La U.R.S.S. en aquel momento era una potencia orgullosa y devastadora. No permitió que la noticia llegara al resto de países. Pero tampoco a sus propios ciudadanos, ni siquiera a los que vivían al lado de la central, a quienes tardaron tres días en evacuar.
Los habitantes de la zona no tenían forma de enterarse de lo que ocurría. Nadie contaba nada y cualquier información que contara la verdad de los hechos era silenciada porque se consideraba traición al Partido.
Voces de Chernóbil (DeBolsillo) es eso, un coro de testimonios de personas implicadas en aquel suceso, tanto de la esposa de un bombero que acudió al incendio aquella noche, como de liquidadores, físicos, políticos, niños, ancianos, profesores e incluso miembros del Politburó. Todos narran una historia desgarrada en la que confluyen dos rasgos comunes: la falta de información y la capacidad de sacrificio del pueblo ruso, lleno de héroes anónimos que acudieron a la central sin saber (o tal vez conociéndolo, lo que lo hace más trágico) a qué se enfrentaban.
La premio Nobel Svetlana Aleksievich da voz a aquellos que no la tuvieron en su día, los que fueron silenciados por la burocracia y por las posibles acusaciones de traición. Una obra necesaria después de los viajes turísticos a la zona y las fotos frívolas para Instagram. Para demostrarnos los peligros de olvidar Chernóbil.