Gemma había heredado un poder; un linaje que su madre le transmitió; según como se mire, un regalo o una maldición. Fue en la Academia Spence, donde supo su vínculo con otro mundo mas allá de éste, un mundo de poderes extraordinarios llamados los reinos.
( SPOILER de las anteriores entregas)A lo largo de toda la saga, hemos visto como Gemma ha pasado por diferentes etapas con respecto a la magia que habita en su interior; la ha ocultado, la ha maldecido, ha luchado contra ella, la ha despilfarrado e incluso ha llegado a disfrutarla. Todos desean compartir o apoderarse de ella; Gemma es reacia a ofrecérsela a cualquiera y no sabe en quien confiar. En esta entrega Gemma está indecisa, son demasiadas las decisiones que debe tomar y de gran relevancia, viéndose sometida a continuas presiones; en algún momento se deja llevar por sus amigas, solamente pensando en sí mismas, en los beneficios que la magia les reportará. Para mí esto ha perjudicado a la calidad de la historia ya que nos saturan con sus indecisiones, sin tomar ninguna decisión, dejándose llevar por las circunstancias, lo que me llegó a cansar. Es sin duda la que se lleva la peor nota entre las tres partes, y la que desmerece al conjunto de la saga, que en general es bastante entretenida.Ella sin duda pretende hacer lo correcto, aunque dejándose llevar por los sentimientos, actúa en base a una actitud caprichosa que llega a desesperar. Tiene dudas respecto a los intereses de todos los que la rodean. Pero sus dudas no quedan ahí ya que estas también aparecen en relación a cuál es el mundo al que pertenece realmente, ya que las estrictas reglas de la sociedad victoriana la oprimen hasta casi asfixiarla pero a la vez son cómodas, seguras y fiables, o sea un cúmulo de indecisiones.Como en las anteriores entregas, Bray nos muestra retazos de la vida londinense. En este caso le toca a los bajos fondos. Refleja un pedacito de las miserias que sufren los más pobres, los más desfavorecidos, plasmados con gran acierto.Un aspecto con el que disfruté mucho, es con la introducción en la trama de personajes famosos, o al menos en la actualidad, como son H.G Wells, Oscar Wilde o Houdini. No son personajes transcendentales, pero aportan calidad a la historia.
A pesar de estos factores algo negativos, y siguiendo la línea de las anteriores entregas nos encontramos con una novela bastante entretenida, relatada con grandes dosis de humor, llena de imaginación e increíbles aventuras, con un final que sorprenderá aunque puede que no a todos de manera positiva, y en cierto modo, según mi punto de vista, no demasiado cerrado. Quizá tal vez Libba Bray lo vuelva a retomar. Que disfrutéis de vuestras lecturas.