OKINAWA, JAPÓN,
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Momoko Akiyama es la temperamental hija de un matrimonio de intelectuales para la que la guerra siempre ha sido una molestia lejana. Sus únicas preocupaciones son, por orden de aparición: los disidentes políticos que llegan a su casa de noche y se van de noche, las escapadas de su hermano Takuma los miércoles de madrugada y el acoso escolar.
Jun Kobayashi, la hija del sepulturero, es violentamente tímida y a duras penas puede pronunciar una frase sin tartamudear..., un opuesto casi perfecto de la fanfarrona Momoko.
Pero, para bien o para mal, son las personas más importantes en la vida de la otra, y todo lo que creían de su mundo pronto cambiará para siempre.
Con una carta de alistamiento. Con una mentira. Con una traición. Con un hombre escondido en un arcón. Con la guerra llamando a sus puertas.
Teniendo en cuenta lo mucho que me gusta la novela histórica y, más concretamente, leer sobre la Segunda Guerra Mundial, era de esperar que tarde o temprano cayese en mis manos esta novela, así que vi en esta la oportunidad perfecta para leer al fin a Andrea Tomé y así obtener algo de información sobre el papel que tuvo Japón en esta guerra. El valle oscuro fue una de mis últimas lecturas de 2017 y gracias a lo mucho que la disfruté se convirtió en una de mis mejores lecturas y, obviamente, pienso leer las demás novelas que ha publicado (y publique) la autora ^-^
La novela se nos presenta narrada en primera persona desde el punto de Momoko, nuestra joven y valiente protagonista, aunque también encontraremos unos cuantos capítulos narrados por algunos de los personajes secundarios. Momoko sufre acoso escolar por parte de sus compañeros de clase por ser ciega de un ojo, sabe que su hermano Takuma se escapa de casa todos los miércoles por la noche pero no sabe ni el motivo ni el lugar al que va y también sabe que sus padres esconden algo. Poco a poco irá descubriendo cosas, pero hasta incluso ella misma tendrá sus propios secretos, sobre todo desde que conozca a Jun Kobayashi, la hija del sepulturero y burakumin, la clase social más baja de Japón.
"Aquel era nuestro refugio, nuestro santuario. La mano esquelética de la guerra no podía tocar la hierba sobre la que estábamos tumbadas, ni las roncas que rodeaban el faro. Allí estábamos a salvo. Allí las estrellas y la luna eran mudas y sordas y no podían delatarnos".
Entre los personajes secundarios que aparecen en la novela, además de los ya mencionados, cabe destacar a los padres de Momoko y al padre de Jun, a Yoichi (el hermano mayor de Momoko, quien se desvinculó completamente de su familia por motivos que se dan a conocer en la novela), Ryo (el enfermizo primo de Momoko) y su madre.
Y el primer aspecto que me gustaría destacar de la novela son sus personajes o, mejor dicho, su personalidad. Me he encontrado con unos personajes tan bien trabajados y perfilados que ha sido sumamente fácil empatizar con ellos (excepto con los malos, claro) y pese a ser bastantes personajes he podido conocerles a todos casi a la perfección, así que sí, creo que la autora ha hecho un muy buen trabajo al respecto.
Aunque me gustaría, prefiero no contaros nada en absoluto de los personajes porque os aseguro que es mil veces mejor ir conociéndoles poco a poco, a medida que avanza la historia, pero sí puedo deciros que Momoko y Jun han sido mis personajes favoritos y es que han despertado tanta ternura en mí como tristeza por distintos motivos. Me han parecido unas chicas muy maduras para su edad, valientes y de ideas firmes, aunque el resto de personajes no se quedan atrás y son igual de valientes, pero los niños me pueden :')
Obviamente, estamos ante una trama que aporta muchos detalles históricos pero la autora lo hace de una forma sutil y nada densa o aburrida. Como ya comentaba al principio, no había leído aún ninguna novela en la que se hablase de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista de Japón, así que ha sido la mar de interesante descubrir una nueva visión de este periodo histórico que tan duro fue y que tanto daño hizo a personas inocentes.
"La vida son solo momentos. Los momentos que vivimos. Los que no vivimos. Los que nos gustaría no haber vivido. Los que nos gustaría vivir. Aquellos raros en los que querríamos envolvernos para no salir jamás".
En ese aspecto, debo reconocer la gran labor de documentación que ha llevado a cabo la autora para contextualizar la novela. Como complemento, al final de la misma podemos encontrar una nota de la autora en la que nos cuenta que algunos de los acontecimientos narrados ocurrieron de verdad e incluso tenemos un pequeño glosario con los términos japoneses que van saliendo a lo largo de la novela (y yo, que soy tan despistada, lo descubrí cuando terminé de leerla xD).
De la trama tampoco voy a daros detalle alguno, así que tendréis que quedaros con estas palabras: estamos ante una trama muy bien trabajada y perfectamente hilada que de sencilla tiene más bien poco, que se disfruta a pesar de lo dura, realista y cruda que es y que, además, engancha de principio a fin.