Comienza el primer capítulo con la descripción de la escena del crimen, Bevilacqua entre divagaciones e impresiones nos relata lo que se encuentran nada más llegar.La víctima es un hombre que trabaja en una central nuclear, un tipo tranquilo y de lo más simpático, casado y con dos hijos y que se encontraba en un buen momento de su vida, tanto en lo laboral como en lo personal.En este segundo libro apenas hay progresión de lo personal en cuánto a los personajes, se centran más en el caso y en las divagaciones de Bevilacqua que en algún momento llegan a resultar un tanto repetitivas, dando una imagen demasiado dual del personaje: “soy bueno pero no tanto”, “me gusta pero voy a obviarlo para vivir tranquilo”, que me llegó a exasperar en determinados momentos además Chamorro pierde protagonismo en esta entrega y se limita casi a mero acompañamiento del sargento Bevilacqua.Además he tenido la impresión de que en este libro le ha salido un poco la vena moralista al sargento Rubén Bevilacqua, con lo que he sentido como si fuera alguien que en principio te presentan y te cae muy bien (lo que me sucedió en el primer libro) pero poco a poco cuando lo vas conociendo más ya no te parece tan simpático, y eso es lo que he sentido mientras iba pasando las páginas y unido a que la trama no avanzaba en exceso, las primeras cien páginas se me hicieron demasiado largas.El libro en líneas generales me ha gustado, obviando esa primera parte un tanto lenta y a la que me costó engancharme, he sabido ser paciente y he obtenido mi recompensa pues el final del libro y la forma de cerrar el caso hilando bien todas las tramas me ha parecido buenísimo, dejando en el aire preguntas, cuyas respuestas sólo pueden surgir de especulaciones, pues es bien sabido que en la conciencia propia solo uno mismo puede bucear, por lo que las motivaciones que lanza Bevilacqua han resultado muy interesantes y coherentes, dando en algún momento varias respuesta sin decirnos cuál es la verdadera, simplemente son suposiciones que lanza en virtud de su formación y de su experiencia, todo un acierto. “El alquimista impaciente” una novela policíaca que continúa la serie, en la línea del anterior y que a pesar de mis más y mis menos con el protagonista durante todo el libro, ha logrado convencerme con ese final tan bien desarrollado.
“Al azar le gusta adoptar los más diversos disfraces, y por los que escoge en ciertas ocasiones uno juraría que es un humorista incorregible.”
“no puede acusarse a nadie en función de presunciones de verosimilitud, sino trazando una línea precisa que lleve de un hecho a otro y soportando debidamente cada uno de los puntos intermedios.”