A partir de esta escena poderosa, Mónica Ojeda hace de Mandíbula (Editorial Candaya) un recorrido hasta llegar a ese final terrible. En esta novela, una profesora, Miss Clara, entra a trabajar en el Delta High School, una prestigiosa escuela regida por el Opus Dei. La profesora tiene sus propios traumas: mantenía una relación de adoración con una madre castradora y ha tenido problemas con algunas de sus alumnas.
La novela aborda varios temas complejos, que se mezclan como si de una bomba se tratara. Por un lado, el liderazgo que unas adolescentes ejercen sobre otras. También las redes sociales, la búsqueda de la aprobación de los demás. Y los conflictos con la madre. El título del libro hace referencia a que las madres cocodrilo llevan a sus crías en el interior de sus mandíbulas para protegerlas. Pero también podrían devorarlas al menor descuido.
Y en medio de todo esto, está el miedo, el miedo puro y duro, del que disfrutan las adolescentes al leer creepypastas. El miedo a ese lienzo en blanco que es la vida y que se despliega ante las protagonistas. Ese miedo que enraiza directamente con el Horror Cósmico del que hablaba H.P. Lovecraft, aquel que deja entrar en la historia una posibilidad minúscula de que el protagonista no esté loco y nos esté contando la verdad.
La prosa de Mónica Ojeda es deslumbrante y lírica. Es un libro en el que además se incide en los problemas de las chicas adolescentes, en esos cuerpos que cambian y en cómo los hombres que las rodean pasan de verlas como niñas a fijarse en esa mujer que despunta, lo cual en ocasiones es desconcertante.
Mónica Ojeda se une de esta manera a ese club de escritoras latinoamericanas que abordan con maestría cualquier tema, por doloroso que sea. Escritoras como Lina Meruane, Adriana Harwicz, Fernanda Melchor, Samantha Schewbling, Mariana Enríquez o Selva Almada. Esperemos que esta lista siga creciendo.