Habiendo leído “Oscar et la Dame Rose”, traducida al español como “Cartas a Dios” me decidí a leer otra historia de este escritor francés Eric – Emmanuel Schmit que tan buenas sensaciones me había dejado. Esta novela ha sido adaptada al cine por François Dupeyron, para aquellos que gustan de comparar libro y cine.
“A los trece años rompí mi cerdito y me fui de putas”, es de este modo como Momo comienza a relatarnos su día a día. Una vida oscura y fría, como lo es la casa en la que vive con su padre y el recuerdo de un hermano y su madre, que se fueron para no volver. Nuestro protagonista se encuentra tan solo, que necesita del contacto y compañía de otra persona aunque sea pagando. No cree ser merecedor del cariño desinteresado, porque nadie en la vida se lo ha ofrecido y por ello no le importa romper su hucha ni robar.
Pero su vida pronto dará un cambio sustancial; de manera fortuita, como suceden la mayoría de los acontecimientos trascendentales de nuestra vida, intima con Ibrahin, el tendero del barrio. Será una relación muy beneficiosa para él aunque el tendero “no árabe” también verá renacer la ilusión perdida con la compañía de este muchacho que formará parte de su vida. Porque existen muchos tipos de familias y ellos formarán una, de lo más inusual.
A lo largo de este corto relato iremos aprendiendo, a la par que Momo, y reflexionando sobre esos pensamientos tan hermosos que salen de la boca de Ibrahim. La gente nunca se detiene,van demasiado deprisa pero lo que no saben es que hay que ir despacio para disfrutar de la vida, y lo más importante de todo, poner una gran sonrisa en nuestra cara para encarar lo que la vida nos depare, porque sonreír es lo que le hace a uno ser feliz, aunque no tengamos motivo para ello. Nuestro muchacho cuando encontró a su nuevo amigo aprendió a sonreír y de repente ¡zas! descubrió que él tenía razón, la gente es más amble y comprensiva si delante tienen una increíble y diáfana sonrisa.
Un relato que se lee en un suspiro y que en muy pocas páginas descubrimos una inmensidad de sentimientos, y tal vez sea esa la crítica que le puedo poner ya que suceden demasiadas cosas, sin profundizar en ellas, pudiendo ocasionar en el lector no adentrarse del todo en la historia, o al menos eso es lo que me pasó a mí, como si tuvieras delante una increíble taza de chocolate pero una vez que lo pruebas te sabe un pelín insípido. Con una historia de base y un trasfondo triste y devastador, Emmanuel consigue devolvernos un relato esperanzador, lleno de magníficas enseñanzas y sentido del humor. Una lectura que os sacará alguna que otra sonrisa y deja una aceptable sensación.
No responder es ya una respuestaIbrahim