«- Bono conoció a la que sería su mujer en el instituto -dijo Park.
-Sí, y también Jerry Lee Lewis -contestó Eleanor.-No estoy bromeando.-Pues deberías. Tenemos dieciséis años -dijo ella.-¿Y qué pasa con Romeo y Julieta?-Superficiales, confundidos y, posteriormente, muertos.-Te quiero y no estoy bromeado - le dijo Park.-Pues deberías.»
Eleanor es pelirroja, regordeta y bastante rarita. Muy rarita, de hecho. Y además es nueva en el instituto de Park. ¿Que quién es Park? Park es coreano(¡!), gran amante de los cómics y un chico que no tiene demasiado que ver con el resto de sus compañeros. Y un poco rarito, también. Así que cuando Eleanor se sienta a su lado en el autobús (en última instancia, no nos engañemos) y comienzan a hablar y a caerse bien... bueno, como dirían algunos, está claro que ahí hay tomate.No sé si estará claro que hay tomate (imagino que sí, por el título y la “sinopsis”) pero lo que sí está claro es que yo no soy de este tipo de historias. Me refiero a las novelas cuyos protagonistas outsiders se enfrentan al instituto, léase Las ventajas de ser un marginado o la que hoy nos atañe. Es como si no conectase con ellas; y al no identificarme con los personajes me resulta imposible disfrutar del todo de la obra. En este caso, y aunque me ha pasado lo que os digo, sí que me ha resultado una lectura amena porque encuentro que la autora es bastante buena en lo que hace. Ha sido capaz de que una historia que no tiene apenas trama más allá de la historia de amor (que creedme, puede llegar a ser un coñazo si se trata mal) en algo sumamente entretenido y que te mantiene interesado en la novela. No solo lo consigue con sus capítulos cortos y alternando un poco las historias de Eleanor y de Park, de manera que aunque no sean las vidas más relevantes del lugar sí que presenten ciertos aspectos interesantes, sino también con la escritura que se atisba. ¿Y por qué digo se atisba? Porque no nos vamos a engañar, la traducción está más que cogida por los pelos. Después de oír cantos y alabanzas dedicados a la maravillosa prosa de la autora me esperaba otra cosa; y tras leer varias frases sin sentido alguno (más algunas faltas) deduje que era ese el problema. Mal hecho, Alfaguara(y mal hecho, Victoria Simó).Es, supongo, en los personajes donde falla para mí Eleanor & Park. Estamos -estoy- ante un libro muy personal, uno de esos que te toca o te jodes; y a mí no me ha tocado. La clave son eso, los personajes. No me he identificado nada, pero nada, con Eleanor; es más, ha sido una chica que me ha caído bastante mal. Park ya me caía un poco mejor, pero tampoco es alguien que diga “jo, qué pasada, soy yo, qué locura”. De hecho me identificaba con la madre de Park, cosas que pasan. El caso es que si bien al principio me resultaban unos personajes curiosos y que podían dar mucho de sí, a medida que su relación iba avanzando (si a eso se le puede llamar avanzar) me cansaba mucho. Todo era muy exagerado, muy repetitivo, muy cansino. La “trama drama” se me fue haciendo cada vez más surrealista. Y no estoy hablando de la situación familiar de Eleanor, que por un lado resulta tremenda, sino de otras cosas que añadidas a esta convierten el libro en algo que se me hacía muy difícil creer. Y cuidado, que pertenece al género realista, de no haber sido así no sé qué habría pasado. El caso es que hacia el final, esta historia que tenía unas tornas surrealistas que se moría se acelera muchísimo y enloquece y es todo muy extraño. La verdad es que hasta ese momento la cosa iba más bien ni fu ni fa, pero el final ha conseguido salvar mucho la novela. Tiene ese tono dramático a rabiar que a mí me gusta tanto.Creo que ya he dejado bastante claro que si hay algo que no me gusta de este libro son los personajes y lo que es la historia en sí, que no me ha llamado. ¿Y qué sí? Bueno, pues aunque parezca tópico, me ha gustado bastante el mensaje que quiere y logra transmitir la Rowell. Todo el tema de outsiders incomprendidos tiene una nueva vuelta aquí; ni ellos son tan buenos ni los malos tan malos, y si Eleanor se lleva tan mal con todo el mundo no es solo porque sea rara (que hace) sino porque además es una borde -lo siento, amantes de Eleanor, pero esto es así-. Y no da la impresión de que sean unos personajes que quieran llamar la atención, como sí me pasaba con los de The perks of being a wallflower -qué insufribles eran, por Isis-. La historia de amor es bastante cuqui, sin más, es un libro que quieras o no se hace adorable como si fuera una tarta. La escritura de Rowell, sobre todo cuando no estamos hablando de diálogos, se percibe como dulce y suave. Además es una novela muy entretenida y que se lee con suma facilidad, lo que hace que en ningún momento se gaste demasiado tiempo en leerla (un gaste que en otro caso sería emplee, ya sabéis). Así que, ¿lo recomiendo? Pues la verdad es que aunque no ha sido una mala lectura, yo no. Si os gustan este tipo de novelas estoy segura de que os encantará, pero en mi caso ha sido una lectura sin más, y esas son de las peores, ¿o no?