En “El tiempo que nos une” asistimos a la desaparición de Helena, la hija mayor de Lía, durante una tempestad en el mar, y más tarde a la enfermedad y muerte de Tristán, el pequeño de la familia, así como a los divorcios de Bea, Inés y Flavia. La abuela Mencía nos muestra en esta primera parte su cara más oscura, la que tiene relación con los hechos que hace años marcaron a sus hijas, Lía y Flavia, para siempre. En esta entrega se asentarán las bases que darán lugar a los acontecimientos de la siguiente novela.
La historia aunque compleja no me ha sorprendido, y tiene su razón de ser, ya que todo lo que iba sucediendo en la trama sabía con antelación cómo iba a desarrollarse. Esta primera parte con más toques de tristeza que la segunda, pero los sentimientos que afloran a lo largo de toda la historia y la relación entre las protagonistas son de diez. Me quito el sombrero por Alejandro Palomas, un escritor que sabe trasmitir a la perfección, conocedor como nadie del alma femenina y capaz de atrapar al lector con esa forma tan exquisita y sensible que tiene de exponer las situaciones y los sentimientos que se desatan tas ellas. Los diálogos son magníficos y el desarrollo de cada uno de sus personajes, excepcional. Aunque el de la abuela Mencía se lleva la palma, un personaje retorcido y directo a la hora de expresarse, a caballo entre el despotismo y la ternura, pero una verdadera joya.
Un libro maravilloso que no podéis dejar de leer, eso sí, a ser posible siguiendo el orden cronológico de la trama tal y como fue ideada, y si podéis leerlos seguidos, mucho mejor, porque tendréis una visión mucho más completa de la historia.
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