muy poco tiempo una de mis autoras preferidas, porque tiene la habilidad de dar un enfoque original y muy imaginativo a un género que me apasiona y horroriza casi a partes iguales: la distopía. Sin irse a un futuro muy lejano, la escritora desarrolla destinos que podrían esperarnos basados en problemas reales y actuales como el cambio climático, el fanatismo religioso, el egocentrismo humano, la experimentación científica amoral, la desigualdad social o el capitalismo agresivo. Así, y bajo un prisma ácido y muy crítico (pero no exento de humor), nace esta trilogía en cuyas entregas anteriores Oryx y Crake y El año del diluvio pudimos entender qué llevó al ser humano a la extinción de su civilización, siguiendo los pasos de algunas de las personas que asistieron a esta especie de fin del mundo y sobrevivieron para contarlo.
En MaddAddam, Atwood ata algunos cabos sueltos que quedaban y, mientras nos cuenta cómo se adapta a su nueva situación el grupo de supervivientes que ahora se ha reencontrado para formar una comunidad, echa la vista atrás para narrar la anterior vida de Zab y Adán uno y su conexión con personajes como Crake, así como el papel de estos personajes en ciertos acontecimientos importantes tenidos lugar antes de este peculiar apocalipsis. Ahora, la escritora juega a reunir a los protagonistas que hemos ido conociendo a lo largo de la trilogía (Jimmy, Ren, Zab, Tob, etc.) los cuales curiosamente siempre han estados vinculados de una forma u otra, para obligarles a forjar juntos una nueva sociedad rudimentaria y enfrentar unidos un reinicio de la humanidad. Para ello, algunos personajes deciden echar mano de recursos ya conocidos como la religión (reflejada en el modo en el que se les transmite a los crakers la historia de lo que pasó, y que estas criaturas humanoides mitifican, elevando al rango de dioses a personas como Crake y Oryx), o la escritura, un pilar fundamental para que el conocimiento no caiga en el olvido y sea posible una nueva evolución.
Más que interesante y totalmente lógico, me ha parecido la importancia que en esta última novela se les concede a los crakers. Esta nueva especie que comparte genética con el ser humano, pero con ciertas modificaciones y “mejoras” pasa de ser un grupo aislado a formar parte activa de la recién creada comunidad, en la que ambas especies deben aprender la una de la otra, colaborar para sobrevivir y dar paso incluso a una nueva mezcla genética que determinará el destino de la humanidad en este resurgimiento ficticio. Los crakers quieren conocer todo acerca de su creación y, conforme más información tienen, demandan más, hasta llegar incluso a desear dominar herramientas desconocidas para ellos como la escritura y lectura. Así, aunque el libro termina sin ir mucho más allá de la primera generación de crakers, la autora planta en la mente del lector la idea de que esta especie que evoluciona muy rápidamente, será la clave del futuro desarrollo. Además, es muy divertido cómo estos crakers, debido a su inteligencia y curiosidad innatas, no paran de preguntar por cada palabra o expresión que desconocen, de forma parecida a lo que hacen los niños cuando están ampliando sus conocimientos sobre el mundo que les rodea.
Sin lugar a dudas, la Trilogía de MaddAddam es una lectura imprescindible para los amantes de la ciencia ficción y las distopías, una apuesta segura para disfrutar de la creatividad de esta autora de cuya biografía, afortunadamente, todavía me quedan obras por leer.
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