Reseña de "Una historia pop de los vampiros" de David Remartínez

Publicado el 18 septiembre 2021 por Rt

Si nos piden a cualquiera de mi generación que pensemos en un vampiro, seguramente pensemos en el Conde Drácula. Pero, ¿en cuál de sus múltiples versiones? Algunos afortunados crecimos viendo películas de Bela Lugosi o Christopher Lee en la Segunda Cadena, los sábados por la noche. También aprendimos a contar con el Conde Draco de Barrio Sésamo. Y puede que hayamos tenido algún contacto más con algunos de los productos de los ochenta. 

Sin embargo, esto cambió radicalmente unos años después, cuando Anne Rice publicó sus Crónicas Vampíricas y nos ofreció a Lestat, el vampiro despiadado, a Louis, el más humano (o llorón, según se mire) y a Claudia, la eterna niña cuya mente evolucionaba, pero su cuerpo no. Hubo amor, mucho amor, en esas novelas. Y mucha oda a la belleza, hasta que Lestat se fue diluyendo en su propio éxito hasta las novelas actuales, a las que nadie hace mucho caso. 

 

Y esto volvió a cambiar con Crepúsculo, que adaptó el romance entre Bella y Edward Cullen. Algunos milennials lo consideraron una historia de amor maravillosa, aunque se cargara muchos de los tópicos sobre los vampiros que habíamos conocido. 

Y luego, la serie True Blood recuperó bastantes, aunque se terminó convirtiendo en una especie de culebrón en el que nos dimos cuenta de que en Bon Temps lo raro era ser humano. Vampires Diaries también trajo lo suyo, a pesar de que en Buffy Cazavampiros, que se emitió en los noventa, también había mucho culebrón. Al final el mito sigue siendo el mismo, aunque cada visión le da otra vuelta de tuerca.

Todo este recorrido corrobora la frase de la estudiosa de los vampiros Nina Auerbach, cuando afirma que cada época tiene el vampiro que necesita. Drácula representaba el miedo al sexo que tenían los victorianos, mientras que Louis encarnaba el miedo a perder el control, a convertirse en un asesino de los de su especie. Edward y Bella tienen miedo a envejecer y a un futuro en el que no están juntos. 

 

Ninguno de nosotros podemos decir con exactitud dónde aprendimos qué era un vampiro. Sencillamente era algo que estaba ahí, en el ambioente, en la cultura pop que nos rodeaba. Y desde entonces el vampiro no ha dejado de crecer. Una historia pop de los vampiros (Arpa Editores) recurre a todas las fuentes para dar a conocer a vampiros que se mantienen en segundo plano y que tal vez no sean tan conocidos, como Cassidy de los cómics de El Predicador o los de Sólo los amantes sobreviven, de Jim Jarmusch

Pero también estudia a todo lo que rodea el fenómeno, como el adversario Van Helsing, las novias de Drácula, Lucy y Mina y los diferentes escollos que atraviesan en pos del monstruo. Y también los subproductos que trajo consigo, como los helados, las dentaduras de gominola, etc.

Hoy en día hay vampiros para niños, como los de Hotel Transilvania o la serie Vampirina. También para seriéfilos y cinéfilos, que nos muestran nuevas caras del monstruo. Porque a pesar de que sean buenos, malos o regulares, no hay que olvidarse que se alimentan de sangre. Y que si caemos presa de su fascinación es cuando estamos perdidos. Pero tranquilos, el viaje por este libro es placentero y muy divertido y sin duda, como dice Gary Oldman a Winona Ryder en la película del Drácula romántico "tú estás segura a mi lado".