Katja Millay
Traducción: Miguel Trujillo
Plataforma Neo
Páginas: 448
ISBN: 9788416256846
La antigua prodigio del piano Nastya Kashnikov solo quiere dos cosas: terminar el instituto sin que nadie conozca su pasado y conseguir que el chico que se lo arrebató todo -su identidad, su espíritu, sus ganas de vivir- pague por lo que hizo.La historia de Josh Bennet no es ningún secreto. Cada persona a la que ha amado ha sido arrancada de su vida, y a los diecisiete años no le queda nadie. Ahora lo único que quiere es estar solo. Y parece que la gente comprende que no necesita compañía.Todos excepto Nastya, la misteriosa chica nueva del instituto, que poco a poco irá acercándose a él. Pero cuanto más llega a conocerla Josh, mayor es el enigma. A medida que su relación se intensifica, las preguntas sin respuesta salen a la luz y él comienza a preguntarse si alguna vez sabrá quién es Nastya en realidad, o incluso si quiere descubrirlo.
En ocasiones me cruzo con libros que sin avisar se convierten en especiales, de los que no me quiero despedir y esto me ha pasado con El mar de la tranquilidad y es que detrás de una portada preciosa se encuentra una historia que me ha conquistado.
Nastya y Josh son de esos personajes que me encantaría encontrar con más frecuencia, pues son tremendamente reales, con sus complicaciones y sentimientos. En muchas ocasiones no entendía ciertas reacciones, el silencio ante ciertas preguntas, pero ¿quién es perfecto?, me ha gustado encontrarme con una chica a la que se lo han arrebatado todo, han acabado hasta con su identidad pero sigue ahí, al igual que Josh, con solo diecisiete años, ha recibido demasiados golpes de la vida, pero cada día se despiertan, no buscan una segunda oportunidad, no esperan que nadie los salve pero siguen viviendo sin tirar la toalla del todo. No me puedo olvidar de los personajes secundarios, sobre todo hay dos que son geniales, tienen bastante protagonismo, otro punto a favor para la autora ya que no están ahí para rellenar, complementan la historia de una forma única.
El ritmo de la lectura es lento, he tardado unos cuantos días en leerlo ya que su narración es pausada, sin prisas, nos mete en la rutina de los personajes, en sus pensamientos y en las penas, pero no llega a ser pesado. Su pluma es preciosa, dulce y dura.
Aunque muchísimas cosas me gustaron si que hay una parte que no me resultó creíble, después de todo me esperaba algo más desgarrador, que me encogiera el corazón, digamos que esperaba algo peor, que no digo que la vida de estos chicos sea de rosas pero esperaba otra cosa. El final me encantó, lo leí varias veces y sin duda es uno de mis finales favoritos, las últimas palabras son increíbles, Katja nos sorprende hasta el final.
Es una historia cruda, donde todo se va cociendo a fuego lento, real y emotiva. Cuesta reseñar este tipo de libros porque te dejan sin palabras, te llena de esos sentimientos que impulsan a guardar silencio. Un soplo de aire fresco en la literatura juvenil, sin duda uno de mis libros favoritos, de esos que no se pueden olvidar.
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